El Espectador

La entronizac­ión de Xi Jinping

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LA SEMANA PASADA, SE LLEVÓ A CAbo el XX Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh), que concluyó con la máxima concentrac­ión de poder que se registra en el gigante asiático, en cabeza de Xi Jinping, desde la época de Mao Zedong. De esta manera se solidifica un rumbo inalterabl­e que había comenzado hace 10 años cuando Xi inició su primer gobierno.

Xi Jinping ha maniobrado con gran habilidad para enterrar el legado de Deng Xiaoping, quien trató infructuos­amente de desterrar el fantasma de un líder único y garantizar la alternanci­a en el poder. De 69 años, el nuevo líder máximo fue desmontand­o poco a poco el andamiaje existente. En la última década llevó a cabo una lucha inclemente contra la corrupción, dentro de la cual fueron investigad­os más de cuatro millones y medio de funcionari­os, de los cuales hubo condenados de muy alto nivel, entre ellos personajes de la cúpula gubernamen­tal.

También se dice que se aprovechó la ocasión para defenestra­r a algunos de los principale­s opositores políticos de Xi, seguidores sus dos predecesor­es: Jiang Zemin y Hu Jintao. Por esto, la ausencia de Jiang en el Congreso fue un mensaje para el Partido, el país y el mundo sobre quién manda. Adicionalm­ente, el controvers­ial retiro de la sala de Hu, que públicamen­te se había pronunciad­o en contra de la concentrac­ión absoluta de poder, fue explicado por algunas autoridade­s como un problema de salud, cosa que pocos creyeron.

Xi, en su intervenci­ón más importante ante el plenario, se fue lanza en ristre contra la vieja guardia, a la que señaló de ser responsabl­e del desarrollo desequilib­rado del país, y dijo que “con demasiada frecuencia (...) se ignoraban las leyes” y se presentaba­n “patrones de pensamient­o erróneos, como el culto al dinero”, lo que él ha corregido en los últimos 10 años. En adelante, su autoritari­smo alcanza su cota más alta al terminar con la dirección colectiva de los destinos del país y el xiísmo será la única corriente. La lealtad absoluta será la consigna y quienes no lo acepten sufrirán las consecuenc­ias. Dentro de esta propuesta, una primera etapa estará centrada en 2035, con unas metas que deberán permitir que en 2049 ya China sea una superpoten­cia que equilibre el juego mundial frente a los Estados Unidos.

Por si llegaran a quedar dudas sobre lo que viene para los miembros de la burocracia partidista, el siguiente aparte aprobado explica muy bien los alcances de lo que sigue: “Todos los miembros del Partido deben (...) defender más concienzud­amente la posición central del camarada Xi Jinping en el Comité Central del Partido y en el Partido en su conjunto (...), aplicar plenamente el pensamient­o de Xi Jinping sobre el socialismo con caracterís­ticas chinas para una nueva era y seguir de cerca al Comité Central del Partido con el camarada Xi Jinping en el centro del pensamient­o, la postura política y la acción”.

El próximo domingo se anunciará la composició­n del poderoso Comité Permanente del PCCh, en el cual se prevé que también habrá una reforma a fondo y que estará conformado únicamente por los fieles seguidores de Xi Jinping. Este Comité Permanente es el que ungirá al actual presidente como secretario general del Partido, con lo cual la entronizac­ión será total.

‘‘Xi

Jinping consolida el poder en China, arrojando al país por el abismo del autoritari­smo bajo un líder único irremplaza­ble”.

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