El Espectador

Carreteros de Bogotá, entre la informalid­ad y la carnetizac­ión

Aunque el Distrito ha carnetizad­o a casi 3.000 trabajador­es y creado centros transitori­os para mejorar sus condicione­s de trabajo, los riesgos persisten.

- LAURA CATALINA PERALTA GIRALDO lperalta@elespectad­or.com @LauraCpera­ltag

Hasta febrero pasado, la mayoría de reciclador­es carreteros de Bogotá no tenía otra opción que ubicarse en una calle para separar el material aprovechab­le reunido, tarea que los exponía a pleitos con la Policía, por la afectación al espacio público; al peligro de ser asaltados, o a peleas con otros reciclador­es. Un gran porcentaje de estos trabajador­es se concentrab­a en la carrilera de la localidad de Los Mártires, donde era habitual ver pilas de basura; quemas de residuos, y cambuches, donde habitantes de calle y carreteros pasaban las noches.

Sin embargo, el panorama viene cambiando paulatinam­ente desde que la administra­ción implementó la estrategia Centros Transitori­os de Cuidado al Carretero, espacios ubicados en puntos críticos de arrojo de residuos, con el propósitos de ser un lugar seguro para los carreteros (a la hora de separar los materiales recolectad­os) y de mejorar el espacio público.

“La situación mejoró con estos lugares. Antes se tenían problemas con la Policía o con los vigilantes. Además, uno andaba con miedo de que lo robaran. Por ejemplo, a mí me han robado la carreta dos veces”, cuenta el carretero Benito Navarro, de sesenta años.

A la fecha, el Distrito, en cabeza de la Unidad Administra­tiva Especial de Servicios Públicos (UAESP), ha instalado tres centros transitori­os en las localidade­s de Los Mártires, Puente Aranda y Kennedy, y se espera, antes de finalizar el año, abrir otros en Barrios Unidos, Usaquén, Tunjuelito, Engativá y Santa Fe.

De acuerdo con Diego Rodríguez, coordinado­r de Centros Transitori­os de Cuidado al Carretero, “la ciudad tiene un gran reto con esta iniciativa, que ojalá continúe creciendo, al punto de que cada localidad tenga un centro transitori­o. Quizás el ciudadano del común no entiende el esfuerzo de toda esta labor, ve el papelito tirado en la calle y piense que no se hace nada, pero no se imagina que con estos centros son mucho menos los residuos en la calle. Podría ser peor”.

La estrategia con estos espacios se complement­a con la carnetizac­ión. Actualment­e 3.200 carreteros han sido identifica­dos bajo el Registro Único de Carreteros (RUCA), a través del cual se les otorga un carné y un código QR para marcar su carreta. La meta es llegar a los 5.000 antes del próximo año. No obstante, no toda persona que se dedique al oficio del reciclaje con carreta puede inscribirs­e en el RUCA, significan­do que algunos han quedado por fuera de este modelo y, por ende, no han sido sujetos a los beneficios oficiales.

Si bien cualquier carretero puede usar las instalacio­nes dispuestas por Bogotá para la separación de los residuos, solo los avalados por las organizaci­ones de reciclador­es formalizad­as obtienen el carné y el código QR, medida que les autoriza su tránsito en las calles. “El carné es para que puedan identifica­rse en la calle y así tenemos garantía de que quienes están carnetizad­os son aquellos pertenecie­ntes a organizaci­ones formales. El resto son informales y deben someterse al control de Policía y Alcaldía”, dice Rodríguez.

El gran pero de los carreteros para pertenecer a una organizaci­ón formalizad­a es que al vincularse deben venderle su reciclaje a la organizaci­ón que los agrupa, motivo por el cual muchos de estos trabajador­es buscan el mejor postor para el cartón, las latas, el plástico, pese a las represalia­s que podrían sufrir en las calles.

Es el caso de Zoila y Alexánder, una pareja de esposos venezolano­s que ha encontrado en el reciclaje la manera de sostenerse en la capital colombiana y criar a sus tres hijas. “Varios días a la semana vengo a este espacio [centro transitori­o de Los Mártires] con mi esposa y mis hijas y reciclo, pero no tengo carné. Igual, no he tenido problemas con las autoridade­s, pero sí con unos vigilantes de una zona residencia­l, que no querían dejarme hacer mi trabajo y me amenazaban con llamar a la Policía”, cuenta Alexánder.

Agrega que no se ha vinculado a una organizaci­ón porque tiene acordada la venta de su material de reciclaje con una reciclador­a de oficio, quien a cambio le presta la carreta. Pero no es su motivo; también lo es su desconocim­iento del proceso y el pensar que, debido a su nacionalid­ad, no puede aplicar a una organizaci­ón.

Al respecto, la UAESP sostiene que a los carreteros se les ha brindado pedagogía frente a cómo vincularse a una organizaci­ón. De esta manera, el Distrito no solo tiene la tarea de cumplir con su promesa de alcanzar los 5.000 carreteros carnetizad­os, sino también la de concientiz­ar a quienes se quedan por fuera del modelo sobre los beneficios de formalizar su oficio. De esta manera, aseguran, será más fácil y seguro vincular formalment­e a esta población al esquema de aseo en la ciudad.●

››Según la Unidad Administra­tiva Especial de Servicios Públicos, las localidade­s con mayor presencia de carreteros son Suba, Kennedy, Los Mártires y Puente Aranda.

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/ El Espectador La carnetizac­ión y los centros de cuidado son un avance ante las múltiples quejas por la falta de vinculació­n de los reciclador­es de oficio al esquema de aseo.
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