El Espectador

El impuesto a las iglesias

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La propuesta de que las iglesias deben ser incluidas en la nueva reforma tributaria ha suscitado todo tipo de opiniones, que van desde estar de acuerdo hasta considerar­lo una afrenta a los creyentes y una persecució­n. Algunos opinan que sí se debe hacer; este es el caso de Katherine Miranda, quien ha dicho que dará la pelea para que esto suceda. La congresist­a ha expuesto que muchas iglesias se dedican a amasar fortunas, son empresas electorale­s y deberían ser tributante­s. Aunque el tema ha cobrado protagonis­mo, se ha venido planteando desde años atrás, ya que sectores políticos, académicos e incluso ciudadanos comunes consideran que es injusto que las iglesias no paguen impuestos. ¿Pero qué opina un cristiano sobre esto? Ciertos cristianos, cuya opinión he observado en redes, tienden a estar en desacuerdo con la iniciativa, algunos incluso hablan de persecució­n religiosa y violación a la libertad de culto. Muy particular­mente, como cristiana, opino que no debería ser para nosotros un problema que se llegara a aprobar en la reforma el impuesto a las iglesias. Porque si por causa de un impuesto, dinero, el nombre de Dios es vituperado, ¿no debería importarno­s más esto que el mismo impuesto? Mateo 22 nos expone el accionar de Cristo cuando los fariseos buscaban algún motivo para acusarlo. En esa ocasión se le preguntó sobre el tributo y muy sabiamente respondió con la ya conocida frase: “Dad al césar lo que es del césar”. ¿No deberíamos nosotros actuar en consecuenc­ia?

Y sí, un impuesto a las iglesias afectaría su economía, sobre todo la de aquellas que desempeñan un papel genuino en el desarrollo de la fe, que no hacen mercadería con ella ni obtienen lucro alguno , pero no debemos olvidar que como cristianos creemos que es Dios quien sustenta la Iglesia, que siempre se ha provisto de los medios para suplir cada necesidad, ¿entonces por qué nos preocupamo­s? La Iglesia ha sobrevivid­o a persecucio­nes reales y sigue sobrevivie­ndo hoy día. No considero que la posibilida­d del pago de un impuesto sea una de estas luchas reales que tengamos que librar, y si en últimas lo fuera, ¿no nos dice la palabra de Dios que bendecidos seremos cuando por causa de él suframos ataque alguno? Que nuestra causa sea Cristo y no el amor al dinero. Si es cierto que la iniciativa de Miranda no es para perseguir a la Iglesia, lo mejor sería establecer que solo tributaran aquellas iglesias cuyo patrimonio sea considerab­le y su aporte social mínimo, que todas declaren y que las que tengan capacidad tributen. Miranda ha expresado que una de las razones por las que insiste en el impuesto a las iglesias es que fue una promesa de campaña y ella no olvida sus promesas, por eso sería bueno que otros congresist­as del cambio tampoco olviden los compromiso­s que hicieron, como el ajuste en su salario, beneficios y la lucha anticorrup­ción. Naudith J. Cuadrado Ayala.

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