“La infancia es invisibilizada en toda Colombia”
La obra “Hasta que deje de llover”, centrada en la desaparición y dirigida y escrita por Sebastián Sanjuán, se presenta hasta este sábado 12 de noviembre, a las 8:00 p.m., en el teatro La Sala.
¿Por qué se interesó en hacer una obra relacionada con la desaparición en nuestro país?
Todo empezó debido a esta problemática que ocurrió hace algunos meses: el hallazgo de cuerpos en bolsas de basura. Solo podía pensar en qué pasaría con mi familia y mi círculo cercano si fuera uno de esos cuerpos. Ese fue el gatillo inicial, y así empezó todo este universo.
Pero se centró fue en la desaparición infantil… Sí, porque hay también una relación con mi infancia: a esta obra la llamo mi autoficción, porque, aunque no cuenta mi historia de vida, sí la forma en como veo la infancia, un lugar mágico, lleno de fantasía (en donde todo puede pasar), pero también es doloroso, una etapa en donde eres invisibilizado y no tienes ni voz ni voto. Por eso quería hacer una reconciliación con mi niño interno y mezclé ambos temas: la desaparición y mi infancia.
¿Y su infancia fue así como la describe?
No solo la mía, estoy tentado a pensar que la infancia es invisibilizada en toda Colombia (lo infantil es invisible ante los ojos de nuestra sociedad). La niñez no importa, lo que importa es darles un beneficio económico: sacarlos adelantes en términos de educación, alimento y vivienda, pero realmente no hay una preocupación profunda alrededor de su mundo psicológico y la forma en cómo los tratamos. Siento que la infancia -casi que poniendo la voz de muchos compañeros y personas con las que he hablado y que se han devuelto a su infancia viéndola con dolor- tiende a ser menospreciada por todas las instituciones, desde el colegio, la misma Iglesia (solo a cierta edad se puede consumir la comunión) y la familia (se les dicen a los niños: “No te metas en conversaciones de adultos”).
Como si los niños no tuvieran voz…
Exacto. Para el adulto los niños son casi como una máquina de sus propios procesos, pero ellos tienen un montón de cosas que contar, de heridas y sueños. Todo esto lo he ido descubriendo a través de un proyecto que se llama La Diva Teatral: construyendo paz y cuidado, en donde trabajamos con niños entre los seis y 12 años, allí nos hemos encontrado con sus voces que nos dicen: “Es que a mí no me escuchan en la casa. A mí me golpean y ya, y solo para eso estoy”.
En la obra Esperanza termina siendo señalada por la policía como negligente y, por lo tanto, como la culpable de la desaparición de su hija…
Así es. En la obra pasa que Esperanza tiene un historial con respecto al cuidado de Rocío. Aquí vemos también cómo la sociedad juzga el rol materno: a las mamás siempre las critican, pero en últimas a nadie le enseñan a ser mamá, y el peso del juicio suele ser muy fuerte. En la obra, para intentar salirse de esta insistencia de Esperanza, lo que hacen es “devolverle la flecha a ella” y decirle: “No vamos a activar los mecanismos porque es posible que usted haya hecho algo, es más, vamos a investigarla”.
Es más fácil echarle la culpa al otro…
Pues sí, acá siempre estamos lanzándonos baldados entre todos para no asumir las responsabilidades propias. Esa es la belleza del teatro: uno siempre está llevando a escena la vida misma. Una obra que habla sobre desaparición, la infancia y el rol materno termina hablando de otra cantidad de factores como el que mencionas: no asumir culpas.