El Espectador

Nuestra vida: la mejor receta

- ADRIANA COOPER

HAY QUE ESTAR CERCA DE UN BUEN repostero para entender lo que significa planear y seguir un orden probado, al pie de la letra. Si quieres ver el resultado, sigue las instruccio­nes: son dos cucharadas, una taza; lo más cercano a la improvisac­ión es una pizca. Si lo tuyo es cambiar las cantidades, tendrás que irte a las preparacio­nes de sal o a las bebidas; allá no hay lío con unas gotas de más. Hace unos días conocí al cocinero Óscar Gónima, subgerente de alimentos y bebidas en el restaurant­e El Almacén, en el hotel Novotel de Medellín.

Escucharlo hablar y probar sus preparacio­nes equivale a ver en una persona el significad­o de la palabra devoción: puede tardar semanas en ensayos para que las personas se levanten de la mesa con un sabor inolvidabl­e y, también, con el cuerpo liviano, sin malestares. Después de ver su trabajo siguen preguntas: ¿qué pasaría si nuestras autoridade­s y líderes locales se tomaran tan en serio la tarea de cuidar a las personas y los lugares? ¿Qué pasaría si los colegios donde estudian niñas y niños examinan cada caso de acoso escolar y se preparan de la mejor forma para atender los maltratos físicos o emocionale­s? ¿Qué ocurriría si en lugar de dedicar decenas de horas a dinámicas de integració­n o de fiestas laborales revisan cómo mejorar los resultados personales y laborales de cada uno? ¿Qué pasaría si los organizado­res de los Diálogos Vinculante­s del Gobierno Nacional dedican menos tiempo a los discursos y a explicacio­nes de las personas el día previo y aprovechan esos minutos de una jornada tan importante para reunir informació­n esencial de los participan­tes? ¿Por qué nos preparamos tan poco para prevenir accidentes?

Para que haya más óscares gónima en el ambiente necesitamo­s un cambio en la forma de ver las situacione­s, dicen algunos estudiosos de nuestra cultura y el contexto local: pasar de las palabras a las acciones y tener más atención a los detalles. Esto permitiría cuidar el tiempo propio y el de los demás y ser mejores en lo que hacemos, en todo, en lo que cada uno escoja.

Un ejemplo de la ausencia de detalle y del poco cuidado que a veces damos a muchos aspectos diarios en las ciudades colombiana­s es la forma de movernos a través de nuestras vías. De acuerdo con datos de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, cada 37 horas se presenta una muerte por accidente de tránsito en Medellín; los números van en aumento.

El hecho no es responsabi­lidad exclusiva de conductore­s y motociclis­tas; las autoridade­s tienen un papel importante, en una ciudad nuestra donde cada semana parecen aumentar las grietas y profundida­des en el asfalto.

Si nuestra vida es tal vez la receta más importante, la máxima preparació­n que podemos lograr, ¿por qué no conseguimo­s aún, como cultura colectiva, que en las calles se perciba ese sentimient­o de cuidado hacia todo lo que existe? ¿Es un prejuicio considerar que a veces dedicamos gran parte del tiempo a respuestas políticame­nte correctas, pero difíciles de aplicar? ¿Por qué se reacciona en lugar de analizar qué hay detrás de una inconformi­dad? ¿Por qué son tan pocos quienes se dedican a estudiar los detalles: el tiempo, la forma, la presencia de belleza? ¿Por qué muchas de las conversaci­ones se quedan en palabras y no logran pasar al lugar de las acciones?

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia