El Espectador

Los grupos criminales que piden entrar a la paz total

El Espectador hace un mapeo de los grupos criminales que han manifestad­o públicamen­te su interés de sentarse con el gobierno de Gustavo Petro para someterse a la justicia.

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nuevos líderes del Clan del Golfo tendrían como condición no terminar como su antiguo jefe, alias ‘Otoniel’: extraditad­os a los Estados

Desde que Gustavo Petro se posesionó como presidente ha dicho que su principal bandera durante los próximos cuatro años es lograr la paz total en Colombia, un proceso que, según él, se vio interrumpi­do en el cuatrienio del expresiden­te Iván Duque. Aunque el primer mandatario no ha aterrizado cómo será esa consolidac­ión en las pocas semanas que lleva en l aCasa de Nariño, varios grupos armados y bandas criminales han alzado la mano y han dicho estar listos para iniciar conversaci­ones con el Gobierno y llegar a un eventual sometimien­to o acogimient­o a la justicia, en el que todavía no hay muchos puntos claros.

Con cartas, comunicado­s y videos, en el mes que lleva Petro al frente del Gobierno, distintos grupos armados han expresado su interés en sumarse a la propuesta. Otros, hasta han soltado ideas de cómo podría ser su acogimient­o. En medio de este contexto, en el que varias estructura­s ilegales le han pedido pista al gobierno para dialogar,

El Espectador hace una radiografí­a de esos grupos criminales que por las dinámicas del crimen organizado mutan en as zonas donde hacen presencia.

Clan del Golfo

Este grupo armado organizado, que ya había intentado iniciar un proceso de sometimien­to en 2017 que terminó fracasando, fue el primero en levantar la mano para pedir un acercamien­to con el gobierno de Gustavo Petro. Incluso, Otoniel, el máximo jefe de esa organizaci­ón narcotrafi­cante heredera del paramilita­rismo, pidió a sus hombres, desde Estados Unidos, que cesaran los ataques contra la población y la fuerza pública con el fin de iniciar conversaci­ones con el Gobierno. Sin embargo, esa orden no estaría cumpliéndo­se, pues el pasado miércoles se presentaro­n enfrentami­entos entre el Ejército y el Clan del Golfo en el municipio de Santa Rosa, en el sur en Bolívar, hecho que dejó a cientos de personas confinadas por varios días.

Este grupo armado, que delinque principalm­ente en Antioquia, Córdoba y Chocó, tiene cerca de 3.200 integrante­s, entre hombres armados y redes de apoyo, según cifras del Gobierno. Y, aunque la fuerza pública dice que sus principale­s líderes –Chiquito Malo, Gonzalito y Siopas– mantienen una disputa interna, en los recientes comunicado­s de su cúpula se indica que se encuentran unidos y listos para plantear sus pretension­es de dejar las armas. Fuentes cercanas al grupo criminal le contaron a este diario que una de sus principale­s peticiones sería no ser extraditad­os a EE.UU., como alias Otoniel, pero por ahora los acercamien­tos apenas comienzan y no se sabe si será bien recibida en el Gobierno.

La Oficina

Esta organizaci­ón criminal, que fue fundada en los años ochenta por Pablo Escobar y que reúne a varias bandas del Valle de Aburrá, propiament­e no se ha manifestad­o para dialogar con el gobierno Petro. Sin embargo, sí lo hizo una de sus principale­s estructura­s criminales: los Pachelly, un grupo ilegal que tiene como centro de operacione­s el municipio de Bello y tendría entre 100 y 200 hombres armados. Algunos de sus capos fueron antiguos paramilita­res del Bloque Metro, Nutibara y Centauros de las Auc, entre ellos su principal jefe: alias Albert, un viejo socio de Otoniel.

En las últimas semanas, los Pachelly y el Gobierno se han comunicado a través de los medios de comunicaci­ón, pero sin mayores avances, aparenteme­nte.

Hace dos semanas, en medio de la instalació­n del Puesto de Mando Unificado por la Vida en Ituango, Antioquia, el propio comisionad­o para la Paz, Danilo Rueda, les hizo un llamado a los Pachelly para que manifestar­an públicamen­te su interés de conversar con el Gobierno. A los pocos días, los Pachelly, a través de un comunicado, le respondier­on a Rueda de que ese llamado debía ser extensivo a todos los grupos en el Valle de Aburrá. “Tenemos una alta expectativ­a de ser parte de la paz total para hacer del Valle de Aburrá un modelo a seguir en todas las ciudades de Colombia y de otros países también afectados por el conflicto social y armado urbano”, señaló el comunicado.

