“Si tú mismo no te valoras, es muy difícil compartir un amor honesto”
“El templo del placer”, obra relacionada con el amor propio y el autoerotismo femenino, se presenta el jueves 24 de noviembre, a las 8:00 p.m., en el Teatro Municipal Jorge Eliécer Gaitán.
¿Por qué esta obra se presenta en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer?
Pienso que el amor propio es un escudo de defensa contra la violencia. En la medida en que me ame, me dé mi propio valor, no voy a permitir que otra persona me violente (o si llega a pasar no voy a permitir que siga sucediendo), porque tengo tan claro mi valor, quien soy, mi propio bienestar, que cuando se desequilibre por otra persona, fácilmente voy a decir: “Gracias, chao”. Ya no es esta cosa de antes de una pareja para toda la vida (pase lo que pase), como nos enseñaron por la religión y todo eso. Por millones de razones, una relación se puede desencadenar en una violencia, entonces, como la obra trabaja el amor propio y deja un mensaje contundente de empoderamiento femenino, la enmarco dentro del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer como una herramienta de prevención de violencias a futuro (sexuales, físicas y psicológicas).
¿Por qué cree que es importante que los hombres también vean “El templo del placer”?
La obra habla de mujeres, de sexualidad femenina, explica las partes de la vulva y su función (se hace la aclaración de que la vagina no es la vulva, nosotras tenemos varias partes: vagina, uretra, clítoris, etc.). Luego, la sacerdotisa del templo (yo) tiene un monólogo en donde explica cómo tocar un clítoris para conseguir un orgasmo (hay imágenes sugestivas y una sinfonía orgásmi-* ca entre todo el elenco). Uno diría que les estamos enseñando a las mujeres a que se toquen a sí mismas, a que exploren y conozcan sus partes, pero quién no puede estar más interesando en conocer esa información que un hombre (más de uno se me ha acercado a decirme: “Yo creía que me las sabía todas” o incluso hay quienes me han dicho: “Yo sé que esto es para mujeres, pero me siento como ese personaje”).
¿Considera que la obra le ayudó a reflexionar sobre las relaciones y las formas de violencia que pueden presentarse en ellas?
Me ayudó a exorcizar, porque en algún momento también estuve en una situación similar (no de violencia física, sino más bien psicológica). Inicialmente no hice esta obra por mí, pero esto fue un proceso honesto de autoexploración, de amor propio, y luego dije: “Esto le puede servir a la gente”, y finalmente me di cuenta de que me estaba sanando a mí. Ahora, en estos momentos cuando empiezo una relación de pareja todo es distinto (suena muy egoísta, porque así nos lo hicieron ver, pero yo me pongo de primera, antes que nada, porque en la medida en que yo esté bien, puedo amar a mi pareja de una manera sana). Esa cosa del sacrificio, de dar de más para que el otro esté bien, es una mentira; si yo sacrifico para que el otro esté bien en algún momento se va a devolver.
La idea es que los dos estén bien…
Claro que sí, pero preocúpate por tu bienestar y en la medida en que estés bien, pues ayuda al otro. En mis charlas utilizo mucho esa metáfora del oxígeno en el avión: “Si estás acompañado de un menor de edad o de una persona mayor que no puede valerse por sí misma, ponte primero la máscara de oxígeno y luego ayuda a los demás”. Así mismo pasa con el amor: si tú mismo no te respetas, no te valoras y te amas es muy difícil compartir un amor honesto (si no entregas todo y sacrificas cosas para que el otro te quiera).
Sí, porque pareciera que lo que se está buscando es aceptación del otro…
Esto suena feo, pero es casi como comprar el amor del otro. Otra cosa distinta es dar amor porque quiero, pero sin pasar nunca por encima de mi propio bienestar. Se trata de dar las cosas de manera honesta, no con un interés.●