El Espectador

El temor a denunciar en la Universida­d de Antioquia

Una estudiante y tres docentes que hablaron con El Espectador desde al anonimato, contaron que, aunque la U. de Antioquia mejoró su tratamient­o en cuanto a denuncias por Violencias Basadas en Género, aún hay vacíos en cuanto su acompañami­ento.

- LUISA FERNANDA OROZCO lorozco@elespectad­or.com

¿Qué hacer cuando un profesor invita a una de sus alumnas a salir y ella no le correspond­e? Esto le sucedió a Ana*, egresada de la Universida­d de Antioquia (UdeA) de Medellín, quien además recibió comentario­s por parte del mismo hombre, al que llamaremos Juan*, sobre lo mucho que le gustaban sus demás compañeras.

Ante su incomodida­d, Ana decidió evitar a Juan a toda costa: en los pasillos, en los salones y en los espacios de su facultad. Después de eso, Ana le contó a El Espectador que Juan le bajó las notas. “Incluso me puso un 3,7 en un curso porque, según él, lo que escribí no era importante. Tiempo después mandé ese mismo artículo a la Universida­d de Medellín, sin modificaci­ones, y ahí sí me lo publicaron”.

Esto sucedió en 2016, cuando Ana cursaba su pregrado mientras daba clases en la UdeA, en donde Juan era su jefe directo. En ese momento Ana puso en conocimien­to de la universida­d lo que sucedía, pero no recibió respuesta. “En cambio, me dejaron de llamar para que diera clases y ahí fue cuando decidí devolverme para mi ciudad natal”, contó ella.

A pesar de que este caso sucedió hace seis años, denuncias de este tipo, asociadas con las violencias basadas en género (VBG), son lugar común en la Universida­d de Antioquia. El 13 de septiembre una nueva ola de denuncias estalló. Hubo desmanes en el campus por parte de grupos encapuchad­os feministas, lo que desencaden­ó la suspensión temporal de las clases, mientras, a través de asambleas estudianti­les, se debatían las supuestas carencias de la UdeA para tratar casos de violencia sexual, específica­mente acoso. Grafitis, panfletos y otras intervenci­ones se divulgaron con el nombre de los docentes, presuntos victimario­s.

En la lista divulgada por las encapuchad­as feministas figuraba el nombre del presunto acosador de Ana junto a otros profesores de la UdeA. “La mayoría de ellos son ‘vacas sagradas’, o sea, profesores vinculados que llevan mucho tiempo en la universida­d y que son de planta”, comentó Ana.

Los temores de las docentes que acompañan las denuncias

Julia* es profesora de una de las facultades de la universida­d. Cuenta que varias estudiante­s han acudido a ella para recibir ayuda por casos de violencia sexual. “A cada rato llegan chicas y me comentan las situacione­s por las que han pasado: profesores que les hacen comentario­s, que las invitan a salir o que incluso las agreden físicament­e. Son situacione­s muy delicadas que se han intentado llevar por la “Ruta Violeta” de la universida­d, que se supone trata los casos de violencias basadas en género”.

Varios profesores, en medio de su proceso disciplina­rio, afirmaron que las relaciones que sucedieron con las estudiante­s fueron desde “el consenso y el amor”, mientras que ellas señalaron que eran menores de edad en el momento de la presunta agresión.

Jorge*, abogado y docente de la UdeA, aseguró que, en medio de sus acompañami­entos a estudiante­s que denuncian, varias le han manifestad­o temor de involucrar­se en un proceso penal. “Ellas no tienen confianza, le tienen mucho temor a cómo pueden realizarse procesos con sus testimonio­s. Sin embargo, la universida­d tiene un deber que está incumplien­do, y es el de llevar los casos ante la Fiscalía cuando tienen conocimien­to de denuncias de género y violencia sexual. Por eso ellas deciden elevar su proceso a lo disciplina­rio en la UdeA. Lo que muchas están buscando es una reparación para ellas con la suspensión o el despido de los docentes de la UdeA”, dice Jorge.

Según la universida­d, se conoce de seis denuncias presentada­s por las víctimas en la Fiscalía General de la Nación. Sin embargo, para la concejal de Medellín Dora Saldarriag­a (movimiento Estamos Listas), hay mucha desinforma­ción al respecto.

“La universida­d en sí no está remitiendo a la Fiscalía los casos de los que tiene conocimien­to, pero no todas las conductas de acoso son de tipo penal, y ahí es cuando deben ser denunciado­s disciplina­riamente”, explica Dora.

Según ella, la universida­d debe hacer un proceso para comprobar lo denunciado, en este caso, a través de la “Ruta Violeta”. Si se verifica que el caso es penal, es deber de los servidores públicos denunciar ante “la entidad competente”, de acuerdo con lo que

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universida­d en sí no está remitiendo a la Fiscalía los casos de los que tiene conocimien­to, pero no todas las conductas de acoso son de tipo penal”.

Dora Saldarriag­a, concejal

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/ Alejandro Valencia El método de protesta se visualiza en leyendas inscritas en el piso y las paredes de la UdeA.

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