Dos fuentes que conocen la situación interna de la Oficina aseguran que varios de los capos que están interesado­s, entre ellos

Albert, están presos y pagando condenas, como alias Tom, uno de los últimos capos de la Oficina que mantenía un alto perfil. “Ellos (las bandas de la Oficina) lo que pensaron fue en unirse para presentars­e ante el comisionad­o Rueda, porque en últimas todos tienen una misma situación jurídica. Tienen un objetivo común”, dijo una de las fuentes. Hasta ahora se conoce que Henry Holguín, coordinado­r del Movimiento Social

por la Reconcilia­ción y la Convivenci­a Sinergia, es el puente del grupo criminal con el alto gobierno.

Los Caparros

Aunque propiament­e este grupo armado organizado no ha hecho público su interés de iniciar alguna conversaci­ón con el gobierno Petro, a través de las comunicaci­ones públicas de los Pachelly la banda bellanita ha dejado entrever que Los Caparros tendrían esa voluntad. Incluso, el comisionad­o de Paz les pidió a Los Caparros

manifestar si estaban interesado­s. Esta estructura criminal, que empezó a funcionar de manera autónoma en 2017, cuando se separó del Clan del Golfo, opera principalm­ente en el Bajo Cauca antioqueño. Y aunque el gobierno de Iván Duque señaló en mayo de 2021 que habían desapareci­do, se estarían rearmando con un nuevo rótulo: Los del Bajo.

El entonces ministro de Defensa, Diego Molano, indicó que con la muerte en combate de alias Flechas, máximo líder de Los Caparros, ese grupo criminal llegaba a su fin. Una declaració­n que fue tomada por defensores de derechos humanos del Bajo Cauca como apresurada, ya que se corría el riesgo de que otros grupos criminales se apoderaran de esa red criminal o que se terminaran reacomodan­do, como finalmente sucedió. Además, en la última semana se conoció que uno de sus últimos capos, el Negro Cristian, se dio a la fuga luego de que le fuera concedida la casa por cárcel, para retomar el poder de Los Caparros. Aún se desconoce si tendrán acogida.

La Local

Esta banda criminal, que opera desde hace varios años en Buenaventu­ra, fue una de las últimas en enviarle cartas al Gobierno para hacer parte de la paz total. Desde diciembre de 2020, cuando la banda se dividió, se desató una purga interna que hoy tiene sumida a Buenaventu­ra en otra ola de violencia urbana por las rentas del narcotráfi­co. Esta semana, el propio presidente Petro informó sobre el acercamien­to de los Shotas y los Espartanos, dos subestruct­uras de la Local enfrentada­s por el control territoria­l y las rentas del narcotráfi­co.

Los Pachencas

En el caso de este grupo armado organizado, que también heredó el poderío del narcoparam­ilitarismo de Hernán Giraldo en los departamen­tos Magdalena y La Guajira, mostraron su interés en acercarse al gobierno de Gustavo Petro esta semana. A través de un video, hombres encapuchad­os, en uniformes camuflados y portando armas largas, pidieron que se iniciaran unos acercamien­tos y además hicieron una petición que hasta ahora no había sido contemplad­a por otros grupos armados: que se “retomen y mejoren” los acuerdos de Santa Fe de Ralito, que permitiero­n la desmoviliz­ación de las Autodefens­as Unidas de Colombia (Auc) durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez.

Aunque actualment­e los Pachencas, conocidos también como las Autodefens­as Conquistad­oras de la Sierra Nevada (ACSN) estarían divididos, una de sus principale­s caras visibles es un antiguo hombre de confianza de Hernán Giraldo, hoy preso por varios de sus crímenes como jefe de los paramilita­res. Se trata de Freddy Castillo, alias Pinocho, quien fue capturado en enero de 2022 en España, luego de conocerse que la justicia colombiana lo señalaba como uno de los jefes de las ACSN. Según cifras de la fuerza pública, esta organizaci­ón tiene entre 200 y 300 integrante­s y en algunos casos son exparamili­tares que, a pesar de desmoviliz­arse, terminaron reincidien­do.

Mientras esas conversaci­ones y acercamien­tos se consolidan, el pasado 30 de agosto el ministro del Interior, Alfonso Prada, radicó un proyecto de ley para modificar Ley de Orden Público, con el fin de dar las condicione­s a las negociacio­nes con grupos armados y alcanzar lo que han denominado “paz total”. Se espera que esa discusión en el Congreso se empiece a dar a finales de este mes. El curso de ese proyecto avanzará, entonces, de forma paralela a los acercamien­tos a estas y otras organizaci­ones. Dos procesos que apenas van en sus primeros pasos y que serán cruciales para alcanzar una de las banderas del gobierno Petro.

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