El Espectador

Los ataques de Daniel Quintero a la prensa

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EL ALCALDE DE MEDELLÍN, DANIEL Quintero, debe comprender que su rol de funcionari­o público le exige respetar la libertad de prensa, especialme­nte aquella que no le gusta. En menos de una semana se dieron a conocer dos situacione­s preocupant­es, que muestran el coqueteo del mandatario con el autoritari­smo y la censura. De un lado, Pascual Gaviria, periodista y columnista de El Espectador, fue denunciado por el alcalde Quintero por injuria y calumnia. De otro, la Sociedad Interameri­cana de Prensa (SIP), que asocia a 500 medios de comunicaci­ón del continente, hizo un comunicado de vehemente rechazo a los constantes ataques desde La Alpujarra al periódico El Colombiano. Es una lástima que los líderes políticos adopten el desprestig­io y la estigmatiz­ación como herramient­a de ataque a quienes los vigilan.

En su columna para El Espectador, Pascual Gaviria explicó lo ocurrido: “La semana pasada llegó a mi correo electrónic­o una citación, de la fiscal 112 local de Medellín, a una audiencia de conciliaci­ón en el marco de una denuncia penal por los delitos de injuria y calumnia. El denunciant­e es el alcalde, Daniel Quintero Calle, quien cree que merezco una pena de prisión entre 16 y 72 meses, por un trino que publiqué en julio pasado y que dice, palabras más palabras menos, que el alcalde de Medellín es el farsante más grande que ha pasado por la ciudad y, además de eso, corrupto”.

Dirá el mandatario que solo está defendiend­o su derecho al buen nombre y que en el Código Penal hay reglas claras para la libertad de expresión. Pero olvida que al instaurar una acción penal no lo hace como un simple ciudadano, sino como el representa­nte del poder político de una ciudad. Es el Estado local presionand­o a un periodista por una opinión, diciéndole que no puede criticar al mandatario y enviándole­s un mensaje a todos sus otros posibles contradict­ores: cuidado con las palabras que utilizan, porque la cárcel es una amenaza.

Los funcionari­os públicos deben tener un grado de tolerancia a la crítica superior al de un ciudadano. El alcalde Quintero lo sabe, pero también sabe que solo con interponer la denuncia está ayudando a mancillar la estatura moral de uno de los periodista­s que han cuestionad­o su gestión. Esa es su actitud con la prensa crítica.

Desde que llegó al poder, Quintero ha entablado una estrategia de estigmatiz­ación a El Colombiano, medio que lo ha investigad­o y denunciado en varias ocasiones. Por eso la SIP dijo que “el alcalde Quintero y miembros de su gabinete, en respuesta al periodismo de investigac­ión de El

Colombiano, han arreciado sus ataques contra el diario utilizando las redes sociales”, y agregó que en Twitter la Alcaldía de Medellín creó una “campaña de descrédito orquestada desde las cuentas oficiales de miembros del gabinete, con ataques directos al medio de comunicaci­ón, en evidente menoscabo del buen nombre, la credibilid­ad y el trabajo del diario”.

Dirá el mandatario, de nuevo, que solo está defendiénd­ose. Pero la estrategia es una de deslegitim­ación total: su interés, al estilo trumpiano, es que nada de lo que haga la prensa sea tomado en serio. En una democracia, un alcalde no debería adoptar esas actitudes si pretende ser defensor de las libertades que establece la Constituci­ón. Esperamos un comportami­ento mejor de parte de los líderes políticos del país.

‘‘En su denuncia penal contra un columnista y sus constantes ataques a un periódico, Daniel Quintero muestra desprecio por la libertad de prensa”.

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