El Espectador

“Me atrae esa gente que puede ser lo que es”

El nuevo pódcast de Mauricio Navas Talero y Germán Daniel León, “Ser o no ser, he ahí el pódcast”, se va a colgar el próximo 28 de septiembre en Spotify.

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¿Cuando nació “Ser o no ser, he ahí el pódcast”?

Empecé haciendo un pódcast con mi amiga Conchita Ruiz, que es escritora. Ese se llama Con todo y respeto y es para consumo familiar. Lo comencé a hacer porque conversar con ella es muy placentero. Y me enamoré del asunto. Me gustó mucho la idea de comunicars­e solo desde el audio. En algún punto mi hijo Fernando, de 21 años, me dijo que a él le gustaría que yo hiciera algo en lo que se reflejara mi punto de vista frente a la vida, le parecía que no había sido suficiente­mente explícito con lo que opinaba. Y eso me dejó cabezón. ¿Por qué saco mi punto de vista del trabajo que hago? Bueno, me respondí que porque ahí mi punto de vista no es pertinente, pero me desperté a las 4 de la mañana con el siguiente título en la cabeza: Ser o no ser, he ahí el pódcast. Entonces arranqué. Dije: “Voy a tener conversaci­ones que me obliguen a ser, que me obliguen a plantarme”.

¿Y cuál fue la primera conversaci­ón?

Para lo que quería busqué al más difícil de los posibles invitados. Pensé: “Quiero conversar con la persona que más reconozca como un ser que es y que a mí me rete a ser”. Entonces tuve la conversaci­ón más difícil que haya tenido con mi hermano, Germán Navas Talero, que era representa­nte a la Cámara. Yo soy 22 años menor y mi hermano siempre fue un reto para mí, porque me adora, yo era su muñeco. Encarar a mi hermano exige ser o no ser. Entonces lo invité y tuvimos una conversaci­ón que duró una hora y media.

¿Cómo fue ese acercamien­to?

Le dije: “Papá man, estoy haciendo esto y quiero iniciar con usted. Quiero que hablemos de todo y sin límite del tiempo”. Lo invité a la casa de Germán Daniel León, que es mi gran cómplice en esta aventura. Mi hermano realmente no sabía muy bien a qué iba y fue progresand­o una conversaci­ón que en algún momento se volvió caliente, porque no estamos de acuerdo de manera total y él es muy fuerte. Entonces, en algún momento, hubo que enfrentar los puntos de vista y resultó muy bien. Sobre todo para las personas que gustan de mi hermano y que lo siguen, hay una cantidad de revelacion­es que no se las puede preguntar otra persona. Esa conversaci­ón me alertó a seguir. Dije: “Esto sí está funcionand­o”. Por eso me animé y empecé a invitar a otros personajes.

Profundice­mos en el concepto del ser…

Nosotros nacemos. Todos somos, pero para gustar y para que nos quieran nos negociamos. No somos tan dementes o tan apasionado­s, tan vulgares, tan de izquierda o tan de derecha. Nos negociamos para que los demás nos acepten, y en esa negociació­n muchas veces nos confundimo­s, nos perdemos y en esa tarea nos la pasamos toda la vida. Por ejemplo, Frank Ramírez y Pepe Sánchez, que son dos de mis invitados, ellos son. Y ese ser les da fuerza y serenidad. Me atrae con apetencia esa gente que puede ser lo que es y vive tranquila con eso. Por ejemplo, a Frank lo invitaron a la proyección de La estrategia del caracol en la Casa de Nariño, cuando estaba de presidente César Gaviria. Y dos días antes de ir lo llamaron de la oficina de protocolo del Palacio para confirmar su asistencia a la proyección y, cuando lo hizo, le dieron una lista de temas que él no podía tocar durante el evento. Entonces Frank señaló: “No voy a donde me digan de qué no hablar”, y no fue. Haber ido habría sido una traición

de Frank a Frank.

¿De qué formas su trabajo escribiend­o para televisión ha nutrido este ejercicio de hacer pódcast?

Escribir tanto personaje me ha llevado inexorable­mente a reconocer los elementos del que es y los elementos del que no es, porque para poder escribirlo tengo que contactarl­os. Cuando vas a escribir un diálogo de alguien que está queriendo ser, tú reconoces la diferencia del diálogo del que es y del que no es.

Es decir, haber escrito personajes para televisión le ha dado esa lupa para identifica­r a esas personas que son auténticam­ente sí mismas…

Sí, y también hay un gusto desde niño por la gente que es. Mi mamá era muy ella. Era y tomaba riesgos. Por ejemplo, ella fumaba mucho y cuando empezaron a decir que en ciertos sitios no se podía fumar, ella decía “adonde va Cecilia Talero van sus vicios”. Y dejó de ir a muchos sitios porque allá no podía fumar. A mí me parecía muy brusco de niño, y aún me sigue pareciendo un poco brusco, pero me parece admirable.

¿Cómo es el trabajo en conjunto con Germán Daniel León?

Nosotros nos hicimos amigos hace 22 años por cuenta de que tenemos una banda de rock los dos. Se llama Los cuatro gatos, una banda de juguete. Pero, además, él es gran diseñador de audio para cine, y entonces cuando quise hacer el pódcast de mi hermano le dije y de una se montó con un entusiasmo que se me contagió. Él no solamente interviene en la parte técnica, él interviene y genera un contraste muy chévere, porque claro, soy trascenden­tal, busco la esencia de todo, y Germán mama gallo y eso está bien porque me saca de las profundida­des, que a veces tampoco aporta cosas. Es un gran compañero de aventura.

¿Cuáles son las dinámicas o rasgos caracterís­ticos del pódcast?

No editamos nada. A menos de que el invitado quiera cortar algo porque insultó a alguien o algo así, o cortamos los silencios muy largos. De resto, lo dejamos sin editar. Y en el pódcast siempre se consume lo que consume el invitado. Si el invitado toma leche, se toma leche. Mientras no haya peligro de poner en peligro la integridad de nadie, la idea es que el lugar del pódcast sea un sitio muy chévere, que invite a la intimidad. No hay ningún protocolo. Comenzamos a conversar y Germán pone play y luego decidimos en donde arrancó la conversaci­ón realmente. En general los invitados no se quieren ir.*

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/ Valencia Produccion­es Mauricio Navas Talero, autor de la serie “La mujer del presidente”.

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