El Espectador

Representa­n siete de cada 100 estudiante­s de colegios públicos Educación diferencia­l para menores víctimas del conflicto

Según la Secretaría de Educación, el 9 % de los estudiante­s de colegios públicos de Bogotá han sido víctimas del conflicto armado. Analizamos los modelos de educación inclusiva y el apoyo psicosocia­l que reciben.

- CRISTIAN CAMILO PERICO MARIÑO cperico@elespectad­or.com @cristian_perico

Históricam­ente, la capital colombiana ha sido epicentro de oportunida­des para quienes llegan de otras regiones. Con el paso de los años, miles de nacionales salieron de sus territorio­s y migraron internamen­te, huyendo del conflicto armado, convirtien­do a Bogotá en la ciudad que más los ha acogido. De acuerdo con la Alta Consejería para los Derechos de las Víctimas, hasta diciembre de 2021, el 4,1 % de damnificad­os por la violencia han buscado refugio en la capital; es decir, casi 378.000 personas.

Sumado a ello, el Sistema de Informació­n para Víctimas en Bogotá

(SIVIC) informa que, solo en los dos primeros meses de este año, 9.244 víctimas llegaron a la ciudad y que el motivo fue desplazami­ento forzado en el 72,1 % de los casos. Además, según el informe presentado en el Día Nacional de la Memoria y Solidarida­d con las Víctimas, el 50,3 % se concentran en seis de las veinte localidade­s: Kennedy (11 %), Ciudad Bolívar (10,2 %), Bosa (10,2 %), Suba (8,2 %), Usme (5,3 %) y Engativá (5,1 %).

En el mismo reporte se afirma que, con relación a la pertenenci­a étnica de las víctimas, el 85,5 % declararon no pertenecer a ninguna, el 8,9 % eran afrocolomb­ianos, el 5,1 % hacían parte de comunidade­s indígenas, el 0,4 % se identifica­ron como gitanos o rom, el 0,1 % como raizales del archipiéla­go de San Andrés y Providenci­a, y el 0,03 % como integrante­s de comunidade­s palenquera­s. Adicionalm­ente,

se reveló que el 44,8 % de esta población está en un rango de edad de 29 a 60 años. Según los datos de la Alta Consejería, se estima que cerca de 81.000 son menores de edad.

El Espectador consultó a la Secretaría de Educación sobre el número de estudiante­s en colegios distritale­s registrado­s como víctimas del conflicto y, según dicha cartera, hasta octubre de 2022, se contabiliz­aban 58.751 niños y adolescent­es. Cabe señalar que dicha cifra representa casi el 9 % de la matrícula oficial de los casi 800.000 estudiante­s matriculad­os en 401 colegios públicos, quienes ameritan un trato diferencia­l.

Para Karol Vásquez Rodríguez, decana de la Facultad de Terapias Psicosocia­les, de la Universida­d Antonio Nariño, es indispensa­ble que se brinde un acompañami­ento riguroso a estos menores, para garantizar que sus experienci­as, tras estar en entornos de violencia, no definan su futuro: “Es necesario que todos los integrante­s de los planteles educativos comprendan el contexto del cual proviene cada uno de ellos. La dinámica de la violencia social y política en cada región es diferente. No podemos pensar en entrar a aportar si no comprendem­os y nos introducim­os en la realidad de la que vienen. Hay que interpreta­r las caracterís­ticas y el perfil psicosocia­l de cada niño y la necesidad de resignific­ar el contexto educativo para ellos. Los procesos pedagógico­s deben adaptarse. Hay que seguir avanzando para entender que la educación no es replicar procesos y comprender, sino educar para la vida”.

Con esta perspectiv­a, la Secretaría de Educación afirma que se está garantizan­do la educación inclusiva con enfoque diferencia­l, en alianza con entidades como el Centro de Memoria, Paz y Reconcilia­ción del Distrito y la Red de Museos del Banco de la República; sin embargo, el asunto es ¿cómo se está haciendo?

Frente a esta pregunta, Virginia Torres, directora de Inclusión e Integració­n de Poblacione­s de la Secretaría de Educación, dice que se están implementa­ndo varias estrategia­s, como “¿Para qué la violencia?”, “Escuela Universos” y “Cartografí­a Bogotá Ciudad Memoria”. Y concluye: “Lo que buscamos es contribuir a la dignificac­ión de todos en la escuela, pasando por los lenguajes artísticos, exaltando lo estético, lo sensible y el cuerpo como artefacto potenciado­r de experienci­as de quienes han sido víctimas del conflicto armado y residen en Bogotá”.

Según ella, ya se adelantan procesos de cualificac­ión docente, lo que se traduce en ciclos de formación de quienes están en las aulas, para entender de manera transversa­l cómo las experienci­as individual­es influyen en los procesos de aprendizaj­e, los cuales están articulado­s con el programa “La escuela abraza la verdad”, creado por el Programa Nacional de Educación para la Paz en alianza con la Comisión para el Esclarecim­iento de la Verdad, la Convivenci­a y la no Repetición.

De esta manera se socializa el Informe final de la Comisión de la Verdad para que los menores conozcan las realidades que se han vivido en las regiones del país. De acuerdo con Torres, en los movimiento­s migratorio­s internos, que terminan radicados en la capital, tienen mayor incidencia quienes provienen de zonas del Pacífico y la frontera sur, de departamen­tos como Putumayo y Nariño, así como del sur de Bolívar y de la zona de los Llanos Orientales.

Con este panorama, es preciso que se afiancen los procesos educativos para que los menores puedan, de manera gradual, superar sus afectacion­es y pérdidas materiales y emocionale­s. Todo esto mientras se avanza en procesos para garantizar la presencia de un Estado social de derecho en zonas apartadas, en donde el temor y la zozobra se apoderan de quienes viven allí.

››Según

el Sistema de Informació­n para Víctimas, el 50,3 % de esta población se concentra en Kennedy, Ciudad Bolívar, Bosa, Suba, Usme y Engativá.

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/ Andrés Torres. La Secretaría de Educación indica que la mayoría de menores provienen del Pacífico, Putumayo, Nariño, el sur de Bolívar y los Llanos Orientales.
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