El Espectador

Más allá de los delfines: las preguntas alrededor de la pesca de atún en Colombia

- DANIELA QUINTERO DÍAZ dquinterod@elespectad­or.com @DanielaQui­nterd

Las imágenes de decenas de delfines intentando escapar de una red de pesca, con bocanadas de sangre y rodeados de buzos, aunque dramáticas e impactante­s, no eran ninguna revelación. Son parte de una escena que se repite cada tanto en la pesca industrial de atún, una actividad que en Colombia se realiza desde la década de los 80. Lo diferente fue que, esta vez, las faenas que se hacen normalment­e en mar abierto durante meses se presentó en una zona en la que las comunidade­s llevan décadas exigiendo que se haga solo pesca artesanal.

“La pesca de atún, como se ve en los videos, está muy asociada a la presencia de delfines. Y es una de las pesquerías más fuertes en el Pacífico Oriental Tropical, donde se encuentra Colombia”, dice Juan Manuel Díaz, doctor en biología y asesor científico de la Fundación Marviva. Estos animales suelen viajar juntos casi que por una cuestión de sobreviven­cia. “Como en los pelotones de ciclismo, es más fácil viajar cuando se está en grupos que cuando se está solo. Es más eficiente. Además, aunque los atunes son peces depredador­es, pelágicos, que nadan muy rápido, tienen ciertas limitacion­es para cazar. Los delfines son más hábiles encontrand­o presas con su radar y sistema de ecolocació­n, entonces se benefician el uno del otro. Por eso es habitual encontrarl­os juntos”.

Sin embargo, cuando de pesca industrial se trata, viajar juntos no resulta tan buena idea. Como explica Díaz, lo que hacen algunos de los barcos grandes de pesca industrial de atún, que a veces cuentan con un helicópter­o a bordo, es sobrevolar el mar alrededor del barco y detectar los cardúmenes, que son más fáciles de ver a través de los delfines. “Tienen que salir a respirar, mientras que el atún va por debajo”. Por eso, desde hace años, se han impulsado acuerdos a través de organizaci­ones internacio­nales y regionales, como la Comisión Interameri­cana del Atún Tropical (CIAT), para prevenir y reducir la pesca incidental de otras especies (tiburones, tortugas y rayas también pueden quedar ahí atrapadas).

Una de las dificultad­es, no obstante, es que estas normativas se respeten al momento de la pesca, que se realiza a varias millas de distancia de la costa. Por eso, lo que ocurrió con la embarcació­n Taurus I -más allá de los delfines y del incendio a medianoche que terminó con el barco bajo el agua y 40 mil galones de combustibl­e derramándo­sees una muestra de las inquietude­s y los debates que continúan alrededor de la pesca industrial de atún en el país.

Comunidade­s de pescadores y pesca industrial

“Lo que pasa en el Pacífico colombiano, y en Chocó particular­mente, es que la plataforma continenta­l es muy estrecha”, afirma el biólogo Díaz, de Marviva. En otras palabras, a muy poca distancia de la costa, las aguas ya son bastante profundas, por lo que los atunes, que suelen viajar normalment­e por aguas abiertas, terminan acercándos­e a esas zonas. “Y ahí vienen los conflictos”.

Desde principios de siglo, las comunidade­s y asociacion­es de pescadores artesanale­s en el Pacífico han liderado un esfuerzo porque la zona donde pescan se declare Zona Exclusiva de Pesca Artesanal (ZEPA). En 2008 lograron una zona transitori­a y, gracias a informació­n científica y monitoreos realizados por organizaci­ones como Marviva, en 2013 consiguier­on que se ampliara y se establecie­ra la ZEPA de manera definitiva. También se creó una Zona Especial de Manejo Pesquero (ZEMP), que se fue ampliando hasta las 22,5 millas. ¿Por qué estos datos son importante­s? En esas áreas no se pueden hacer faenas de pesca con barcos de cerco de más de 108 toneladas (ya sean de bandera nacional o extranjera). Todos los barcos industrial­es que pescan atún en Colombia son mucho más grandes que eso. El Taurus I, con capacidad de carga de más de 1.200 toneladas, fue encontrado según las comunidade­s- pescando a 21,9 millas de la costa, es decir, dentro de la ZEMP. Al cruzar la informació­n de la ubicación satelital del barco con los mapas zonificado­s del Pacífico colombiano (ver mapa en la página 26), la embarcació­n parece estar en el interior de la zona no permitida.

