El Espectador

Los ucranianos acusados de colaborar con el ejército ruso

En el frente de guerra la tensión es enorme: los residentes del territorio invadido son acusados de “vendepatri­as” por los ucranianos, mientras son presionado­s por el ejército ruso para colaborarl­es.

- ANDREW E. KRAMER Y MARIA VARENIKOVA THE NEW YORK TIMES

Para Mandryka, fue una elección fácil. “Me negué”, contestó. “Enseñar el plan de estudios ruso es un crimen”. La escuela, con sus aulas adornadas con coloridas imágenes de jirafas y osos, permaneció cerrada.

Iryna Overedna, maestra de segundo grado en la ciudad de Izium, tomó una decisión diferente. “La maestra que hay en mí pensó: ‘Los niños deberían estar en la escuela’”, dijo Overedna. Además, explicó que necesitaba un salario para alimentar a su familia. Viajó a Kursk, en el suroeste de Rusia, para enterarse del nuevo plan de estudios.

Cuando las tropas ucranianas obligaron al ejército ruso a retirarse caóticamen­te en el noreste de Ucrania este mes, recuperaro­n pueblos y aldeas que habían estado bajo ocupación durante más de cinco meses. Al hacerlo, heredaron un dilema legal y ético que involucra algunos temas complicado­s: ¿Quiénes habían colaborado con los rusos cuando tenían el control de los pueblos?

En muchos lugares, los rusos abandonaro­n tanques y sus propios muertos de la guerra, pero también dejaron las pruebas de posibles crímenes de guerra con fosas comunes y salas de tortura. Para miles de ucranianos, la ocupación se convirtió en un episodio sombrío de colaboraci­ón en tiempos de guerra, una acción punible bajo la ley ucraniana.

Pero la situación de muchas actividade­s no es necesariam­ente clara, porque están entrelazad­as con la vida cotidiana. Las autoridade­s ucranianas, por ejemplo, no ven a los médicos, bomberos y empleados de empresas de servicios públicos como traidores, porque sus trabajos se consideran esenciales para el funcionami­ento de una ciudad. Pero los policías, los empleados del gobierno municipal y regional y algunos profesores que aceptaron trabajar bajo el plan de estudios educativo ruso se clasifican como colaborado­res.

Los maestros plantean un dilema especial.

Los funcionari­os ucranianos han sido muy críticos con los maestros dispuestos a seguir la orientació­n rusa. Dicen que en una guerra destinada a anular la identidad y el idioma ucranianos, aceptar educar a los niños con un plan de estudios que niega la existencia de Ucrania como Estado es un crimen grave.

Hay una gran furia dentro del gobierno ucraniano contra los maestros que trabajaron con las autoridade­s rusas. Serhiy Horbachov, un funcionari­o del sistema educativo, dijo que los maestros que colaboraro­n deberían perder sus credencial­es, como mínimo. “A estas personas no se les puede permitir trabajar con niños ucranianos”, dijo en una entrevista. “Será una historia muy difícil y dolorosa”.

Unas 1.200 escuelas permanecen en los territorio­s ocupados. En su contraofen­siva, el ejército ucraniano tomó el control de un área que incluía unos 65 planteles. Aproximada­mente la mitad abrió el 1 de septiembre para enseñar el plan de estudios ruso, con unos 200 maestros, según dicen los fiscales ucranianos, pero cerraron las instalacio­nes en cuestión de días cuando el ejército recuperó esas zonas.

No todos serán arrestados, dijo en una entrevista Volodymyr Lymar, fiscal adjunto de la región de Járkov. Se evaluará a los maestros según el papel activo que desempeñar­on en la preparació­n o promoción de la propaganda rusa para los niños, dijo, y se les impondrá el castigo correspond­iente. “Para los maestros es un tema difícil”, dijo.

Izium, una ciudad de elegantes edificios de ladrillo del siglo XIX ubicados en acantilado­s con vista al río Siversky Donets, ahora está casi en ruinas. Cuando los soldados ucranianos la recuperaro­n, los residentes los recibieron con albóndigas caseras y abrazos. Incluso días después, muchos se sintieron tan aliviados por el final de la ocupación que lloraron describien­do la liberación de la ciudad.

Pero se enojaron por cómo ahora están siendo juzgados por las concesione­s que hicieron para sobrevivir a la ocupación, e incluso por pequeños actos de cooperació­n con el ejército ruso. Su situación es una muestra de un problema más generaliza­do para los ucranianos a medida que liberan territorio: la división y la desconfian­za que surge de las acusacione­s de colaboraci­ón.

Algunos civiles en el norte de Ucrania ya han huido a través de la frontera a la ciudad rusa de Bélgorod, diciendo que temen represalia­s por parte de las autoridade­s ucranianas por trabajar en las administra­ciones de la ciudad. Otros dicen que las campañas agresivas en las redes sociales los han convertido en objetivos para sus conciudada­nos.

Según los residentes de Izium, pocas semanas después de la invasión rusa en febrero, su adormecida ciudad provincial se había transforma­do en un mundo de horrores: los cuerpos yacían sin recoger en las aceras, los edificios estaban en ruinas y los soldados rusos patrullaba­n las calles. La gente se confinó en los sótanos para protegerse de los bombardeos.

Pronto, los residentes se vieron obligados a tomar decisiones incómodas.

“Cada persona eligió su destino”, dijo Oksana Hrizodub, una maestra de literatura rusa que se negó a enseñar para los rusos pero dijo que no juzga a quienes lo hacen. “Para las personas que estaban atrapadas aquí, es un asunto personal”, dijo.

La mayoría de los maestros huyeron del territorio antes de la ocupación o se negaron a enseñar el plan de estudios ruso, quedándose en casa sin un salario y sobrevivie­ndo con vegetales en conserva de sus jardines o con la ayuda de los vecinos.

Overedna, la maestra de segundo grado que accedió a regresar al trabajo, describió lo que caracteriz­ó como pequeños pasos hacia la cooperació­n con los rusos. Los compromiso­s morales fueron menores al principio, dijo.

No solo fueron los maestros quienes se comprometi­eron con el ejército ruso realizando acciones grandes y pequeñas. Serhiy Saltivskyi recibió una “ración de trabajo” que incluía paquetes adi

››Unas

1.200 escuelas permanecen en los territorio­s ocupados. En su contraofen­siva, el ejército ucraniano tomó el control de un área que incluía unos 65 planteles.

 ?? / AFP ?? Soldado ucraniano frente a un tanque de remolque cerca de Kytsivka, región de Kharkiv, el 21 de septiembre.
/ AFP Soldado ucraniano frente a un tanque de remolque cerca de Kytsivka, región de Kharkiv, el 21 de septiembre.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia