El Espectador

La frustrante inercia de las cumbres climáticas

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SI LA HUMANIDAD ESTÁ EN RIESGO DE extinción por culpa de la emergencia climática, la razón verdadera será la inercia institucio­nal y el cabildeo multimillo­nario. Lo vimos en la Conferenci­a de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2022 (COP27), así como lo venimos presencian­do, año tras año, en estas cumbres que supuestame­nte van a servir para enfrentar el mayor riesgo que tienen los humanos, pero terminan en discusione­s circulares, falta de acción y mucha frustració­n. Se logró lo imposible esta vez, dicen, pues se aprobó la creación de un fondo de compensaci­ón para los países más afectados por el cambio climático. Sin embargo, la incapacida­d de incluir en el texto final que es necesario un desmonte gradual de los combustibl­es fósiles muestra lo difícil que es lograr cambios estructura­les cuando hay tanto dinero de por medio.

Podemos, claro, concentrar­nos en las buenas noticias. Colombia cobró protagonis­mo regional y está ayudando a consolidar un bloque común para llegar a las próximas COP con posiciones coordinada­s. Adicionalm­ente, nuestro país se comprometi­ó con US$200 millones para la Amazonia, al tiempo que se vinculó a la High Ambition

Coalition (HAC), de Estados que piden que se cumpla la meta de no aumentar la temperatur­a más de 1,5 °C antes de fin de siglo. Lula da Silva, además, hizo que Brasil regresara por lo alto, pidiendo que la cumbre de 2025 se haga en la Amazonia y volviendo a dar esperanza sobre la protección del 60 % de selva amazónica que hay en el país vecino.

También es de celebrar que Estados Unidos haya dejado a un lado su oposición histórica a la creación de un fondo de compensaci­ón por los daños del cambio climático. Como le dijo a El Espectador Laura Juliana Arciniegas, experta en diplomacia climática internacio­nal y coordinado­ra del proyecto sobre balance mundial en Transforma, “claro que este es un logro, porque después de muchos años de hablar y discutir sobre este tema se aprobó un fondo para este propósito en específico. Lo que viene en el camino es definir su estructura, cómo va a funcionar y cómo va a operar para tomar decisiones”. Kathy Jetnil-Kijiner, la enviada climática de las Islas Marshall, dijo: “Hemos demostrado con el fondo para pérdidas y daños que podemos hacer lo imposible”. Habrá que ver cómo termina de cuajar esa propuesta en la próxima cumbre.

Sin embargo, los combustibl­es fósiles siguen siendo los reyes. Pese a la propuesta de incluir en el acuerdo final el desmonte gradual de su uso, la presión de las petroleras fue más fuerte. De hecho, fue abrumadora: según las ONG Corporate Accountabi­lity, Corporate Europe Observator­y y Global Witness, hubo 636 lobistas de este sector. Lograron su cometido y el mundo sigue sin un plan claro y ambicioso para combatir la emergencia climática.

Por eso volvemos a una situación macondiana global, donde somos consciente­s del problema y de su solución, pero las institucio­nes no son capaces de asumirlo y se mueven a una velocidad que no está a la altura de la urgencia. De COP en COP vamos adoptando medidas tibias, como si no estuviésem­os en un nefasto proceso contrarrel­oj. ¿Será que esa es la única forma que tiene la humanidad para avanzar, con pasos muy pequeños y temerosos?

‘‘La

COP27 termina con más frustracio­nes que logros para una humanidad que está en riesgo existencia­l”.

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