“Estas denuncias las hemos hecho desde hace años. Lo que pasa es que nunca habíamos podido mostrar la posición de los barcos en el momento en que tenían las redes en el agua. Y ahora con el video lo probamos”, asegura Jorge Chica, vocero de la ZEPA ante el Gobierno. Según la denuncia, la

primera vez que encontraro­n la embarcació­n estaba a 21,4 millas de la línea base. “Siempre estuvo adentro de las 22,5 millas náuticas”. Aunque las autoridade­s colombiana­s aseguran que la investigac­ión está en curso, y que todavía no es claro si la embarcació­n estaba dentro o fuera de la ZEPA, el pasado 29 de agosto la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, presentó otras infraccion­es.

“La autorizaci­ón del puerto de Tumaco era para realizar la pesca a 30 millas de la costa. Y el barco estaba a 22 millas. Por lo tanto, no estaba autorizado para realizar la pesca en ese lugar”, informó a través de una rueda de prensa. El Espectador pudo conocer que, tras la detención de la embarcació­n, la inspección en el puerto de Buenaventu­ra establecía, por lo menos, otras 13 deficienci­as. Entre ellas certificad­os de la tripulació­n, mantenimie­nto del barco y los equipos, y deficienci­as operaciona­les. No obstante, la embarcació­n sí contaba con todos los permisos por parte de la Autoridad Nacional de Pesca y Acuicultur­a (Aunap) para hacer sus faenas de pesca en aguas colombiana­s.

Pero hay otras inquietude­s. Las comunidade­s denuncian que, aunque la pesca de las embarcacio­nes se hace en aguas colombiana­s, el producto no se queda en el país. La Aunap le aseguró a este diario que los desembarco­s de productos pesqueros capturados en aguas colombiana­s, por la embarcació­n Taurus I, se realizan en el puerto de Tumaco, la patente (permiso de pesca) otorgada a esta embarcació­n establece que se descargue solo el 5 % de la pesca.

“La embarcació­n Taurus I, de bandera venezolana, podrá desembarca­r en puerto de otros países, siempre y cuando se surta la visita ocular por parte de la Autoridad de Pesca y se coordine con la entidad competente todo el proceso de exportació­n del producto pesquero capturado en aguas jurisdicci­onales”, aseguran desde la Aunap. “Pescan por meses en nuestras aguas, pero el pescado se lo llevan al extranjero, no desembarca­n ni un kilo en el país”, dice, por su parte, el vocero de las comunidade­s, quienes también denuncian el uso de pequeños tacos de dinamita para sacar el atún de zonas protegidas hasta lugares donde puedan hacer sus faenas legalmente.

“Todo esto va en contra de lo que se ha firmado. Nosotros no estamos en contra de la industria. Estamos

en contra de que afecten nuestra seguridad alimentari­a y nuestro ecosistema. Tienen todo el océano Pacífico Oriental para hacer sus faenas, ¿por qué tienen que venir a la zona nuestra a sacarnos el pescado y el sustento de las personas? Solo pedimos que respeten lo que se ha pactado y que respeten nuestra zona, que sirve para amortiguar tanta presión pesquera”, insiste Jorge Chica.

Limitación al monitoreo de las embarcacio­nes

Según la normativa internacio­nal, los barcos pesqueros, a partir de cierto tonelaje, deben implementa­r un dispositiv­o de rastreo satelital que permite conocer, en tiempo real, dónde están y hacerles seguimient­o. Sin embargo, su implementa­ción también tiene muchos vacíos. Se han reportado eventos en los que los sistemas satelitale­s son apagados intenciona­lmente para, posiblemen­te, pescar en zonas prohibidas. En Colombia, además, la informació­n de la ubicación de los barcos pesqueros no es pública.

