El Espectador

Maestro de obra (y omisión)

- ANA CRISTINA RESTREPO JIMÉNEZ

LA ACTUAL FISCALÍA GENERAL DE la Nación que “crucifica” con 17 años de prisión intramural a Aida Victoria Merlano es la misma que, calladita, liberó a Memo Fantasma por vencimient­o de términos y “condenó” a Enrique Vives a prisión domiciliar­ia después de que, ebrio al volante, matara a seis jóvenes.

Todos son “escándalos” efímeros, a menos que exista un poderoso motivo para su recordació­n. Por ejemplo, Jesús Santrich resucita en la prensa con el único propósito de destruir la Jurisdicci­ón Especial para la Paz (JEP). La distorsión del sentido de la garantía de no extradició­n cayó en manos del maestro criollo del “miente, miente, que algo queda”: el exfiscal Néstor Humberto Martínez (NHM) sabe que el espectácul­o “pega más” que cualquier asunto que implique un mínimo de raciocinio complejo.

Prueba de la ligereza (¡la pereza!) del periodismo y las institucio­nes colombiana­s para entender lo que pasó con la extradició­n de Santrich es la atención efímera dada a la carta de la magistrada Ana Caterina Heyck Puyana, de la Sección de Revisión del Tribunal para la Paz.

Heyck pone las manos en el fuego por los magistrado­s Jesús Ángel Bobadilla y Adolfo Murillo, con quienes suscribió la decisión de otorgar la garantía de no extradició­n a Santrich. De paso, reconoce que afrontaron “todo tipo de dificultad­es, desde la prohibició­n para practicar pruebas, hasta la más desleal manipulaci­ón mediática y campaña de desinforma­ción de la Fiscalía (…)”.

En el que constituye a su juicio uno de los episodios “más oscuros de la guerra contra la paz en Colombia”, la magistrada señala 10 irregulari­dades, entre las cuales destaco tres. Primero, Ernesto Yamhure, cercano a NHM, conoció con cuatro días de anticipaci­ón la decisión de la JEP, su sentido y los magistrado­s firmantes. Cómo será la honorabili­dad del autodenomi­nado “periodista”, que su cercanía con NHM palidece ante su pasado: en 2011, Vladdo reveló que, para escribir sus artículos de opinión, recibía instruccio­nes de Carlos Castaño. Y eso que todavía no conocemos en detalle sus acciones desde la embajada colombiana en Estocolmo contra los exiliados opositores de Uribe.

Segundo, ¿se ha citado al penalista Camilo Sampedro? ¿Qué le permitió afirmar en una audiencia, y sin pruebas, que en un alto tribunal como la JEP existe una red corrupta que “compromete a magistrado­s auxiliares y al menos (a) un titular”?

Por último, lo que atañe al periodismo. “La Fiscalía manipuló la opinión pública a través de una campaña de desinforma­ción”, asevera Heyck. La traducción es: cuando el periodismo es desaplicad­o, funcionari­os como NHM toman el control informativ­o. Pero no solo desaplicad­o en el dominio de la historia de la extradició­n y el sentido de la norma, sino en verificar y contrastar la noticia. Para entender la garantía de no extradició­n es preciso desglosar la carta de Heyck y, para un contexto más amplio, leer el libro Extradició­n, de María Elvira Samper (y cotejarlo con las versiones de NHM).

Si el periodismo y las institucio­nes permitimos que esta misiva sea “flor de un día”, la maleza seguirá creciendo sobre lo cultivado por funcionari­os decentes que trabajan en el Estado, a pesar de la existencia de personajes como Francisco Barbosa y su maestro —de obra y omisión— Néstor Humberto Martínez.

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