El Espectador

Transición energética III: superando el bla, bla

- MAURICIO BOTERO CAICEDO

TRANSICIÓN ENERGÉTICA EMPEzó realmente en el siglo pasado, a finales de los años 80. Contrario a lo que algunos afirman, fue el mercado —y no el sector público— el que impulsó, y seguirá haciéndolo, dicha transición. En reciente artículo, David Fickling, analista de Bloomberg, afirmaba que a raíz del shock de la OPEP, en 1973, el mundo inició una sostenida desacelera­ción del consumo de hidrocarbu­ros. Ni EE. UU. ni Europa volvieron a demandar combustibl­es fósiles en la magnitud que lo habían hecho en el pasado. Solo después de dos décadas los estadounid­enses superaron el consumo de 18,5 millones de barriles diarios y la UE, a pesar de tener una economía el doble de grande, nunca regresó al consumo de 16,9 millones de barriles diarios. En 1973, el petróleo representa­ba la mitad del consumo de energía en el mundo: hoy no llega al 31 %. El consumo de gas natural, para desgracia de Putin y sus áulicos, cae anualmente en 20.000 millones de m². La crisis de la OPEP ha sido bastante más pronunciad­a: de controlar el 25 % del mercado, hoy no llegan al 11 %.

Para la consultora McKinsey, la demanda global de petróleo podría llegar a su punto máximo entre 2025 y 2027, debido a la penetració­n de la movilidad eléctrica y al aumento de generación eléctrica de las energías renovables (más del 90 % de la nueva capacidad instalada de generación de energía será de fuentes renovables). Para la British Petroleum, el consumo anual de petróleo disminuirá un 10 % en esta década y un 50 % adicional en las próximas dos. Dado que entre el 65 y el 75 % del consumo del petróleo está relacionad­o con el transporte, el declive en el consumo guarda una estrecha correspond­encia con la adaptación de vehículos eléctricos del parque automotor mundial. Como mencioné en la anterior columa, el cuello de botella está en las baterías. A medida que haya avances en este terreno, la implementa­ción del transporte eléctrico va a ser más expedita y fluida. Lo que es un hecho es que casi la totalidad de las empresas automotric­es del mundo han adquirido el compromiso, a partir del 2035, de dejar de fabricar vehículos de combustión interna. Airbus ya anunció un avión “limpio” para el 2035.

El planeta consume de 100 a 102 millones de barriles de petróleo diarios (unos 36.500 millones de barriles al año. Un barril de petróleo equivale a 42 galones y consumimos cada día 4.200 millones de galones diarios. Hace menos de 50 años, las tres cuartas partes de la energía del mundo procedían del carbón: hoy es solo el 35 %. Muy segurament­e el consumo de petróleo en el 2035 no supere los 50 millones de barriles diarios, cifra que casi con absoluta certeza la podrán producir países, principalm­ente en Oriente Medio, con estructura­s de costo bastante más bajas que la nuestra. Las cifras en Colombia (antes de la devaluació­n) apuntaban a costos de US$32 a US$35 por barril. El costo marginal de Arabia Saudita no supera los US$3 o US$4 por barril.

El fin de los hidrocarbu­ros lo va a imponer el mercado, no el sector público. El petróleo no se va a acabar con discursos ni porque alguien le fije una fecha de expiración: se va a acabar cuando se imponga un combustibl­e renovable, limpio y a menor costo. El sector público puede ayudar a acelerar la transición o, como tristement­e ha demostrado con un torpe manejo burocrátic­o, posponerla.

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