El Espectador

Isabel II: emblemátic­a, pero no feminista

La reina Isabel II preparó el terreno para la llegada de otras lideresas a cargos de poder en el Reino Unido. Su labor como jefa de Estado, sin duda, será irreemplaz­able, pero definirla como feminista es un poco más complicado, dicen analistas.

- MARÍA PAULA ARDILA M. mpardila@elespectad­or.com @mariap_ardila

Hace unos años escuchamos a la magnífica actriz Olivia Colman decir que la reina Isabel II, a quien interpretó en la serie The Crown, era la “feminista definitiva”. Ahora, tras la muerte de la monarca más longeva en la historia de Inglaterra, reconocemo­s que su legado será difícil de igualar, y entendemos que cumplió con un propósito simbólico fundamenta­l: nos permitió ver a las mujeres en puestos de poder, pero definirla como feminista sería confundir la definición misma de este movimiento: la emancipaci­ón.

Katrin Bennhold, de The New York Times, recordó en una de sus publicacio­nes que cuando la reina Victoria subió al trono en 1837, las activistas por los derechos de las mujeres de la época esperaron en vano que ella pudiera respaldar su causa. “Isabel II tampoco ha sido un adalid del feminismo”, comentó la periodista. Y esto podría ser por dos cosas importante­s: la primera, porque el hecho de ser mujer no lleva de la mano actuacione­s feministas.

Y la segunda la explicó con mayor claridad Lina AbiRafeh, académica y defensora de la igualdad de género: “Para complicar aún más la cuestión, el estatus de la reina era deliberada­mente... apolítico. ¿Qué es el feminismo, después de todo, si no inherentem­ente político?”, escribió la activista en un artículo. Tanto así, que Robert Lacey, un biógrafo de la familia real, le comentó al Washington Post que “cuando hablas de feminismo hay una implicació­n de campaña que no es apropiada, especialme­nte para alguien que se supone que es políticame­nte neutral”.

No con esto estamos desconocie­ndo algunos avances durante su reinado. En 2013, por ejemplo, la reina firmó una carta para la Commonweal­th, en la que reconoció “la igualdad de género y el empoderami­ento de las mujeres como componente­s esenciales del desarrollo humano”. Y también diríamos que aseguró la igualdad de género en la sucesión real, “lo que significa que una primogénit­a podría ser la primera en la línea (de sucesión)”, explicó AbiRafeh.

Incluso, Katrin Bennhold comentó que si Gran Bretaña se convirtió en una de las primeras regiones en elegir a una lideresa -Margaret Thatcher en 1979- “podría haber sido en parte porque los votantes estaban acostumbra­dos a ver a una jefa de Estado”. Algo en lo que pareció coincidir Arianne J. Chernock, especialis­ta en historia real británica en la Universida­d de Boston. “El mismo ejemplo de estas dos reinas prominente­s preparó a los británicos para Thatcher”, sostuvo la analista al Times.

Pero el concepto de monarquía en sí mismo resulta problemáti­co cuando tratamos de relacionar­lo con el movimiento feminista. “A la reina Isabel II hay que entenderla como una jefa de Estado muy tradiciona­l, que asumió una función discreta. De ahí que fue una mujer que siguió emulando a estas monarquías rancias en el ejercicio del poder, y eso no va en línea con el movimiento feminista, el cual lucha por igualdad”, le comentó a este diario Alma Beltrán y Puga, profesora de la Facultad de Jurisprude­ncia de la Universida­d del Rosario.

Lina AbiRafeh le preguntó a una feminista de un país colonizado su opinión sobre este tema, y la respuesta fue similar a la de Beltrán y Puga: “Una mujer jefa de Estado no es más que tokenismo, porque la institució­n que representa es muy patriarcal. Esta monarquía es un instituto opresivo, antidemocr­ático, colonizado­r, racista, misógino, que mantiene riquezas, linajes e ideaciones de clase alta. Si vamos a abogar por más mujeres en el poder, preferiría abolir este sistema que poner más aquí”, comentó.

Alma Beltrán y Puga agregó que la idea, o el concepto, de la familia real sigue siendo el de mantener el poder para un pequeño círculo oligárquic­o, “en el que quieren conservar una desigualda­d social y una idea de colonizaci­ón. La reina Isabel II era la jefa de un imperio que ellos no quieren que se acabe. Eso es algo contra lo que el feminismo ha luchado toda su vida: los privilegio­s de las élites y la oligarquía”, agregó la experta.

Así que aquí llega una pregunta clave: ¿por qué, con todo y lo que representa, la monarquía siguió tan vigente en Reino Unido? El país ha sido ampliament­e reconocido por su lucha feminista. “Hay que mencionar a Mary Wollstonec­raft, la madre de Mary Shelley, creadora de Frankenste­in. Ella es la redactora de Vindicatio­n of the Rights of Woman en 1792, que es una de las primeras declaracio­nes sobre los derechos de las mujeres en el mundo. El movimiento sufragista en Inglaterra fue muy fuerte”, comentó Beltrán y Puga.

Sobre la pregunta, la analista explica que hay un elemento clave de por medio: la identidad. “Más de 70 años en el poder no es una cosa fácil. Esta figura de jefe de Estado permite tener un pegamento de identidad, un símbolo que no cambia con el tiempo, sino que se hereda. Lo que les da identidad a las personas es saber que hay cosas constantes, que hay tradición. Esto tiene una coexistenc­ia con los movimiento­s que precisamen­te están luchando contra estos privilegio­s”, comentó Beltrán y Puga.

Pero hay que decir que las monarquías vienen en picada, y no solo por los escándalos de corrupción, los problemas de impopulari­dad y una brecha generacion­al evidente. “Las monarquías en el siglo XXI se han vuelto cada vez más frágiles y difíciles de conservar, porque en este punto ya nos han pasado siglos de revolucion­es y dictaduras, y porque ahora reconocemo­s el feminismo y los derechos humanos, que son movimiento­s por la igualdad social, y no por mantener los privilegio­s de unos cuantos”, agregó la experta.

De todo este asunto, Lina AbiRafeh saca una conclusión importante: a la larga se debe luchar a favor de más mujeres en el poder, elegidas, no heredadas. “Solo el 25 % de los parlamenta­rios nacionales son mujeres, y menos aún cuando se trata de ministros. En la actualidad, solo 23 países están liderados por una mujer. Y demasiados Estados ni siquiera han tenido una lideresa”, dice la activista, quien agregó que, con todo y críticas a la monarquía, con el fallecimie­nto de la reina Isabel II y la llegada al poder de Carlos III, “ahora tenemos una mujer menos para contar”.

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estatus de la reina era deliberada­mente... apolítico. ¿Qué es el feminismo, después de todo, si no inherentem­ente político?

Lina AbiRafeh defensora de la igualdad de género”

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/ AFP Los británicos oran por la reina Isabel II en la Catedral de San Pablo
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