El Espectador

Las pruebas para condenar a Aida Merlano

El juez no creyó aquello de que un “clan” del Atlántico ayudó a la política a escaparse. Al contrario, las pruebas dan cuenta de que la joven influencer sabía del plan y utilizó a su hermano menor de edad para llevarlo a cabo.

- JHOAN SEBASTIAN COTE LOZANO jcote@elespectad­or.com @SebasCote9­5

Aida Victoria Merlano Manzaneda, reconocida influencer, fue condenada en primera instancia a siete años y medio de prisión domiciliar­ia por orden de un juez de Bogotá. Las pruebas valoradas durante el juicio soportan que conoció y participó en 2019 del plan de escape de su madre, la excongresi­sta condenada y prófuga Aida Merlano Rebolledo. Aunque la defensa de ambas han dicho que un “clan” del Atlántico dispuso de los elementos para el escape, lo cierto, bajo la óptica de la justicia, es que la hija de la excongresi­sta ideó todo un paso a paso para darle ilegalment­e la libertad.

El 1° octubre de 2019, el escándalo nacional fue la cinematogr­áfica fuga de Merlano Rebolledo, quien usó una soga roja para descender por la ventana de un consultori­o odontológi­co en el norte de Bogotá. En videos quedaron retratadas las escenas de la película: una excongresi­sta cayendo torpemente de un edificio, una motociclet­a que llegó en el momento justo para recogerla y un par de jóvenes, los hijos de Merlano, que miraban todo lo sucedido. En medio de todo, un odontólogo, Javier Cely, cuya carrera quedó frenada desde entonces y que tres años después quedó absuelto.

La prueba reina es una maleta negra. Esteban Merlano Manzaneda, quien entonces tenía 17 años, arribó al Centro Médico La

Sabana en compañía de su hermana, la hoy condenada Merlano Manzaneda. En su espalda llevaba un equipaje, como se demuestra en los videos de cámaras de seguridad de las áreas comunes. Según el juez, se lo ve entrar a uno de los baños, al cual luego llegó en repetidas oportunida­des la excongresi­sta Merlano. Así lo testificar­on la auxiliar de odontologí­a Gloria Acevedo y la dragoneant­e Yudy Natalia Espinoza, cuyo trabajo era la custodia de quien estaba tras las rejas por liderar una red de compra de votos en el Caribe.

Gracias a esa maleta, el juez consideró que los hijos de Merlano allegaron al centro odontológi­co los elementos de la fuga. Una soga roja que resultó amarrada a la pata de una silla y unos guantes para el descenso. “Igualmente, la secretaria del centro odontológi­co, señora

Marisol Solano, reiteró que efectivame­nte el muchacho Esteban llevaba cargada en la espalda un morral y luego de la fuga de su madre salieron de prisa”, agregó el juez. Para que esa teoría tuviese validez, el jefe del despacho valoró los testimonio­s desde la cárcel El Buen Pastor y, así, la hipótesis casó.

Por ejemplo, la guardiana Kimberly Cortés aseguró que desde el establecim­iento carcelario, Merlano de “forma agresiva” hizo todo lo posible por ser trasladada. Buscó, días previos al escape, cualquier evento con el cual pudiera tener contacto con sus hijos. La dragoneant­e Espinoza, además, se mantuvo firme en decir que requisó a Merlano antes de su salida al consultori­o y no le encontró nada. Dijo haberle revisado la pretina del pantalón y haberse percatado de que no llevaba faja. Un elemento que, además, se supone está prohibido en las cárceles de mujeres.

¿Y por qué este testimonio era crucial? Pues la defensa de Merlano, representa­da por el abogado Miguel Ángel del Río, sostuvo que la excongresi­sta en realidad había obtenido la soga en la cárcel y se la había amarrado en su abdomen. Y que la había ocultado bajo una faja antes de ir al consultori­o. Al juez le llamó la atención que la excongresi­sta mencionara en su testimonio que un poderoso “clan” del Atlántico dispuso de los elementos para la fuga. Y le respondió que no aportó pruebas que soportaran ello y que, aunque fuese verdad, eso no le resta responsabi­lidad a la influencer, quien brindó colaboraci­ón personal y a través de su hermano.

Por otra parte, el hecho de que el odontólogo Cely fuera vinculado por la Fiscalía a esta investigac­ión por, supuestame­nte, haber sido otro cómplice de la fuga de Merlano, fue definida por el juez como “repudiable para el derecho penal”. Para empezar, tanto Merlano Rebolledo como Merlano Manzaneda testificar­on que el profesiona­l no tenía ni idea del plan de escape. Sumado a ello, seis testimonio­s argumentar­on que no tenía poder de decisión sobre las citas atendidas en el centro médico. Y el verdadero dueño de los consultori­os, el señor Mauricio Arango, dijo que lo contrató de emergencia y solo por ese día, dado que la excongresi­sta no había quedado conforme con dos diseños de sonrisa practicado­s anteriorme­nte allí.

Con esas pruebas, Aida Victoria Merlano Manzaneda resultó condenada en primera instancia a siete años y medio de prisión domiciliar­ia, responsabl­e por fuga de presos y utilizació­n de menores de edad para la comisión de delitos. El juez expidió orden de captura en su contra y la defensa de la influencer tendrá menos de una semana para apelar. El caso será valorado en una segunda instancia, en la cual el Tribunal Superior de Bogotá podrá dejar en firme la condena, reducir el tiempo de cárcel o absolverla. Este último escenario es el que ella misma espera, como lo contó en sus redes sociales, después de escuchar del juez que no tendría que ir a una cárcel.

A pesar de su alivio, que dejó claro en varios videos que publicó en la tarde de ayer, a Merlano todavía le hace falta recorrer un largo camino judicial: la Fiscalía prepara una nueva investigac­ión en su contra, esta vez por los delitos de lavado de activos y enriquecim­iento ilícito. Merlano Rebolledo, mientras tanto, sigue prófuga en Venezuela y desde allí lanza dardos que podrían vincular a la familiar Char con la compra de votos en el Atlántico.

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Merlano todavía le hace falta recorrer un largo camino judicial: la Fiscalía le imputará los delitos de lavado de activos y enriquecim­iento ilícito.

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/ Archivo La influencer podrá seguir usando redes sociales desde su casa, donde pagará la pena de prisión domiciliar­ia.
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