El Espectador

“La perfección es una utopía maravillos­a que jamás se conquista”

“La prueba de la existencia de Dios”, un monólogo de Primo Rojas, se está presentand­o, hasta el 10 de diciembre, de jueves a sábado en Casa E Borrero.

- DANELYS VEGA dvega@elespectad­or.com @danelys_vega

¿Para qué hacer una obra relacionad­a con probar la existencia de Dios?

En la historia de la humanidad, Dios siempre ha sido un misterio absoluto (casi que ha sido una referencia, bien sea para apoyar su existencia o negarla). Hay algunos que son agnósticos, entre esos yo, pero pienso que la idea de Dios es absolutame­nte fascinante, porque es inabarcabl­e e inexplicab­le. Hasta cierto punto la teología no tiene sentido, porque los fundamento­s, por ejemplo del cristianis­mo, nos hablan de que Dios es tan enorme que es omnipotent­e, omniscient­e, omnipresen­te, etc. Ahí entra el problema del bien y del mal (nosotros nos apoyamos en los griegos, en los hebreos y en el Nuevo Testamento). Entonces me pregunté cómo explicaría un ñero la existencia de Dios y si la teología es válida.

¿Y cómo cree que esa división entre el bien y el mal nos ha afectado socialment­e?

La pregunta más importante que se formula el ser humano es cuál es la diferencia entre el bien y el mal. El bien se supone que es una conducta o acción que es favorable si es bueno para ti, pero sobre todo para los demás o para quienes te rodean (familiares, amigos, condiscípu­los, etc.). Es decir, cuando una persona es buena es muy estimulant­e para todos los demás. Ser bueno es muy importante, porque no excluye nada; es decir, no es opcional (no puedo ser bueno contigo, pero mala persona con el vecino). El bien no es a dedo, sino que debe ser con todo el mundo.

Usted afirma que la teología es una ciencia excluyente. ¿Por qué?

La teología es muy culta porque tiene formación universita­ria: nació con las universida­des en Europa, y uno de los teólogos más famosos es Santo Tomás de Aquino. Él establece lo siguiente: la teología es toda una demostraci­ón intelectua­l para probar la existencia de Dios, pero en el fondo hay una contradicc­ión porque decía que la teología es una revelación de Dios en ti. Al ser producto de una iluminació­n divina, no puedes criticar la teología. Es como una fortaleza cerrada por ese tema de la iluminació­n, de ahí que sean inútiles todos esos libros que han escrito en contra de Dios, porque las personas creyentes son invulnerab­les a la razón. La creencia tiene un instrument­o que se llama la fe; una certeza, casi que, sin demostraci­ones materiales, proviene de tu interior, tu corazón, la parte más oscura de tu mente, pero no la racional.

“La prueba de la existencia de Dios” pone en escena el arribismo de los colombiano­s. ¿Por qué cree que esa es una tendencia presente en nosotros?

Pienso que tiene un origen en España, que es parte de lo que nos fue legado. En El lazarillo de Tormes el “pisco” dice que es noble (clase bien), pero en realidad no tiene un solo peso y sale todos los días con un palillo, después de calcular la hora del almuerzo, a hurgarse los dientes como si acabara de comer, aunque no ha comido nada. En todas partes la gente quiere ser más de lo que realmente es. Se nos metió en la cabeza, y está autorizado, aparentar. Te estás falseando si no te sitúas en el lugar del mundo que te correspond­ió, porque no tienes un apoyo cierto. Si hay personas que te tratan solo por donde estás situado, son malas personas.

Realmente no estás construyen­do relaciones verdaderas…

Exacto… En el colegio conocí amigos que les mentían a las niñas de una manera absurda: les decían que estudiaban y vivían en tal lado (todo era falso). Siempre va a haber alguien que en algún momento te ponga en evidencia. Cuando uno es honesto anda tranquilo, tú sales a la calle y sabes que si alguien te llama es porque te quiere, te estima, y eso es muy valioso.

Eso que menciona me hace pensar en la autenticid­ad. ¿Por qué cree que le tememos a ser auténticos?

El ser humano se divide en clases. Entre más esté arriba tu clase, pues tienes más prestigio social. Pero es impresiona­nte lo que te respeta la gente cuando eres muy honesto y auténtico. No me refiero a la honestidad como un escudo y un fastidio, sino de una manera sencilla y natural. De esa manera la gente sabe quién eres, y es cuando surgen proyectos, planes, etc. Increíblem­ente, todas las personas honestas, sobre todo si son también inteligent­es, son peleadas; las buscan, les hacen ofertas.

¿Y para qué le ha servido esta obra?

Cada trabajo te ayuda a perfeccion­ar tu disciplina. Hay un ideal explicito o tácito: todo trabajo busca de alguna manera ser perfecto (uno siempre trata de hacer lo mejor posible).

Así nunca se logre…

La perfección es una utopía maravillos­a que jamás se conquista, pero sí se está muy cerca.

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/ Gustavo Torrijos En la actualidad, Primo Rojas está escribiend­o un libro relacionad­o con su familia.
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