El Espectador

Rodaron cabezas, rueda la pelota

- MUCHA BOLA ANTONIO CASALE

Confieso que me da un poco de asco lo que hago. Mi trabajo me exige estar inmerso durante un mes en un mundial que retó y superó todas las barreras éticas posibles utilizando al juego más bonito que se ha inventado la humanidad como excusa. Este mundial es la representa­ción clara de que en este mundo importa el dinero y poco más.

Catar no me extrañará, lo sé, pero me siento un poco mejor tras tomar dos decisiones. La primera, hice todo lo posible, y lo logré, por poder hacer mi trabajo desde la comodidad de mi casa. Analizar partidos de fútbol hoy en día no exige necesariam­ente estar presente en el lugar de los hechos y menos cuando uno cuenta con compañeros tan capaces como los que tengo para cumplir con este rol. Contarle a la gente sobre la opulencia de un país que compró a medio mundo del fútbol para quedarse con la sede no me interesa. La segunda y más importante es que Pablo y Juan Antonio, mis hijos menores, de tres y cinco años respectiva­mente, no recibirán presión alguna para que amen este deporte. Hay cosas más edificante­s e importante­s para que ocupen el disco duro en aras de lo que puedan hacer por vivir en este mundo plenamente. Allá ellos si se enamoran de la pobre pelota, pero yo no pienso hacer nada para que eso pase. Y vamos bien con eso, por ahora ven en el fútbol un enemigo que les quita tiempo con su papá los fines de semana.

Pero como tengo que vivir por y para ellos y mientras no se inventen otra manera de hacerlo tengo que trabajar, no me queda otra que meterme en la Copa. Tal vez el fútbol como deporte salve en algo este circo. Razones hay para creerlo así. Los futbolista­s llegan por primera vez en la historia a mitad de temporada; es decir, en plena curva ascendente de rendimient­o. Eso sí, esta decisión no fue adoptada gracias a que la FIFA piensa en el espectácul­o. El calor de junio y julio no permitía que se disputara como habitualme­nte se hace, en esa época.

Dicho lo anterior no es descabella­do pensar que Argentina hará todo para que el último baile de Messi sea épico y cinematogr­áfico. Tienen un colectivo en todo el sentido de la palabra alrededor de quien podría conversar con Pelé, Zidane y Maradona como uno de los cuatro mejores de la historia en caso de quedar campeón. Lo mismo querrán Portugal y Cristiano Ronaldo aunque en el caso de CR7 su presente deja bastantes dudas.

El fútbol moderno es propositiv­o y será difícil pensar que a las instancias definitiva­s lleguen países que jueguen a la defensiva. El 4-2-3-1 o el 4-3-3 son los esquemas que predominan y en ese sentido se prevé un mundial intenso, físico y disputado.

Ojalá este mundial nos deje los nombres de quienes serán junto a Mbappé los reyes del fútbol en los próximos años. Por ahora el panorama no es claro, pero ojalá algún futbolista nos haga recordar este mundial como algo más que el que, más que ninguno otro, estuvo untado de sangre y corrupción.

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/ AFP Foto de uno de los actos de la inauguraci­ón del Mundial de Catar, en el estadio Al Bayt.
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