¿Nada que hacer?
EL PERÍODO QUE LE CORRESPONDIÓ vivir a nuestra generación ha sido el más conveniente de la historia, no solamente en Colombia sino en la mayor parte de nuestro planeta. Los efectos nocivos de la “modernización”, con el crecimiento exponencial de la población, la pérdida de biodiversidad, la deforestación, la afectación de fuentes hídricas, el calentamiento global, entre muchos, no han afectado aún de manera significativa a buena parte de los seres humanos. Sin embargo, los anuncios comprobados acerca de estos fenómenos negativos han aumentado notoriamente en este siglo, a tal punto que antes eran impensables. Los ambientalistas que hace un par de décadas presagiaban efectos desastrosos en un futuro previsible eran calificados de insensatos.
A lo largo de este siglo se han prendido las alarmas, incluidas decisiones para contener una tragedia en un tiempo cada vez más definido. Sin embargo, aún hay figuras políticas destacadas, en países importantes a nivel mundial, que se “dan el lujo” de negar lo que cada día que pasa se hace más evidente. Solamente en este diario, en días pasados, se publicaron tres artículos acerca de problemas ambientales, con cifras respaldadas por entidades especializadas en estos asuntos: “La biodiversidad global está en un punto crítico” (13 de octubre), “Con las semillas de este árbol quieren salvar los últimos bosques secos de Colombia” (15 de octubre), “Nuestra política climática” (17 de octubre).
En el primero de estos artículos, según la organización Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), con presencia en más de 100 países, las dos áreas de más alta prioridad en mitigación de riesgos en el mundo son la cuenca del río Amazonas (17 % deforestada) y el sudeste asiático. De igual manera, América Latina es la región de mayor declive de poblaciones de vida silvestre, entre 1970 y 2018, con 69 %. Así mismo, la disminución más alta de poblaciones de agua dulce a nivel planetario, durante el mismo período, fue de 83 %.
Por su parte, el Acuerdo de Escazú (Costa Rica), primer tratado ambiental de América Latina y el Caribe, aunque se firmó hace dos años, el Congreso de la República recién lo ratificó. Su objetivo es garantizar la implementación plena y efectiva en la región de los derechos de acceso a la información ambiental, participación pública en los procesos de toma de decisiones ambientales y acceso a la justicia en asuntos ambientales cuando han sido vulnerados sus derechos. Sin embrago, algunos sectores productivos y gremios consideran que genera riesgos para el desarrollo económico por falta de claridad.
Creería que es tal la velocidad del deterioro ambiental y tantos los peros, la incredulidad y las dificultades en la necesidad de mitigarlo, que veo difícil que pueda evitarse una tragedia de colapsos sucesivos en la estabilidad de la naturaleza a nivel mundial. El entorno capitalista, los conflictos de intereses y la enorme diversidad de grupos y clases sociales dispersos en nuestro planeta conforman una barrera que podría imposibilitar la articulación de intereses destinados a controlarlo.