El Espectador

Clemencia Echeverri: el arte de recuperar el dolor enterrado

El pasado 19 de octubre, “Deserere”, la nueva exhibición de la artista caldense, fue inaugurada en la galería Espacio Continuo con 13 proyeccion­es simultánea­s que aluden a la masacre de Bahía Portete. La muestra estará hasta el 14 de diciembre.

- ANDREA JARAMILLO CARO ajaramillo@elespectad­or.com @Andrejc140­6

La oscuridad engulle las salas de la galería Espacio Continuo, y el sonido envolvente permite percibir mejor las voces, camionetas, el viento y más, mientras que los muros se llenan de imágenes que aluden a una realidad vivida hace 18 años en Bahía Portete. La masacre de 2004 es el objeto de la videoinsta­lación creada por Clemencia Echeverri. Entre ruinas, rostros femeninos y un desierto implacable, la artista caldense creó un panorama de difícil escape, en el que se ofrece un nuevo ángulo o un detalle particular para enfocarse.

Echeverri nombró esta muestra “Deserere”, una palabra en latín que invita a pensar en el desierto. Ese terreno indomable de la costa colombiana que para varias comunidade­s representa su hogar, pero también el lugar en el que se les arrebató mucho. Es una palabra sonora que la artista encontró durante el proceso de investigac­ión para esta exhibición. “Me gustó porque provoca saber de qué se trata, pero una vez se descubre el sentido completo de la palabra, esto completa la razón del título”.

Como Río por asalto, otra de sus obras exhibidas en el Museo de Arte Miguel Urrutia en 2019, “Deserere” parte de una realidad que se enmarca en el pasado violento de Colombia. En palabras de la artista, la masacre en cuestión fue un acto realizado por las autodefens­as del norte de Colombia y “se orientó a eliminar la presencia de las mujeres que manejaban el puerto de Bahía Portete. Eran unas mujeres de mucho talante, mucha fuerza e importanci­a”.

Según Rutas del Conflicto, los hechos que aborda la exhibición de Echeverri se desarrolla­ron “hacia las 7 de la mañana del domingo 18 de abril de 2004: llegaron a Bahía

Portete cerca de 45 hombres del bloque Norte de las Auc, entre ellos un grupo de indígenas wayuus, y mataron a seis personas que eran parte de dos familias reconocida­s en la comunidad. La masacre fue ordenada por Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, jefe del bloque Norte, y Arnulfo Sánchez, alias Pablo, jefe del frente Contrainsu­rgencia Wayuu de las Auc”. La artista considera que esta masacre no tuvo un amplio despliegue mediático, y por eso hoy permanece en la sombra.

El sonido penetrante de las salas evita que su audiencia repare en otra cosa que no sea la propuesta que tiene en frente. El panorama desértico, con sus colores y la narrativa que la artista muestra, ofrece diferentes puntos de vista y nuevos detalles que se descubren viendo las proyeccion­es desde ángulos variados. El proceso para crear y finalizar esta obra no fue sencillo. Echeverri cuenta que han sido años de trabajo constante, en los cuales también ha establecid­o un vínculo con la comunidad wayuu. La pandemia no evitó que la artista continuara con su labor y afirma haber sostenido reuniones virtuales con miembros de la comunidad. Por medio de estas logró que le “abrieran las puertas, porque entiendo que es una comunidad muy hermética”.

Antes de ir al territorio con su equipo conformado por Camilo Echeverri y Daniel Cuervo en cámara, Paloma Valencia como asistente de producción, Juan Forero en sonido y diseño sonoro, Víctor Garcés en la edición de video y Mariana Emilia Vejarano en la edición de animación, Echeverri estableció contacto con la mujer wayuu Nazly Martínez Aapushana. Su proceso de investigac­ión previo incluyó la lectura de una gran cantidad de textos que le permitiero­n entender y conocer los aspectos de la cultura indígena, lo que la ayudó a desarrolla­r un bosquejo de lo que quería mostrar al momento de la grabación.

De repente, entre los efectos de sonido, se escucha una voz femenina, luego otra y una más, cada una dice el nombre de alguna de las mujeres fallecidas, y estos retumban en las paredes que crean un eco que hace imposible desviar la atención. Esta parte de la muestra no es gratuita, de hecho, nada lo es: Echeverri quiso tener una conversaci­ón con un grupo de mujeres mayores que pudieran contar en sus palabras lo que ocurrió en abril de 2004 y recordar la identidad de las mujeres que perdieron la vida ese día.

Los rostros de estas mujeres son enfocados en un primer plano, que permite ver las emociones que cargan sus ojos llenos de experienci­as y sabiduría. A Clemencia Echeverri le encanta este plano: “Memorizamo­s muy poco las cosas. Ellas tienen una belleza en los años, una potencia en la postura, en la manera como se sientan, como levantan la cabeza, como hablan, que le da todo ese valor e importanci­a femenina a esa comunidad. Es una manera de resaltar ese tipo de valores y de poderes que ellos tienen inscritos”.

El video es un medio que a Echeverri le permite capturar el espacio y el tiempo. “Eso que sientes que es definitivo y que pertenece a ese territorio y cómo la cámara es capaz de llevarse esa sensación. Cómo es capaz de atender, por ejemplo, a ese éxodo que propuse hacer para el video, pero que realmente sucedió y que alcanzo a imaginar lleno del dolor y de pavor al desertar realmente de su propio lugar. El video es una herramient­a maravillos­a para tensionar todo ese asunto entre el espacio y el tiempo, aquellas cosas que sucedieron antes y que volvemos a traer ahora. Aquellas cosas que podemos poner a circular y potenciar con el sonido, porque la imagen se multiplica con lo sonoro”.

La intención de la artista con su obra es que quien la vea se enfrente al reto de hilar la historia con la narrativa que la imagen y el sonido proponen. Pero más que la historia, para ella cuentan las sensacione­s y el dejarse cruzar por ellas: “La sensación del miedo, de la persecució­n, de la paranoia por un territorio amenazado por tantos años que es vulnerable, frágil. Espero que el espectador no esté precisamen­te frente a una narración cerrada, completame­nte concluida en una sola pantalla, sino que tenga que ir en búsqueda de aquellas cosas que sucedieron, que están pasando y que se manifiesta­n de diversa manera”.

Lea la versión completa www.elespectad­or.com

››Clemencia Echeverri nombró esta muestra “Deserere”, una palabra en latín que invita a pensar en el desierto.

 ?? / Gustavo Torrijos ?? Clemencia Echeverri es la artista detrás de la muestra “Río por asalto”, que se realizó en 2018 en el Museo de Arte Miguel Urrutia.
/ Gustavo Torrijos Clemencia Echeverri es la artista detrás de la muestra “Río por asalto”, que se realizó en 2018 en el Museo de Arte Miguel Urrutia.
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