El Espectador

De tierras y distopías

- MARC HOFSTETTER

El país de esta historia tiene una repartició­n de sus tierras que muchos consideran injusta. La población heredera de los antiguos colonizado­res solo representa el 1 % del total, pero tiene el 18 % de las mejores tierras. El gobernante de este país lanza un plan para comprar ocho millones de hectáreas y repartirla­s entre la población nativa.

El gobernante lanza una estrategia audaz: propone una reforma constituci­onal vía referéndum que lo autorice a expropiar las tierras sin indemnizac­ión. –Son más los que quieren tierra, que los que la tienen. Ganaremos– piensa. Pero su cálculo sale mal. La población rechaza la reforma en las urnas. El presidente entonces promete nuevos enviones reformista­s para despojar a los terratenie­ntes. El 90 % de las granjas sucumbe ante las turbas. El país, un exportador neto de alimentos y cuyo desempeño económico depende del éxito de su producción agrícola, ve cómo en poco tiempo el sector colapsa. Los alimentos empiezan a escasear y sus precios a crecer. El gobierno, escéptico de las leyes de la oferta y la demanda, enfrenta la carestía alimentici­a con controles de precios. Las transaccio­nes migran a mercados negros. Con la producción por el suelo y su migración a mercados informales, el recaudo del gobierno se derrumba.

El colapso del recaudo encuentra pronto una solución: el Banco Central empieza a imprimir billetes para financiar la operación del gobierno. La inflación, que en la década anterior había navegado en cifras de dos dígitos, empieza a subir. Pasa a tres, luego a cuatro, más tarde a cinco dígitos y no se detiene: el proceso alcanza su pico cuando los precios crecen en un solo año 230 millones por ciento (¡sí, millones!).

Ha pasado más de una década desde ese pico inflaciona­rio y un cuarto de siglo desde el comienzo de los acontecimi­entos descritos. Los precios en los últimos tres años han aumentados a tasas anuales de 3 dígitos y la actividad económica del país sigue por debajo de la que había 25 años atrás.

La aparente distopía descrita no es ni del futuro ni imaginaria. Narra los hechos ocurridos durante el último cuarto de siglo en Zimbabue. Una historia que arranca con la intención del gobierno de comprar tierras y repartirla­s y termina en una repartija violenta, primero tolerada y luego aupada por el gobierno, que se llevó consigo la prosperida­d del país. Twitter: @mahofste

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