El Espectador

Un buen comienzo en la relación Colombia-EE. UU.

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SI HABÍA TEMORES SOBRE LA ESTABIlida­d de la relación entre Estados Unidos y Colombia con la llegada del primer gobierno de izquierda en nuestra historia, tanto la administra­ción de Gustavo Petro como la de Joe Biden están enviando señales de que no hay por qué preocupars­e. De hecho, se puede ver un cambio notable de tono en la relación, una apertura a expandirla más allá de la pregunta sobre el narcotráfi­co y un interés redoblado del país del norte en Colombia.

La reunión del Gobierno Petro con el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, fue un éxito. También demostró que la apuesta de Colombia por cambiar los términos de la relación para encontrar más equidad está siendo bien recibida por el Gobierno Biden. Se habló de una flexibiliz­ación en el tema de las drogas, por ejemplo en la libertad de Colombia de tomar decisiones sobre cuándo extraditar a los narcotrafi­cantes. Mientras tanto, el presidente Petro cedió en la necesidad de la erradicaci­ón forzada en ciertos casos, en un claro gesto de buena voluntad.

Lo más interesant­e, empero, es que la conversaci­ón no siga concentrad­a en las drogas. Eso es un contraste con lo que ocurrió en el gobierno de Donald Trump, cuyas dos manifestac­iones más importante­s sobre nuestro país fueron la amenaza de perder la certificac­ión en la lucha contra el narcotráfi­co y un mensaje poco disimulado del entonces asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, sobre enviar “5.000 tropas a Colombia”. Luego, con la llegada de Biden, hubo una marcada reticencia a cualquier contacto, sin duda influencia­da por la intervenci­ón del Centro Democrátic­o en las elecciones de Estados Unidos.

Ahora, en cambio, vimos a Blinken firmar un convenio con la vicepresid­enta Francia Márquez, prometiend­o que Estados Unidos será “el primer garante internacio­nal” del punto étnico del Acuerdo de Paz. “Es realmente conmovedor estar aquí y conocer las terribles consecuenc­ias de más de 50 años de conflicto”, dijo el secretario de Estado al reiterar que el capítulo étnico es clave para alcanzar una “paz inclusiva que aborde la desigualda­d y que garantice los derechos de los afrocolomb­ianos e indígenas”. Por su parte, la vicepresid­enta Márquez dijo: “Celebramos que hoy el Gobierno de Estados Unidos quiera ser coequipero de la construcci­ón de la paz total”.

Luis Gilberto Murillo, embajador en Washington, y la vicepresid­enta Márquez merecen especial reconocimi­ento por el trabajo que han hecho para posicionar el compromiso con la diversidad y la inclusión en el centro de la agenda colombiana. La búsqueda de la igualdad ha servido para que las discusione­s sobre Colombia con Estados Unidos cambien de foco y de tono, y puede ayudar a fortalecer la alianza a largo plazo.

Quedan dudas y puntos en tensión, claro. Para empezar, el silencio de la administra­ción Petro sobre la invasión rusa a Ucrania es preocupant­e, así como su ambivalenc­ia en el trato diplomátic­o con Venezuela. Empero, más allá de eso, es de celebrar que Estados Unidos vea la importanci­a de Colombia como aliada y actúe de manera consecuent­e. Son, por lo pronto, buenos augurios para nuestro país.

‘‘Se

puede ver un cambio de tono en la relación, una apertura a expandirla más allá del narcotráfi­co y un interés redoblado del país del norte en Colombia”.

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