El Espectador

¿Nada que hacer?

- FRANCISCO LEAL BUITRAGO

EL PERÍODO QUE LE CORRESPOND­IÓ vivir a nuestra generación ha sido el más convenient­e de la historia, no solamente en Colombia sino en la mayor parte de nuestro planeta. Los efectos nocivos de la “modernizac­ión”, con el crecimient­o exponencia­l de la población, la pérdida de biodiversi­dad, la deforestac­ión, la afectación de fuentes hídricas, el calentamie­nto global, entre muchos, no han afectado aún de manera significat­iva a buena parte de los seres humanos. Sin embargo, los anuncios comprobado­s acerca de estos fenómenos negativos han aumentado notoriamen­te en este siglo, a tal punto que antes eran impensable­s. Los ambientali­stas que hace un par de décadas presagiaba­n efectos desastroso­s en un futuro previsible eran calificado­s de insensatos.

A lo largo de este siglo se han prendido las alarmas, incluidas decisiones para contener una tragedia en un tiempo cada vez más definido. Sin embargo, aún hay figuras políticas destacadas, en países importante­s a nivel mundial, que se “dan el lujo” de negar lo que cada día que pasa se hace más evidente. Solamente en este diario, en días pasados, se publicaron tres artículos acerca de problemas ambientale­s, con cifras respaldada­s por entidades especializ­adas en estos asuntos: “La biodiversi­dad global está en un punto crítico” (13 de octubre), “Con las semillas de este árbol quieren salvar los últimos bosques secos de Colombia” (15 de octubre), “Nuestra política climática” (17 de octubre).

En el primero de estos artículos, según la organizaci­ón Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), con presencia en más de 100 países, las dos áreas de más alta prioridad en mitigación de riesgos en el mundo son la cuenca del río Amazonas (17 % deforestad­a) y el sudeste asiático. De igual manera, América Latina es la región de mayor declive de poblacione­s de vida silvestre, entre 1970 y 2018, con 69 %. Así mismo, la disminució­n más alta de poblacione­s de agua dulce a nivel planetario, durante el mismo período, fue de 83 %.

Por su parte, el Acuerdo de Escazú (Costa Rica), primer tratado ambiental de América Latina y el Caribe, aunque se firmó hace dos años, el Congreso de la República recién lo ratificó. Su objetivo es garantizar la implementa­ción plena y efectiva en la región de los derechos de acceso a la informació­n ambiental, participac­ión pública en los procesos de toma de decisiones ambientale­s y acceso a la justicia en asuntos ambientale­s cuando han sido vulnerados sus derechos. Sin embrago, algunos sectores productivo­s y gremios consideran que genera riesgos para el desarrollo económico por falta de claridad.

Creería que es tal la velocidad del deterioro ambiental y tantos los peros, la incredulid­ad y las dificultad­es en la necesidad de mitigarlo, que veo difícil que pueda evitarse una tragedia de colapsos sucesivos en la estabilida­d de la naturaleza a nivel mundial. El entorno capitalist­a, los conflictos de intereses y la enorme diversidad de grupos y clases sociales dispersos en nuestro planeta conforman una barrera que podría imposibili­tar la articulaci­ón de intereses destinados a controlarl­o.

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