La invasión de las motos
COLOMBIA SE MOTORIZÓ. EL AUGE que han venido teniendo estos vehículos de dos llantas con motor es impresionante y las razones son varias. La practicidad es una de ellas. No existe en el mundo un medio de transporte más eficiente y económico.
En el país, por ejemplo, han batido récord en ventas muy por encima de los pronósticos más optimistas. Las ensambladoras no dan abasto con una producción que a duras penas puede atender la demanda.
El fracaso de los transportes masivos —aun subsidiados por el Estado—, que tiene al borde de la quiebra a muchísimos operadores en todo el país, ha contribuido al incremento de las motos. Las gentes se cansaron de los tales buses, que hasta les han hecho calle de honor y ni así cumplen con las promesas de sus horarios. Están vueltos “chicuca”, son inseguros, fétidos y la gran mayoría pasados de ser chatarrizados.
Además, las motos las entregan con la cédula a unos plazos tales que resulta más barato comprarlas que pagar ese transporte demorado y sofocante donde atracan y circulan distintos bichos. Además de que llegan a cualquier parte, la economía del combustible es otro factor definitivo, habida cuenta de la eficiencia de los pequeños motores.
Los cálculos más serios y conservadores nos dicen que este año se podría llegar a la escandalosa cifra de un millón de motos vendidas y digo escandalosa porque, si antes los carros ni cabían en las calles, ahora van a ser las motos las que no tendrán por donde circular. Este fenómeno ya se ve, porque ahora les ha dado por andar por los andenes y las zonas verdes, cuando no en contravía y a altas velocidades sin respetar los semáforos.
¿Qué hace el Estado frente a esta invasión? ¿Dónde están las campañas para que los motociclistas se eduquen y respeten a los transeúntes y a quienes comparten con ellos las vías y carreteras?