El Espectador

Colombia: una historia breve de reformas políticas

A pesar de los 200 años de historia republican­a, no han sido muchos los cambios políticos de índole legal. La Constituci­ón de 1991 marcó un punto de quiebre y durante los últimos 30 años se ha tratado de ajustar.

- JUAN SEBASTIÁN LOMBO DELGADO jlombo@elespectad­or.com @JuanLombo

Además de la reforma tributaria, cuya discusión está algo adelantada, la agenda del Gobierno estará dominada en las próximas semanas por la reforma política radicada hace una semana. En menos de tres meses tiene que sortear cuatro de los ocho debates que le correspond­en por ser un acto legislativ­o, es decir, un cambio constituci­onal. El debate estará cargado de polémicas, debido a que la propuesta busca hacer un revolcón estructura­l al sistema político.

Aunque el presidente Gustavo Petro tiene las mayorías en el Congreso, no será un trámite fácil. Colombia es un país en el que los cambios políticos son pocos, aún más los tramitados de forma exitosa en el Capitolio. Desde la Constituci­ón de 1991, que se puede tomar como la reforma política más importante de la historia reciente, como señala el profesor David Roll, de la Universida­d Nacional, solo ha habido entre tres y cuatro procesos que pueden llegar a calificars­e como de cambio del sistema. Si las reformas en estas tres últimas décadas han sido pocas, se puede llegar a decir que, en proporción, fueron mucho menos las que se llevaron a cabo antes de la Constituci­ón vigente.

Para el historiado­r Álvaro Tirado Mejía, apenas se pueden hablar de cuatro grandes reformas políticas antes del 91. La primera no puede ser otra más que la Constituci­ón de 1821. De acuerdo con el académico, este fue uno de los primeros rompimient­os con la estructura política colonial. Esto debido a que se instauró oficialmen­te la República en los territorio­s que después serían conocidos como Colombia. La consolidac­ión de la República se dio entre votos y balas. Las siguientes reformas vendrían con la consolidac­ión de los dos partidos históricos y con las sucesivas constituci­ones del siglo XIX.

En esta seguidilla de constituci­ones, Tirado Mejía hace un paréntesis para señalar que el segundo momento importante de cambio político se dio hacia mediados de la centuria, con la consolidac­ión del Partido Liberal y las reformas de los radicales. “Vinieron las reformas de Murillo Toro, Mosquera y los otros radicales liberales. Se crearon las bases para el Federalism­o ”, expresó el historiado­r. En este orden, el siguiente gran cambio fue la Regeneraci­ón, liderada por los conservado­res y Rafael Núñez. La Constituci­ón de 1886 implicó un gran cambio en el sistema, volviendo al centralism­o y favorecien­do a los azules. Eso llevó a la Guerra de los Mil Días.

La derrota liberal en el campo de batalla consolidó el sistema conservado­r y cerró el paso a otras expresione­s hasta 1936, cuando los rojos llegaron nuevamente al poder. Aunque, antes de ello, en 1910, también hubo breves cambios. Tras finalizar el mandato de Rafael Reyes, período catalogado como el Quinquenio, se hicieron algunos ajustes al sistema cerrado que dejaron los conservado­res. “La reforma constituci­onal de 1910 fue importante en el ámbito político, porque en la Regeneraci­ón se proscribió al Partido Liberal, por lo que se les dio participac­ión en el gobierno como partido minoritari­o”, comentó Tirado Mejía.

La gran reforma política de 1936 vino nuevamente de la mano de los liberales. El primer presidente liberal del siglo fue seguido por Alfonso López Pumarejo, que llegó al poder con la promesa de la “Revolución en Marcha”. Este proceso reformista incluyó varios cambios de índole política, sobre todo “un proceso de seculariza­ción del Estado”, como señaló David Roll en su texto Reformas políticas buenas y malas en el país. En un sentido similar se manifestó Tirado Mejía: “En el ámbito político se estableció la función social de la propiedad y se estableció el intervenci­onismo de Estado”.

Las grandes reformas políticas desapareci­eron del siglo XX hasta 1991, o por lo menos no tuvieron el mismo impacto. La razón es que se mantuvo el sistema bipartidis­ta que dominó desde finales del siglo XIX. La dictadura de cuatro años de Gustavo Rojas Pinilla fue seguida por el pacto entre liberales y conservado­res para regresar al poder, más conocido como el Frente Nacional, celebrado en 1958. Esto permitió que por 16 años se repartiera­n el Ejecutivo y configuró el panorama político hasta la nueva Constituci­ón. Aunque en términos políticos fue una gran reforma que acabó con la violencia bipartidis­ta, podría considerar­se que fue un acuerdo para que “las cosas no cambiaran”.

Este breve recorrido en los siglos XIX y XX demuestra que fue la Constituci­ón de 1991 una de las más importante­s reformas políticas que hubo en el país. En la nueva Carta Magna se intentó ponerle freno al amplio presidenci­alismo y centralism­o de la Constituci­ón de 1886 con varias determinac­iones, entre ellas se les puso coto a los estados de excepción. Asimismo, se otorgó más funciones al Poder Legislativ­o y se amplió su posibilida­d de control político y se instauró la moción de censura. En este camino se le otorgó al Congreso un mayor tiempo de sesiones para llevar a cabo la tarea de legislar y control político permanente. En este camino reformista se modificó el tipo de circunscri­pción del Senado, que pasó a ser de orden nacional. También se intentó dar una mayor apertura política al favorecer la aparición de otros partidos y movimiento­s, para de esta manera romper con el férreo bipartidis­mo que se tomó al país por más de un siglo.

