Machismo y exclusión en el periodismo latino
ESTA SEMANA LA RELATORÍA ESPEcial para la Libertad de Expresión de la CIDH publicó el informe “Mujeres periodistas y salas de redacción: avances, desafíos y recomendaciones para prevenir la violencia y luchar contra la discriminación”, que parte de una serie de investigaciones realizadas en los últimos años en la región y emite recomendaciones para que las mujeres periodistas puedan ejercer su trabajo en condiciones de igualdad. El informe muestra una gran desigualdad en materia de representación: tres de cada 10 periodistas son mujeres en países como Colombia y Argentina; en Brasil “el porcentaje de mujeres que trabajan en medios televisivos es casi similar al número de varones, en la radio y los medios escritos las periodistas son tres veces menos que sus pares varones”.
El informe señala que, según datos de 2018, en Argentina 43 % de las mujeres periodistas han sufrido discriminación; en Colombia es el 62 % y en Costa Rica el 31 %. Además el estudio indica que hay segregación horizontal, es decir que periodistas hombres y mujeres no cubren los mismos temas y que las mujeres suelen estar en aquellos que se consideran “menos relevantes” como cultura, sociedad, educación, espectáculos, gastronomía, turismo, moda, estilo de vida y por supuesto temas de género. Los periodistas hombres suelen dominar las coberturas sobre política, economía, justicia y deporte. Además, el informe muestra que las periodistas que quieren hacer cobertura sobre género en medios tradicionales tienen que dar una ardua pelea interna para tener luz verde en la sala de redacción. “En Ecuador, las periodistas señalan que, cuando intentan abordar estos temas o modificar la cobertura que sus medios realizan de casos de violencia de género, enfrentan «una dinámica de lucha permanente y (…) un trabajo extra de pedagogía hacia sus compañeros y compañeras, editores y jefes. Aunque hay veces que se logra convencer a editores y colegas, en otras tampoco se consigue, generando un sobreesfuerzo, un incremento en la presión laboral, frustración, problemas de salud mental o la deserción de sus espacios laborales»”.
Quizás una de las causas que más ahondan estas brechas es el acoso sexual. “En Colombia, el 60 % de las mujeres periodistas denuncian haber sido víctimas de violencia de género en el lugar de trabajo (de 160 que participaron de un estudio realizado por No es hora de callar en 2020). El 79 % de ellas reportaron que el agresor había sido una persona con un cargo superior al suyo y el 56 % indicó que la violencia había sido ejercida por compañeros de trabajo. Al mismo tiempo, el 78 % de las mujeres periodistas colombianas conocen situaciones de violencia de género en contra de alguna colega”. Además. “tres de cada 10 mujeres periodistas (...) revelaron que «han tenido que abandonar espacios laborales ante situaciones de violencia de género»”.
Esto, en lo que compete a las mujeres periodistas cis, pero el informe también recoge datos que muestran que “en América Latina, las personas indígenas constituyen solo el 1 % de los sujetos y fuentes (personas vistas, escuchadas o de las que se habla) en las noticias televisivas a pesar de ser el 8 % de la población de la región”. La representación de periodistas trans o no binaries es mínima y casi que inexistente en los medios tradicionales. Lo que muestran los datos de los últimos años es que la desigualdad en el gremio es un problema grave que apenas está empezando a documentarse y tomarse en serio. Sin duda el informe de la Relatoría es un gran paso para elevar un tema que hace 20 años ni siquiera parecía relevante para la defensa de la libertad de expresión. Los datos no son alentadores, pero son un primer paso, un diagnóstico indispensable para que las redacciones entiendan que urge comprometerse con la diversidad y con los derechos de las mujeres.