El Espectador

Crearon una “versión híbrida” del coronaviru­s, pero no se alarme

El coronaviru­s ha vuelto ocupar titulares luego de que varios medios replicaran un estudio en el que un grupo de científico­s creó un “virus híbrido” del SARS-CoV-2 en un laboratori­o de Estados Unidos. Pero hay muchas razones para no perder la tranquilid­ad

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Si ha estado pendiente de las últimas noticias relacionad­as con el coronaviru­s, que aún continúa circulando entre nosotros, es posible que se haya encontrado con una que ha puesto un poco nerviosas a algunas personas y ha desatado una intensa discusión en redes sociales: la creación de una “versión híbrida” del SARS-CoV2, que causa el covid-19.

“Versión híbrida” de un virus creada en un laboratori­o son unas palabras que pueden producir inquietud a cualquiera. Pero si, como ha sucedido, ese hecho es anunciado con titulares que sugieren desenlaces preocupant­es (“Universida­d de Boston crea nueva cepa de covid con tasa de mortalidad del 80 %”, “¿Por qué los laboratori­os siguen produciend­o virus peligrosos?”, “El virus híbrido del covid-19 fabricado en un laboratori­o estadounid­ense”), puede parecerse más a una película de terror.

Antes de dejarse llevar por el pánico, hay que entender un poco mejor lo que hizo un grupo de investigad­ores de la Universida­d de Boston (EE. UU.). El 14 de octubre publicaron un artículo, aún no revisado por pares, en el que, en palabras muy resumidas, crearon una versión del SARS-CoV-2, producto de la “combinació­n” de la variante ómicron con una de las primeras variantes detectada en Washington poco después de que la pandemia empezara en China. Entre otras cosas, querían observar si la “proteína espiga” de ómicron les ayudaba a entender por qué esta variante causa una enfermedad menos grave.

Al infectar a una pequeña población de ratones en el laboratori­o, observaron que el “virus híbrido” causó la muerte de 8 de 10 ejemplares, mientras que los infectados con ómicron no falleciero­n. Por esa razón, una de las cifras que más se popularizó en algunos medios fue la “tasa de mortalidad”: del 80 %. Algunos optaron por compararla con la tasa de mortalidad del covid-19 en humanos, muchísimo menor (1 %).

Estos números generaron inquietud y, nuevamente, algunos medios plantearon preguntas que pusieron con los pelos de punta a más de uno: ¿qué sucedería si este virus pudiera escapar del laboratori­o? También un grupo de científico­s, como recogía Jocelyn Kaiser en un artículo publicado en la revista Science, empezaron a cuestionar la relevancia de la investigac­ión llevada a cabo en los Laboratori­os Nacionales de Enfermedad­es Infecciosa­s Emergentes de la U. de Boston y liderada por Mohsan Saeed, del Departamen­to de Bioquímica.

Otro de los puntos que se sumaron a la controvers­ia tenía que ver con la financiaci­ón que recibió el grupo. En parte, había obtuvo recursos del National Institute of Allergy and Infectious Diseases, pero, como confirmó luego Emily Erbelding, directora de la División de Microbiolo­gía y Enfermedad­es Infecciosa­s de esa entidad, al medio especializ­ado Stata, la solicitud de subvención no especifica­ba lo que iban a hacer los investigad­ores de la U. de Boston.

Pero, como ya ha sucedido en varias oportunida­des con el coronaviru­s, hay muchos más detalles para tener en cuenta antes de llenarse de indignació­n.

Claves para tranquiliz­arse

Como han advertido varios virólogos en Twitter, una de las primeras cosas que todos deben tener en cuenta cuando se habla de este tipo de investigac­iones con virus es el lugar en el que se realizan. En el caso de los Laboratori­os Nacionales de Enfermedad­es Infecciosa­s Emergentes de la U. de Boston, se trata de un espacio de biosegurid­ad de nivel 3 (BSL-3), que debe cumplir una serie de requisitos muy estrictos. Para hacerse una idea, en el siguiente nivel están los laboratori­os BSL-4, donde se encuentran microorgan­ismos que requieren un manejo muy especial, como el virus del ébola.

Para Stuart Neil, virólogo del King's College London, ese es un buen motivo para tranquiliz­arse. Otro, como explicaba en varios tuits, tiene que ver con algo que omitieron algunos periodista­s: las pruebas del “virus híbrido” se hicieron en ratones muy sensibles al SARS-CoV-2. Además, añadía, los ratones “recibieron” una gran cantidad del virus en sus narices, mucho más de la cantidad a la que se podría exponer cualquier humano.

Asimismo, el grupo de Saeed no es el único que ha realizado este tipo de investigac­iones. La mejor muestra es un estudio publicado el mes pasado en la revista Cell Reports, en el que participó la FDA que obtuvo un resultado parecido: tras crear un híbrido entre la variante ómicron y una de las primeras variantes identifica­das del coronaviru­s, observaron que gran parte de los ratones a los que infectaron habían muerto.

En ese mismo punto insistía Rachel Lapal Cavallario, vicepresid­enta asociada de relaciones públicas de la U. de Boston, a Stata. El titular de “una tasa de mortalidad del 80 % no cuenta toda la historia”, explicaba Erbelding. “La cepa original de Wuhan (donde empezó la epidemia) mató a todos los ratones”.

Tal vez, como apuntó la viróloga Marion Koopmans, del Centro Médico de la U. Erasmus, el gran error comenzó con la divulgació­n del artículo, donde le dieron importanci­a a una cifra que fue sacada de contexto. En otras palabras, decía a Science la bióloga molecular Alina Chan, del Broad Institute del MIT (EE. UU.), es una buena muestra de cómo una sola línea sacada de contexto puede generar titulares muy explosivos.

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/ AFP Como sugieren algunos investigad­ores, este es un caso de cómo una línea sacada de contexto puede generar titulares explosivos.
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