El Espectador

Segunda oportunida­d

- ISABEL SEGOVIA OSPINA

A DOS MESES Y MEDIO DE ELEGIDO Petro, es evidente que tomará tiempo para que las expectativ­as de quienes auguran la catástrofe y de los que imaginan la salvación se acoten. Por eso, si fuéramos realistas, no debería sorprender­nos que su gabinete no estuviera listo en el momento de su posesión. Entre los múltiples compromiso­s adquiridos para lograr llegar al poder y su reconocido desorden administra­tivo, demostrado durante su alcaldía, contar con su equipo completo para ese momento era difícil. Sin embargo, después de un mes de iniciado su gobierno, es inconcebib­le que todavía existan cargos esenciales para el funcionami­ento del Estado y el desarrollo de sus tan cacareados cambios sin nombramien­to.

Las últimas palabras del discurso inaugural de Petro fueron: “Esta segunda oportunida­d es para ella, la niña arhuaca, y para todos los niños y las niñas de Colombia; niños y niñas colombiano­s, tenemos una segunda oportunida­d bajo los cielos de la

Tierra”. Con ese final, algunos de los entusiasma­dos por esta elección, pero realistas con nuestras expectativ­as, alcanzamos a formar parte del grupo que imagina la salvación. Ningún presidente había terminado su discurso de posesión poniendo a los niños en el centro de su gestión; esto, unido al nombramien­to de Alejandro Gaviria como ministro de Educación —quien, además de sus reconocida­s calidades y experienci­a, durante su campaña electoral propuso un plan educativo comprensiv­o cuyo énfasis residía en la recuperaci­ón del sistema, duramente golpeado por la pandemia—, ilusionó a muchos de los que llevamos años abogando por la niñez y la juventud colombiana.

Dos temas se deben abordar y priorizar si es cierto que queremos darles a los niños y a las niñas del país una segunda oportunida­d. Primero, retomar, optimizar y expandir la atención integral a la primera infancia, política que se estancó años antes de la pandemia y prácticame­nte desapareci­ó durante la misma, sin asomos de resurgir. Brindar a los niños las mismas oportunida­des en salud, cuidado, nutrición y educación desde el momento de la concepción es la mejor forma de combatir la inequidad y lograr el retorno económico de una sociedad en el futuro. El segundo es combatir la deserción, el retraso y las pérdidas de aprendizaj­e de la población en edad escolar, debido al fatídico cierre del sistema educativo por casi dos años. Cada semana se publican estudios que muestran la catástrofe educativa generada por las malas decisiones de nuestros gobernante­s durante la pandemia. Entonces sería inexcusabl­e ignorar esta situación, como lo hizo el gobierno anterior, e imposible aseverar que los niños y las niñas son el centro de esta nueva administra­ción si este problema no se trata con celeridad.

Por lo anterior, es inexplicab­le que cargos tan importante­s para lograr estos loables cometidos, como lo son la dirección del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y el Viceminist­erio de Educación Preescolar, Básica y Media, sigan sin ser designados. Sin estos líderes, ojalá escogidos por sus atributos y trayectori­as, se pierde tiempo valioso, que el mismo Petro reconoció como un bien muy preciado cuando instaló su incompleto gabinete, y será imposible que la nueva generación de niños y niñas de Colombia acceda a esta segunda oportunida­d (cruzo los dedos para que cuando se publique esta columna ya hayan sido elegidos).

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