De tiempos y vacas muertas
ACASO EL MANEJO DEL TIEMPO EN EL acontecer político y su percepción entre la ciudadanía sea otro de los retos del Gobierno, en medio del vértigo creciente. No solo la tardanza del presidente en algunos eventos o citas, sino en otras dimensiones que servirían para un tratado sobre la relatividad.
Mientras algunos sectores siguen preocupados por la organización y comprensión de la agenda reformadora —que está abierta a discusión desde la campaña, aunque sin la pedagogía necesaria— algunos políticos o líderes de opinión siguen insistiendo en que no ha habido suficiente “tiempo” para discutirla, acostumbrados a la debatidera recurrente que esconde sus verdaderas intenciones de obstaculizar o impedir avances.
Hacen gala de esa vieja maña del Estado de aplazamiento permanente que hoy esgrimen el expresidente investigado o algunos exfuncionarios involucrados en sonados casos de corrupción. Reconfiguran a su antojo el viejo refrán para creer que el tiempo todo lo cubre… de olvido. No faltan jornadas calendario sino claridad para que se aprueben dichas reformas.
Pero esa idea
simplista
del amaño
del tiempo a conveniencia se extiende a otras medidas del Gobierno. No se entiende cómo un tuit, como dicen algunos, incide de manera negativa en cuestión de instantes en indicadores económicos, pero los mensajes de carácter positivo pueden tardar semanas. Como dice la canción, alguien gana, alguien pierde, ave María…
A la par con la comprensión, que lleva a la aceptación más que al apoyo activo a esas reformas, hay que planificar tiempos, prioridades y reales posibilidades de los cambios para no generar falsas expectativas que llevan a frustraciones y para no brindar boquetes a la oposición, empeñada en atravesarse como vaca muerta en el proceso. @marioemorales y www.mariomorales.info