El Espectador

Era necesario reconstrui­r los intentos de paz con el Eln

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¡POR FIN VUELVEN A SOPLAR VIENTOS DE paz con la guerrilla del Eln! Después de las canalladas y los actos crueles de la guerrilla, sumados a las torpezas del último gobierno, la sensatez parece haber regresado y aterrizado sobre una verdad que ya conocíamos de antemano: la paz es la única salida y no hay razón alguna para que el conflicto armado continúe. Si las Farc pudieron llegar a un acuerdo, con todo y sus diferencia­s, el Eln también está en capacidad de abandonar las armas. Falta mucho, claro, y todo puede salir mal en la nueva negociació­n que inicia. Pero, volviendo siempre a la frase de don Guillermo Cano, ¿por qué no apostarle a la paz? Esta y todas las veces que sea necesario.

El reconocimi­ento y agradecimi­ento por este logro lo merece el presidente, Gustavo Petro. Desde la campaña dijo que retomaría los diálogos con el Eln y con solo dos meses cumplidos de gobierno lo consiguió. Además, su articulaci­ón de una estrategia para la “paz total” muestra la voluntad del Estado de tener una mirada integral del conflicto, tanto por los diversos actores como por la urgencia de atacar las raíces de la desigualda­d y la violencia. Nunca antes una guerrilla de izquierda se había sentado a negociar con un gobierno de izquierda, que además fue posible gracias a un proceso de paz y reincorpor­ación a la sociedad. El Eln debe comprender que su interlocut­or representa una oportunida­d histórica para encontrar puntos de acuerdo y que esta mesa de diálogo llegue a buen puerto.

Hay otros aciertos. Desde Caracas, el Gobierno Petro y el Eln anunciaron que retomarían los diálogos en el marco de la agenda pactada con la administra­ción de Juan Manuel Santos. Es apenas natural: lo acordado era con el Estado colombiano, no con un presidente particular. La aplicación de los protocolos permitió por fin la salida de Cuba de los negociador­es del Eln, lo que les ayudará a retomar contacto con los miembros de la guerrilla e incluso conformar un nuevo equipo de negociació­n que represente la actual realidad del grupo armado.

El Eln ha cambiado en estos años. A pesar de la escalada en la persecució­n promovida por el entonces presidente Iván Duque, la guerrilla se fortaleció, aumentó sus números y su influencia, aunque sus enemigos en terreno también. Como le dijo a El Espectador Luis Eduardo Celis, colaborado­r de la Fundación Paz y Reconcilia­ción: “El Eln es un poco más fuerte, con mayor presencia territoria­l. Tenía presencia en 140 municipios y ahora en 180”. La pregunta es si, a pesar de esa fortaleza, persiste la voluntad de paz y todo parece indicar que sí es el caso.

Quedan muchas heridas abiertas, eso es claro. Llegamos a este nuevo proceso de paz después de actos de barbarie injustific­able por parte del Eln y sin que se haya podido avanzar en gestos humanitari­os como el fin de los secuestros o del reclutamie­nto de menores de edad. Pero también hay motivos de esperanza: los ceses al fuego declarados recienteme­nte y el reconocimi­ento del Gobierno como un interlocut­or válido. Esperamos que todos los involucrad­os en los diálogos, que comenzarán en noviembre, sepan que Colombia no desea un fracaso más. Le apostamos a la paz.

‘‘ La sensatez parece haber regresado y aterrizado sobre una verdad: la paz es la única salida y no hay razón alguna para que el conflicto armado continúe”.

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