Comisión de la verdad (para el prohibicionismo)

MÁS ALLÁ DEL CONFLICTO ARMADO, faltan verdades. De ahí la relevancia de una comisión de apoyo judicial para las verdades del narcotráfico como la propuesta en días pasados por Francisco de Roux y Marta Ruiz, expresidente y excomisionada de la Comisión de la Verdad.

Como bien lo sugirió Ruiz, “los graves crímenes del narcotráfico quedan en la impunidad”. Una buena parte de la información relacionada con el narcotráfico se queda en los Estados Unidos. Poco o nada se conoce sobre el destino de la plata, la propiedad sobre las tierras o la cantidad y naturaleza de bienes de los narcotraficantes. Sin la debida información sobre el impacto del narcotráfico en la economía y en la política, seguimos atados a un relato incompleto. En tanto que renuncia a la justicia nacional en aras de los intereses de la política antidrogas de los Estados Unidos, la extradición no ayuda.

Muchos de los crímenes del narcotráfico, como bien subrayó la excomisionada, son transnacionales. La cooperación internacional en una comisión como la propuesta es necesaria. Mecanismos de justicia transicional, que ayuden a recabar verdades todavía esquivas, jugarían un rol esencial en la reparación de las víctimas.

Pese a lo sugestivo de la idea general, surgen como mínimo un par de preguntas. La propia Comisión de la Verdad fue bastante clara a la hora de recomendar, como se ha hecho ya tantas veces, un cambio de paradigma en el trato que se le da al tema de las drogas. Sin embargo, se insiste en la narrativa del narcotráfico.

Si nos atenemos a algunos de los trabajos sociológicos sobre la guerra contra las drogas, desde Álvaro Camacho hasta Estefanía Ciro, ¿en vez de una comisión de la verdad para el narcotráfico no deberíamos pasar, mejor, a una comisión que se tome en serio el origen del prohibicionismo y sus efectos? ¿El problema de fondo es el narcotráfico o el prohibicionismo?