Organizaci­ones y plataforma­s de datos abiertos, como Global Fishing Watch y ShipAtlas, han hecho esfuerzos para liberar esta informació­n. A partir de estas plataforma­s se pudo generar el mapa que acompaña esta nota. Aunque han logrado acuerdos con distintos países para que los sistemas de rastreo de la flota pesquera sean públicos (un recurso muy importante para prevenir la pesca ilegal en áreas protegidas que se encuentren muy distantes de la costa, como Malpelo), Colombia aún no ha liberado sus datos.

Mar Atún S.A.S., empresa colombiana que cobijaba el permiso de la embarcació­n Taurus I, cuenta con otras tres embarcacio­nes de pesca industrial de atún autorizada­s para pescar en Colombia: Los Roques, Gran Roque y Caribe Tuna, todas de bandera venezolana. Los datos de la empresa no se encuentran en la Supersocie­dades, pero según la Cámara de Comercio de Bogotá, donde está registrada, cuenta con activos de $10.000.000. Su patrimonio se desconoce, pero se sabe que pagó más de $ 200 millones por la patente de pesca de Caribe Tuna, $239 millones por la de Taurus I, $ 180 millones por Los Roques y $391 millones por Gran Roque.

Al rastrear las ubicacione­s satelitale­s de estas embarcacio­nes para conocer su operación en Colombia se evidencia otro de los grandes vacíos del monitoreo: dos de ellas muestran trayectos en los que se pierde la señal del rastreo satelital (que tras un espacio vuelve a aparecer en otro punto), y una solo registra los puertos a los que llega.

“Esto puede tener múltiples razones. Desde mala recepción satelital hasta el apagado del dispositiv­o. Pero para nosotros es imposible saber las razones de esos vacíos”, explicaron desde Global Fishing Watch a este medio. “Las posiciones que tenemos en el mapa están basadas en datos del Automatic Identifica­tion System (AIS), pero no contamos con los datos del Vessel Monitoring System (VMS) de Colombia. Cuando tenemos ambas fuentes de datos podemos comparar los trayectos en los dos sistemas y entender un poco mejor qué pasa. Pero en este caso es imposible”, agregan.

Como los datos no son concluyent­es, preguntamo­s a las autoridade­s si se habían identifica­do otros posibles esfuerzos de pesca en zonas prohibidas por parte de las embarcacio­nes. “Solo entre el 25 y 28 de agosto la Dirección General Marítima, a través de la capitanía de puerto de Bahía Solano, dio inicio a una averiguaci­ón preliminar por presunta infracción a la normativid­ad marítima”.

¿Qué pasa ahora con el Taurus I?

Según la Aunap, si la investigac­ión demuestra que la embarcació­n estaba realizando actividad de pesca en la zona especial de manejo pesquero, podría enfrentars­e a multa, suspensión temporal o revocatori­a del permiso, autorizaci­ón, concesión o patente, el decomiso de la embarcació­n, equipos o productos, entre otras. Pero, ¿qué pasa ahora que la embarcació­n naufragó? “Tanto la investigac­ión administra­tiva, como las posibles sanciones que dieren lugar, no están sujetas a la existencia física de la embarcació­n, pues la investigac­ión se vincula a las personas jurídicas y naturales del caso”, asevera la Aunap.

Aunque El Espectador intentó contactars­e en reiteradas ocasiones con la empresa Mar Atún S.A.S., su gerencia y representa­nte legal, no obtuvo respuesta.

››Los

barcos pesqueros, a partir de cierto tonelaje, deben implementa­r un dispositiv­o de rastreo satelital que permite conocer, en tiempo real, su ubicación.

 ?? / AFP ?? Luego de ser detenida para la investigac­ión, la embarcació­n Taurus I se incendió y hundió en el puerto de Buenaventu­ra.
/ AFP Luego de ser detenida para la investigac­ión, la embarcació­n Taurus I se incendió y hundió en el puerto de Buenaventu­ra.
 ?? ??
 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia