Viveros para el bosque seco tropical en La Guajira
La crisis de pérdida de biodiversidad está agudizando la pobreza, desigualdades y seguridad alimentaria, poniendo en riesgo los medios de vida de millones de personas y la oportunidad de avanzar hacia un desarrollo sostenible y equitativo. Además, el covid19, a su vez, demostró que nuestra salud depende de la salud de la naturaleza.
Por eso es fundamental que los actores de la sociedad implementen acciones que ayuden a revertir la pérdida de biodiversidad. En este sentido, BIBO y El Espectador reconocieron las iniciativas encabezadas por las empresas e instituciones que aporten un grano de arena a la solución de estas problemáticas.
La edición 12ª de los Premios BIBO recibió 180 iniciativas en las tres categorías: “Naturaleza en positivo”, “Apuesta por un hábitat sostenible y sano”, y “Protegiendo los corredores hídricos”. El Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, The Natura Conservancy y la Fundación Natura fueron los jurados encargados de elegir los nueve finalistas y los tres ganadores en cada una de las categorías. Estos son los proyectos que recibieron la distinción:
Hace 20 años Cerrejón,
una de las empresas mineras que explota carbón a cielo abierto en la Media Guajira, inició un proceso de recuperación y conservación del bosque seco tropical, a través de la consolidación de viveros alrededor de la mina. Este proceso les permitió sembrar hace cinco años 50.000 árboles en 12 meses y proponerse la meta de sembrar 500.000 en 2022. El apoyo de las comunidades del resguardo indígena de Provincial, en el sur de la mina; Paladines, en la cuenca del arroyo Paladines; la Horqueta y Campo Herrera, en el norte, y Los Remedios, en el occidente de la mina, fue clave para superar esa meta y sembrar 600.000 árboles este año. “El reto principal era, ¿cómo hacemos para que este conocimiento quede en la región? Suena fácil trabajar en un vivero con tres o cuatro especies, pero trabajar con 44 especies de plantas nativas era un reto mayúsculo. En ese sentido, lo que hicimos fue traer diferentes comunidades y comenzar a capacitarlas en las técnicas de vivero”, explica Luis Madriñán, gerente de gestión ambiental de Cerrejón. En materia ambiental, este proyecto aporta a la recuperación de especies forestales. “Trabajamos con 10 especies que tienen algún grado de amenaza o están en peligro de extinción. Una de ellas es el árbol Carreto, una especie que no se encuentra en el Magdalena, está prácticamente extinta, porque la han acabado al ser madera tan fina. Hoy en día hemos logrado generar bancos de germoplasma de estas especies en peligro de extinción y estamos reproduciéndolas masivamente”, explica Madriñán.
Este proyecto, ganador en la categoría “Naturaleza en positivo”, se propuso que dentro de siete años las comunidades puedan producir productos no maderables del bosque, como el aceite de olla de mono, utilizado en la industria cosmética y que proviene de la semilla del árbol Lecythis minor. Además, esperan sembrar un millón de árboles el próximo año y duplicar esta cifra en 2026. “En una industria que está atacada, como la minería, este tipo de reconocimiento lo que nos permite es mostrar que las cosas pueden hacerse bien, y que si hay un compromiso real por parte del sector empresarial, las comunidades se pueden beneficiar, empoderar”, dice el gerente de gestión ambiental.