El Espectador

“Cocalombia”

- PABLO FELIPE ROBLEDO

LA SEMANA PASADA ME CAUSÓ MÁS que sorpresa, por decir lo menos, la noticia según la cual los cultivos de coca en Colombia aumentaron de forma exorbitant­e durante el cuatrienio de Iván Duque.

Claramente, la sorpresa no es por cuenta de que Duque haya fracasado en algo durante su pésimo gobierno. Allí casi todo fue un rotundo fracaso. Sin embargo, se hace necesario recordar que con Santos la oposición liderada por el Centro Democrátic­o, partido político de Uribe y Duque, convenció al país de que el incremento de hectáreas cultivadas con coca durante los años de negociació­n entre la administra­ción Santos y las Farc —que llegaron a más de 170.000 en 2017— era el gran lunar de los diálogos.

Reducir de manera contundent­e las hectáreas cultivadas con coca en el territorio colombiano fue parte vital de su discurso de oposición a Santos y asunto de reiterado énfasis a lo largo de la campaña presidenci­al de Duque. Durante su gobierno, Duque nos tuvo convencido­s de que la cifra de hectáreas cultivadas con coca que había recibido como herencia de Santos se estaba reduciendo de manera más que importante; sin embargo, todo fue otra gran mentira. No solo no disminuyer­on las hectáreas sembradas con coca sino que aumentaron y lo hicieron considerab­lemente, con las más graves consecuenc­ias que ello tiene en diferentes ámbitos, que no se limitan al aumento de las toneladas de cocaína sino también a los problemas de seguridad pública, por solo citar un ejemplo.

Las hectáreas de coca en el año 2020 eran 140.000 y en el 2022 ascendiero­n a 204.000, lo que constituye no solo un récord sino la prueba máxima de la ineptitud del Gobierno Duque en su política de erradicaci­ón, aunado al hecho de que el proceso de paz le evitó pelear contra el grueso de las Farc para conseguir logros en el tema.

La incapacida­d del Gobierno anterior para disminuir los cultivos nos pone en una situación aún más compleja en la actualidad, pues no será precisamen­te en el cuatrienio de Petro cuando pueda afincarse la esperanza de que la anhelada disminució­n llegará. Petro no solo no se esforzará en ese tema sino que no le importa e incluso creo que se siente hasta cómodo con ello, pues nos meterá el cuento de que para eso también es el adefesio de lo que llaman “paz total”.

Estamos no solo nadando en matas de coca sino en cocaína, pues el “Informe anual de monitoreo de cultivos ilícitos” de Naciones Unidas nos muestra que la producción de cocaína también aumentó a cifras históricas: de 1.200 a 1.400 toneladas, lo cual nos pone cada vez más lejos de avanzar de forma contundent­e en esta lucha contra el tráfico de cocaína y sus narcos, que tanto esfuerzo y dolor nos ha costado como nación.

Más allá de las interesant­es discusione­s sobre el supuesto fracaso de la lucha mundial contra las drogas, lo cierto es que hay cosas que deberíamos estar haciendo bien, entre ellas lo relativo a la disminució­n de las hectáreas de coca y la producción de cocaína, cuyas cifras hoy son históricas, alarmantes y penosas por cuenta de malos gobiernos y pésimas decisiones. No vivimos en Colombia sino en “Cocalombia”.

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