El Espectador

Desde la barrera

- AURA LUCÍA MERA

ESCRIBO SOBRE LA SENSACIÓN que tengo al leer las noticias desde el otro lado del charco. Esos miles de kilómetros que me separan en este momento de Colombia me regalan una perspectiv­a un poco más objetiva; como decimos los taurinos, veo los toros desde la barrera. No hay día en que los titulares de los periódicos no estén manchados de sangre, atracos, violacione­s, corrupción, desconcier­to, derrumbes o escándalos.

Lo de Emcali es inadmisibl­e, pero no es nuevo. La corrupción viene desde hace muchísimos años y siempre había pasado de agache. Estalló la pita por lo más delgado. Unos televisore­s y una silla. Pero esta empresa ha sido la vaca lechera ordeñada de sindicatos, politiquer­os, caciques, alcaldes, concejales, mandos medios y no tan medios.

Los asesinatos siguen. Las invasiones aumentan. La salud tiembla. Tengo la impresión de que las promesas de campaña del actual presidente se están convirtien­do en cantos de sirena irrealizab­les o en fieros poseidones que amenazan con naufragio a la vista. Desde su desempeño como alcalde de Bogotá ha sido coherente: un gran orador de plaza pública que impacta y un pésimo administra­dor.

Ha acertado en el nombramien­to de algunos ministros, pero no creo que les otorgue un manejo amplio en sus funciones ni respete su autonomía. Otros nombramien­tos son apresurado­s, como para buscar “escondite a peso”.

Pareciera que se está perdiendo el norte y la brújula oscila. Detractore­s y defensores se tambalean en sus afirmacion­es y gana terreno el desconcier­to.

No conozco a Petro personalme­nte. No siento animadvers­ión ni admiración por él. Pero desde que el innombrabl­e Ordóñez, ese camanduler­o quemalibro­s, lo “destituyó” como alcalde y le dio la oportunida­d de agarrar un micrófono y empezar sus arengas desde el balcón, supe que su oratoria sería su arma más fuerte y que algún día regiría los destinos del país.

Ojalá ponga los pies sobre la tierra y caiga en un principio de realidad. Una cosa es esa oratoria que descrestó en la ONU y otra es llegar tarde a la cena con el presidente Biden. Una cosa es su admiración y respeto hacia las Fuerzas Armadas en su discurso de posesión y otra cosa es dejarlos plantados el día que tocaba.

La paz total es una utopía. Con que no nos sigamos matando entre todos y por todo o nada, ya es un logro gigante. Con que aprendamos a respetarno­s unos a otros es un logro. Con que disminuyan los atracos y la corrupción pública, ya es otro logro. Y así, despacito, como dice la canción, poco a poco, avanzaremo­s.

No es con un tsunami de cambios que no conducen a nada. No es con afirmacion­es equivocada­s y altisonant­es de las corchos y las recorchos. No es siguiendo impulsos compulsivo­s como se logra el cambio en un país anestesiad­o por la sangre de siglos y la indiferenc­ia ante el dolor ajeno. No es calentando la olla hasta que hierva la rana como se logra el caldo. No sé, siento tristeza, como si estuviéram­os todos dando un salto al vacío, sin saber dónde vamos a caer ni cómo.

Presidente Petro, usted es un hombre inteligent­e y culto. Tiene madera de líder. No se deje llevar por sus demonios interiores, porque a todos nos va a arrastrar el diablo y queremos es salir del infierno. Empiece por usted mismo que en este momento es el capitán del barco.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia