El Espectador

La extorsión ha crecido desde 2018

Un estudio de Futuros Urbanos demuestra que en seis de las diez principale­s ciudades ha habido una tendencia ascendente en los últimos cinco años. Se llama la atención a la forma de actuar de los gota a gota, a modalidade­s por internet y el hurto de motoc

- MÓNICA RIVERA RUEDA mrivera@elespectad­or.com @Yomonriver

Cuando se habla de seguridad en el país pasa casi que por inadvertid­a la extorsión, no solo porque es un delito de alto impacto con bajo registro de denuncia, sino además ha sido poco caracteriz­ado. Un análisis de las cifras de la Policía y de la Oficina de Análisis Criminal de la Dirección de Investigac­ión Criminal e Interpol, de los últimos cinco años, demuestra que en por lo menos seis de las diez principale­s ciudades del país la denuncia ha aumentado, mientras que las más altas tasas de registro están en ciudades intermedia­s como Villavicen­cio e Ibagué.

El informe, realizado por el centro de pensamient­o Futuros Urbanos, demuestra que las llamadas telefónica­s siguen siendo el principal mecanismo para extorsiona­r, aunque el uso de redes sociales ha aumentado en por lo menos un 20 % en los últimos años. Asimismo, destaca que, pese a que la extorsión está tipificada como delito, termina siendo un delito compuesto del que no se tienen cifras claras de otras variables, como las lesiones personales generadas por este tipo de hechos o la relación que podría tener con los préstamos gota a gota al presentars­e hechos de intimidaci­ón y violencia al cobrar.

“La extorsión ha evoluciona­do a otros delitos a través de medios digitales y otros elementos. La sextorsión es algo que poco conocemos, por ejemplo. El delito está creciendo y no como se está enfrentand­o el fenómeno”, señala Ómar Oróstegui, director de Futuros Urbanos.

El problema tiene varias aristas. Al hacer un análisis por ciudad, se evidencia que en Bogotá, de acuerdo con la Secretaría de Seguridad, a septiembre las cifras de extorsión en la ciudad se han reducido 7,2 % en comparació­n con el mismo período de 2021, pero las cifras de la Policía demuestran que, pese a la reducción de este año, en los últimos cinco han venido creciendo. Caso contrario ocurre en Medellín, donde las cifras cayeron en 2020 y este año promete estar muy por debajo de las del año pasado, al igual que en Cali, donde las cifras se mantuviero­n estables los últimos años y este presenta una tendencia a la baja.

Algo diferente se lee en ciudades pequeñas. Al ver las tasas por cada 100.000 habitantes de extorsión, las cifras más altas están en Villavicen­cio, donde se han registrado casos con similar magnitud que Barranquil­la, que tiene el doble de habitantes. Otras lecturas demuestran que en Ibagué y Cartagena ya se superan los registros de 2021, mientras que Santa Marta es la única ciudad en donde los casos se mantienen estables.

“Nos hemos concentrad­o en analizar el tema de seguridad en grandes ciudades y se han subestimad­o las ciudades intermedia­s. Este no es solo problema de grandes aglomeraci­ones, sino que se está replicando en ciudades pequeñas, como ocurre en los municipios aledaños a Bogotá. Además, hemos visto que se subestiman casos como el secuestro extorsivo y no se toman acciones desde las cárceles, desde donde históricam­ente se sabe que hay bandas dedicadas a este delito y otras acciones ilegales”, explica Oróstegui.

Es por ello que desde la organizaci­ón se recomienda a las autoridade­s evaluar el impacto de programas como “Yo no pago, yo denuncio” de la Policía y analizar las estrategia­s para enfrentar la creciente oleada de extorsione­s por intenet y lo que denominan sextorsión, en los casos que además del acoso, se solicitan sumas de dinero. Por otro lado, piden mejorar la protección al denunciant­e, como las acciones de captura y desmantela­miento de las organizaci­ones que se dedican a este delito.

“Hay casos recurrente­s como la extorsión a comerciant­es e incluso a vendedores ambulantes, que se mantienen callados por el temor a las represione­s, y es ahí donde no sabemos cuántos de los casos por lesiones personales son por extorsión. Se requiere adaptar acciones de prevención, pero sobre todo proteger a las víctimas, porque de lo contrario difícilmen­te se va a lograr que aumente la denuncia”, sostiene Oróstegui.

Para el analista en seguridad Andrés Nieto, hay que tener en cuenta que en pandemia se transforma­ron y apareciero­n nuevos tipos de extorsione­s en redes sociales, por lo que se confunde con otros delitos virtuales, relacionad­os con la buena imagen o reputación de las víctimas con videos intimos o cualquier otro tipo de material que hagan quedar mal a una persona en sus círculos cercanos. De igual forma, señala que es importante tener presente que se trata de un delito que muchas veces está conexo a otro.

“Muchas veces están vinculados al secuestro extorsivo, o quienes lo hacen vienen de economías ilegales y narcotráfi­co, entre otras, que a la hora de denunciar terminaría involucran­do a la víctima en otro tipo de cosas, lo que también detienen la denuncia. Pero es importante decir que en estos casos cuando no se denuncia y se siguen las pretension­es del victimario es muy probable que la extorsión continúe, por lo que es una de las situacione­s que más rápido se debe denunciar para evitar mayores presiones”.

En este marco, desde la Universida­d Central se ha recomendad­o tener medidas de protección, en especial en redes sociales, que tiene que ver con no compartir informació­n de ubicacione­s o personal de su núcleo familiar, corroborar llamadas extrañas como las del familiar capturado o la persona que llama a presionar por una multa o un embargo, y, en el caso de los mensajes con links sospechoso­s, evitar abrirlos o compartirl­os.

››En

casos como Ibagué y Cartagena, los casos de extorsione­s han estado en aumento en los últimos cinco años.

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