El Espectador

Primero las cárceles, ahora las calles: así se ve la violencia en Ecuador

Para frenar el traslado de decenas de detenidos, los jefes de las bandas criminales más poderosas de las cárceles del país ordenaron una serie de ataques en Guayaquil, Durán y Esmeraldas. La crisis carcelaria se agudiza.

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El terror se apoderó de Guayaquil, Durán y Esmeraldas el martes 1.° de noviembre. Al menos seis personas falleciero­n tras 18 atentados en estas ciudades de Ecuador. Explotaron vehículos, quemaron un bus escolar, atacaron centros de salud, dispararon a Unidades de Policía Comunitari­a, lanzaron bombas a gasolinera­s y capturaron como rehenes a ocho guías penitencia­rios. Todo esto en 24 horas. ¿Qué está pasando en este país?

“El uso de artefactos explosivos y los atentados no son algo nuevo. Hasta agosto teníamos ya 145 hechos en diferentes puntos del país, principalm­ente en Guayaquil”, le comentó a este diario Carolina Andrade, analista en temas de seguridad e inteligenc­ia. “Los mismos organismos internacio­nales, como la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH), han dicho que no existe presencia del Estado dentro de las cárceles, quienes las controlan son las organizaci­ones criminales. Además, se ha cedido mucho territorio a estos grupos armados, son ellos quienes tienen el control a través de las economías ilícitas”, agregó.

Y ese es el problema: la violencia ahora se siente con mucha más fuerza en las calles de Ecuador. El diario El Comercio de Ecuador informó que las amenazas salieron directamen­te de los pabellones 8 y 9 de la Penitencia­ría del Litoral, en Guayaquil. Los jefes de las bandas más poderosas del país, según datos de ese diario, ordenaron la ejecución de varios atentados, tanto en Guayas como en Esmeraldas.

El objetivo era frenar una orden de traslado de decenas de detenidos de la cárcel Guayas 1, uno de los principale­s escenarios de las masacres entre reclusos que dejan unos 400 muertos desde febrero de 2021. Las autoridade­s informaron que 61 policías falleciero­n este año también por la violencia.

“Lo que está pasando en Ecuador era impensable. Sin embargo, en los últimos ocho años se presentó el ascenso estratégic­o del país como territorio, economía y sociedad en las cadenas del crimen organizado”, le comentó a este diario Fredy Rivera, director de la Revista Latinoamer­icana de Estudios de Seguridad.

“Algunas de las prisiones se han convertido en una especie de centros de comando y control del crimen organizado, y eso se trasladó a las calles. ¿Qué tiene ese traslado? Que implica una disputa por el territorio, y no solo de bandas, sino también se trata del encadenami­ento del bodegaje, en este caso de la cocaína, que durante pandemia en Colombia se siguió produciend­o”, agregó el experto.

Ecuador pasó de ser un país de tránsito de drogas a un importante centro de distribuci­ón hacia Europa y Estados Unidos. En 2021, el país incautó el récord de 210 toneladas de drogas, en su gran mayoría cocaína. En lo que va del año, los decomisos suman 160 toneladas, según datos de la agencia AFP.

“Cada vez estamos más inundados de cocaína. El último informe de Naciones Unidas refleja un incremento del 43 % de los cultivos ilícitos (en Colombia), y vemos que los enclaves más fuertes y nuevos que se han constituid­o están en la zona de Nariño, en la frontera con Esmeraldas (Ecuador)”, sostuvo Carolina Andrade.

Pero a la producción y el tránsito de drogas se suman la violencia entre bandas, la corrupción y la pésima administra­ción que viene de hace años. “A finales de 2020, asesinaron al líder de la organizaci­ón principal local de Ecuador, los Choneros, y se inició un enfrentami­ento entre otros grupos criminales para obtener el poder de toda la cadena logística del envío de la droga a mercados internacio­nales. Mientras todo esto sucedía, en 2018 se tomaron decisiones políticas de eliminar ciertos ministerio­s a cargo de diferentes tareas del sector seguridad”, agregó la analista.

Rivera añadió que “la estructura, a veces corrompida, de la Fiscalía, del sistema de administra­ción de justicia y de la policía forma parte de las redes criminales”.

Tras la ola de ataques, el presidente Guillermo Lasso declaró el Estado de excepción en Guayas y Esmeraldas, las dos provincias más golpeadas por el crimen vinculado al tráfico de drogas. La medida, que durará 45 días, permite al mandatario emplear a las Fuerzas Armadas para restablece­r el orden.

Pero no es la primera vez que el presidente toma estas medidas. Carolina Andrade comentó que el gobierno solo se ha dedicado a declarator­ias de Estado de excepción que no son eficientes, y que no vienen acompañada­s de acciones de intervenci­ón real.

“Ante esa inacción, los ciudadanos nos preguntamo­s cuál es el nivel de complicida­d que existe a nivel político y a nivel de Fuerza Pública, para que ya conociendo lo que pasa no se actúe y simplement­e tengamos que seguir viendo cómo esta tendencia de violencia crece y ahora se traslada con mucha más fuerza hacia la población civil”, concluyó Andrade.

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menos seis personas falleciero­n tras 18 atentados en Guayaquil, Durán y Esmeraldas.

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/ AFP Policías inspeccion­an la escena de un atentado en la terminal de buses de Pascuales en Guayaquil.
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