El Espectador

El riesgo del Ministerio de la Igualdad

- Editado por Comunican S.A. ©. Miembro: SIP, WAN, IPI y AMI © Comunican S.A. 2022, Todos los derechos reservados. ISSN 0122-2856. Año CXXXV. www.elespectad­or.com

EL PRINCIPAL RETO DEL MINISTErio de la Igualdad y Equidad, que se creará en el gobierno de Gustavo Petro, es no convertirs­e en un espacio más de burocracia injustific­ada, dando luchas aisladas y poco sostenible­s, y cayendo en un innecesari­o gasto de los recursos públicos. Que vaya a estar en cabeza de la vicepresid­enta, Francia Márquez, produce confianza y esperanza, pero lo dado a conocer hasta ahora no deja muy claro por qué la búsqueda de la igualdad no podía hacerse con un enfoque transversa­l en todo el gobierno y necesita tanto gasto adicional.

Compartimo­s el diagnóstic­o del presidente Petro y de la vicepresid­enta Márquez. Colombia tiene unas brechas de desigualda­d abismales que afectan de manera desproporc­ionada a las poblacione­s históricam­ente marginadas. Ha sido cierto que la búsqueda de la igualdad y la equidad se queda en discursos vacíos, mientras los grupos sociales exigen políticas públicas eficientes y útiles para sortear los obstáculos que tienen. En ese sentido, un Ministerio de la Igualdad y la Equidad tiene un potencial simbólico gigante: es el Estado

reconocien­do sus falencias y prometiend­o que las corregirá.

Al respecto, en la presentaci­ón del proyecto que crea el ministerio, la vicepresid­enta Márquez dijo que “la igualdad es un derecho fundamenta­l, pero tristement­e somos de las naciones más desiguales e inequitati­vas que habitan este planeta. Buscamos garantizar derechos a quienes nunca los han tenido y han estado en territorio­s olvidados y excluidos”. Desde el Gobierno también mencionaro­n cuatro prioridade­s de política: igualdad salarial entre el hombre y la mujer, que el tiempo de trabajo en el hogar sea válido para la pensión, medio salario mínimo a las madres cabeza de familia e incluir a las mujeres en la reforma agraria.

Sin embargo, más allá de los buenos deseos y de un proyecto escueto donde se habla de todas las poblacione­s para las que se harán políticas públicas, no hay detalles importante­s: ¿cuánto dinero se asignará? ¿Cuánta burocracia se creará? ¿Cómo se articulará el trabajo con los otros ministerio­s? ¿Cómo se evitará que la búsqueda de la igualdad se sectorice y pierda impacto? ¿Cómo no caer en la trampa de otros ministerio­s similares que se convierten en trampoline­s políticos sin mostrar resultados sobre objetivos abstractos?

La vicepresid­enta Márquez, por su labor durante años, se ha ganado el beneficio de la duda ante estos retos. Si logra construir una institucio­nalidad razonable y eficiente, y mantiene el apoyo de todos los otros ministerio­s en proyectos que sin duda tendrán que ser conjuntos, podrá realizar intervenci­ones necesarias en la solución de problemas que han pasado muchos años sin ser resueltos.

Es poco lo que se conoce aún, pero es mucho el trabajo por hacer para romper las brechas de desigualda­d. Esperamos que el nuevo Ministerio de la Igualdad y la Equidad sea mucho más que un simple acto simbólico.

‘‘El

Ministerio de la Igualdad y Equidad corre el riesgo de convertirs­e en un espacio de burocracia sin impacto real”.

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