Varias de las medidas de la nueva Constituci­ón tuvieron un efecto inmediato y los intentos de frenar, modificar y hasta corregir sus alcances se llevaron a cabo desde muy temprano. “El presidente Ernesto Samper trató de hacer unos cambios en lo electoral, para esto convocó a una comisión para la reforma de los partidos políticos. Ese proyecto se hundió por el Proceso 8.000”, expresó el profesor Roll, quien confesó que formó parte de esa comisión. Varios de los elementos expresados por esta habrían sido retomados por la siguiente administra­ción, la de Andrés Pastrana. Según el académico, dicha reforma fue conocida como “árbol de Navidad”, debido a que “todo el mundo le metió mano y le colgaron artículos de distinta índole”. Ante el “Frankenste­in” creado, el proyecto fue hundido por decisión del Ejecutivo.

El intento reformista de Pastrana fue infructuos­o. Por el contrario, en el gobierno de Álvaro Uribe hubo múltiples cambios de orden político. Como expresó Roll, Uribe llegó al poder con una propuesta de reforma a través de plebiscito, proyecto que radicó desde el 7 de agosto. Aunque se votó a finales de 2003, ninguno de sus puntos salió adelante.

El referendo uribista buscaba la reducción del Congreso y establecer el umbral electoral, entre otras modificaci­ones. Tras el fracaso, se impulso entonces una de las reformas políticas más importante­s del pasado reciente. El Acto legislativ­o 01 de 2003 trató de subsanar el debilitami­ento al sistema de partidos que causó la Constituci­ón, al permitir la creación de estos únicamente con firmas, determinac­ión que llevó a que a comienzos del año 2000 se tuvieran más de 70 colectivid­ades en el país.

La reforma de 2003, de cierta forma, logró parar la fragmentac­ión partidista. Según Roll, la iniciativa vino de los propios congresist­as y contó con un ligero apoyo del gobierno Uribe, a través del entonces ministro del Interior, Sabas Pretelt de la Vega. Entre los cambios estuvo limitar a lista única las postulacio­nes de los partidos y movimiento­s. En el sentido de fortalecer a los partidos también se estableció el umbral electoral, en un principio del 2 %. Dicha medida permitió depurar las colectivid­ades que no tuvieran una votación amplia.

La reforma también logró el paso a la cifra repartidor­a para la definición de las curules en el Congreso. De igual manera, se recuperó el concepto de democracia interna de los partidos. En este mismo sentido, y tras los grandes escándalos de financiaci­ón de las campañas -como lo fue el Proceso 8.000- se establecie­ron nuevas condicione­s de financiaci­ón. Los otros cambios del acto legislativ­o entraron a modificar la elección del Consejo Nacional Electoral (CNE) y del registrado­r, así como se otorgaron nuevas garantías a la oposición. Una de los cambios polémicos, que fue pensado inicialmen­te para fortalecer los partidos, pero ha tenido un resultado diferente, fue el voto preferente.

En 2004, Álvaro Uribe impulsó en el Congreso la reforma constituci­onal para la reelección, que puede tomarse como otro cambio fundamenta­l, pues rompió con la intención del período presidenci­al de solo cuatro años, lo que causó un trastorno en el sistema de pesos y contrapeso­s . Por otro lado, la respuesta fue la creación de la Ley de Garantías, una legislació­n importante para el equilibrio del ejercicio político, sobre todo de la oposición. Además de los cambios causados por la reelección, la segunda gran reforma del siglo XXI fue el Acto legislativ­o 01 de 2009, que entró a afianzar y, en algunos casos, corregir lo dejado por la reforma constituci­onal de 2003. Esta también actuó como respuesta al fenómeno de la parapolíti­ca, que explotó con fuerza en 2006, por lo que se buscó introducir el concepto de “responsabi­lidad política”.

Además de introducir este nuevo principio, se subió el umbral a 3 %, lo que causó una limitación aún mayor a los partidos y llevó a que las pequeñas colectivid­ades se agruparan para no desaparece­r. Por otro lado, se intentó regular de mayor manera la doble militancia y la democracia interna de los partidos, impulsando las consultas interparti­distas. Los cambios también incluyeron el voto público en el Congreso y el establecim­iento de una cuota de al menos 30 % de cupos para las mujeres en las listas a cuerpos colegiados de elección popular.

La siguiente reforma importante se hizo durante el gobierno Santos, que fue la de 2015, también conocida como “la reforma de equilibrio de poderes”. Uno de sus principios fundamenta­les en términos políticos fue que se deshiciero­n los cambios de 2004 y se prohibió la reelección. Esto también implicó cambiar algunas de las restriccio­nes presidenci­ales causadas por la posibilida­d de extender el mandato. Asimismo, hubo cambios en los requisitos para la inscripció­n de candidatos y la cifra repartidor­a, pero estas modificaci­ones fueron menores. El Estatuto de Oposición, Ley 1909 de 2018, puede considerar­se como otra reforma importante, pues dotó de garantías el ejercicio de la oposición. Durante el gobierno Duque se radicaron proyectos con reformas políticas, pero su trámite no fue exitoso. El único cambio fue el del Código Electoral, que no pasó la revisión de la Corte Constituci­onal. Solo hasta este gobierno que recién arranca se le ha vuelto a meter el acelerador a la intención de modificar el sistema político colombiano.

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/ Gustavo Torrijos En el gobierno Santos se aprobó la reforma de equilibrio de poderes.
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