El Espectador

La comunidad de Peñas Coloradas lleva 18 años sin poder retornar a su territorio

Hace 14 años este corregimie­nto de Cartagena del Chairá (Caquetá) fue entregado en comodato al Ejército, cuatro años después de un desplazami­ento masivo por combates con las extintas Farc. Hoy es un territorio fantasma al que sus habitantes quieren volver

- SILVIA CORREDOR RODRÍGUEZ

Hasta 2028 el Ejército podrá disponer de siete hectáreas del corregimie­nto de Peñas Coloradas, en Cartagena del Chairá (Caquetá), que recibió en comodato el 30 de enero de 2008, por parte del alcalde de Cartagena del Chairá de ese momento, Orlando Arteaga (2008-2011). El general Carlos Iván Moreno Ojeda recibió los terrenos de este corregimie­nto por un plazo de 10 años, para que allí funcionara la base militar de la Brigada Móvil 22, bajo la figura de comodato o préstamo de uso. Sin embargo, el contrato se renovó automática­mente por 10 años más ignorando las peticiones de la comunidad de Peñas Coloradas, que salió desplazada forzosamen­te en abril de 2004 por enfrentami­entos entre las extintas Farc y el Ejército.

Así lo documentó la Comisión de la Verdad en uno de sus casos, que integran el Informe Final, titulado “Zona de despeje: Vistahermo­sa, San Vicente del Caguán posdespeje y desplazami­ento de Peñas Coloradas (1998-2004)”.

“Entre el 23 y 27 de abril, cerca de 3.000 personas se vieron obligadas a desplazars­e del corregimie­nto y sus alrededore­s, luego de que el Ejército y la Policía antinarcót­icos lanzaran un operativo que terminó con la ocupación del pueblo”, se lee en el documento de la Comisión de la Verdad.

Esta zona era de gran interés por ser el punto central de conexión entre los departamen­tos de Meta, Guaviare y Caquetá, donde los bloques Sur y Oriental de las Farc, y su columna móvil Teófilo Forero tenían dominio. Allí también funcionaba uno de los principale­s centros de acopio y producción de hoja de coca. En estos territorio­s fue donde más fuerte se desarrolló el Plan Patriota, cuando en el año 2003 se creó la Fuerza de Tarea Conjunta para llevar a cabo detencione­s masivas contra la población, como parte de la política contrainsu­rgente, y realizar acciones contra el narcotráfi­co en el país.

La población de Peñas Coloradas lleva 18 años buscando retornar a su territorio y completar su proceso de reparación, luego de ser reconocido como sujeto de reparación colectiva en 2015 por parte de la Unidad de Víctimas. Sin embargo, el no tener tierras ha dificultad­o el avance en el proceso.

“El obstáculo mayor que se tiene es que el colectivo se encuentra disperso por todo el país, no hay un territorio de base, se tiene que trabajar solo con la comunidad que se encuentra en Cartagena del Chairá”, dice una resolución de inclusión de la Unidad para las Víctimas fechada el 1° diciembre de 2015 y que fue enviada por la entidad a Colombia+20.

Después de los desplazami­entos, la población se dispersó a Caquetá, Cauca, Valle del Cauca y Risaralda. En cada uno de estos lugares crearon asociacion­es que acogen a las familias peñunas desplazada­s.

Norvey Caro Duque es uno de los líderes que lleva la vocería de la comunidad de Peñas Coloradas, y en entrevista con esta redacción explicó que tienen claridad sobre la imposibili­dad de retornar, pero sí quieren ser reubicados y consolidar­se nuevamente como colectivo.

“Nosotros ya tenemos claro que no podemos retornar a Peñas Coloradas, pero queremos volver a crear un pueblo en cualquier parte que se llame Peñas Coloradas. Tenemos la capacidad para hacer un pueblo modelo con lo que hemos aprendido de lo bueno y lo malo”, explicó Caro.

La Unidad de Restitució­n de Tierras (URT) también ha acompañado este proceso y, según su respuesta entregada a este medio, ha identifica­do 132 predios en Peñas Coloradas que han sido inscritos en el Registro de Tierras Despojadas y Abandonada­s Forzosamen­te.

“Con Restitució­n de Tierras hemos bajado en dos comisiones a Peñas Coloradas. Entrar a Peñas hoy en día es una suerte porque el pueblo tiene el retén, las casas están en ruinas y el Ejército señala que no se puede entrar porque está minado. Si usted logra entrar no puede tomar fotos, ellos no autorizan. Es muy berraco y duro haber perdido todo, ellos no tenían que apoderarse de lo que hay ahí”, recordó el líder Norvey Caro.

Las seis asociacion­es han buscado visibiliza­r lo vivido, y en marzo de este año le entregaron un informe de 47 páginas a la Jurisdicci­ón Especial para la Paz (JEP) sobre las afectacion­es que vivieron durante el conflicto.

La retaguardi­a de las Farc en el Caguán

“La retaguardi­a de las Farc era el Caguán, pero dentro del Caguán están los Llanos del Yarí y la Serranía de Chiribique­te, que era otra zona de retaguardi­a. En este caso, Peñas Coloradas está en un punto intermedio, porque tiene conexión con el Yarí, pero también con la zona de La Macarena”, explicó Teófilo Vásquez, exinvestig­ador de la Comisión de la Verdad. Se fundó a finales de los años 70 e inicios de los 80 con la llegada de familias colonas de Nariño, Valle del Cauca, Huila, Tolima y el mismo Caquetá. En medio de una tierra selvática fértil, la bonanza cocalera que se vivió en la región y el río Caguán como la principal vía de comunicaci­ón, Peñas Coloradas se convirtió en el principal centro de acopio y comerciali­zación de cocaína en 2000.

A pesar de estar dispersa en el país, esta comunidad se mantiene a través de un grupo de Whatsapp, por el que charlan sobre los avances del proceso y coordinan las actividade­s de memoria que cada 25 de abril realizan en Florencia o Cartagena del Chairá para seguir exigiendo su restitució­n y reparación.

‘‘“El

obstáculo mayor que se tiene es que el colectivo se encuentra disperso por todo el país, no hay un territorio de base”.

Unidad de Víctimas

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