El Espectador

Ópera montada como debe ser

- PERISCOPIO CULTURAL MANUEL DREZNER

EN EL TEATRO MAYOR JULIO MARIO Santo Domingo se presentó una versión de la popular y hermosa ópera El elixir de amor, de Donizetti, bajo la dirección musical de Manuel López-Gómez y el montaje de Sergio Cabrera como director de escena. El resultado final mostró coherencia y tuvo una serie de virtudes que, vistos cantidad de antecedent­es anteriores, hicieron de esta presentaci­ón algo agradable y muy digno. La razón principal de esto fue que Cabrera no se tomó libertades con la concepción de los creadores Scribe, Romani y Donizetti, sino que siguió el libreto y mostró que definitiva­mente lo que idearon los libretista­s y los músicos es mejor que los caprichos de directores de escena arrogantes que tratan de corregir a los maestros que concibiero­n las óperas. En la versión que mostró Cabrera, con excepción de un inofensivo cambio del lugar donde se desarrolla la acción, cuya única consecuenc­ia fue un vestuario diferente, lo que se vio fue El elixir de amor, sin buscar vericuetos donde se pregonaran manifiesto­s revolucion­arios o la triste situación de los indígenas u otros temas que nada tienen que ver con la ópera.

El resultado fue que vimos la ópera de Donizetti tal como él la concibió y se comprobó que cuando el director escénico sigue las instruccio­nes del libreto, agregando, desde luego, toques personales, el resultado final supera a toda esa cantidad de traiciones a los artistas creadores que se han puesto de moda. Cabrera montó la ópera como debe ser y uno debe congratula­rse por eso. Solo hay que lamentar que la escenograf­ía, aunque era hermosa, prácticame­nte llenaba el escenario lo cual ocasionó que los personajes y el coro casi que no cupieran en el estrecho espacio que quedaba. Pero de resto, algo notable.

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