Mal condenada
LA JUSTICIA NO ES SOLO EL ARTE DE administrarla sino el de convencer. Cuando los jueces pronuncian sus fallos no deben esperar aplausos ni rechiflas, sino solamente que la comunidad entienda sus decisiones. Cuando no se comprende por qué unas veces se condena y otras se absuelve, la credibilidad de la justicia sale lesionada.
Es lo que está pasando con la condena que ha anunciado un juez a la joven hija de la excongresista Merlano que en el gobierno de Duque se voló en las narices de los encargados de custodiarla. Ahora resulta que, según la Fiscalía y el togado que acogió su solicitud, esta joven —a quien no conozco, ni tampoco a su madre— deberá purgar 17 años de cárcel, lo que de llegar a ocurrir parecerá más una venganza que una decisión salomónica.
El punto no es que nadie está obligado a declarar contra sus parientes, como lo sostuvo la exvicepresidenta Marta Lucía Ramírez, porque aquí no se trató de que a la joven Merlano la hubiesen condenado por no haber declarado contra su progenitora. La cosa no es por ahí.
Lo que se ha sabido es que el famoso video que los colombianos llevamos meses viendo, en el que aparece la excongresista con sus hijos y el odontólogo antes de saltar aparatosamente por una ventana a plena luz del día, no solamente no sirvió de prueba reina para condenar a la jovencita, sino que fue descartado por ilicitud.
¿Cómo construyeron la Fiscalía y luego el juez la certeza de que la joven Merlano estuvo comprometida en la fuga de su progenitora, si por razones de técnica procesal el video de marras fue considerado una prueba ilícita? Difícil edificar esa condena en prueba indiciaria, más todavía cuando lo que también se ha sabido es que no se identificó cuál fue el hecho indicador que estaría demostrando que en la huida de la madre estaba involucrada su hija y además que habrían utilizado al hijo y hermano menor.
Dado el parentesco entre la huidiza excongresista y su hija, era menester una prueba robusta, no la gaseosa consideración de que el hijo y hermano menor de las