Fidel y la familia Cano
LO RECUERDO DE PANTALONES CORtos, imberbe, vendiendo por centavos en la redacción de El Espectador un periodiquito del tamaño de un cuarto de cuartilla. Se llamaba El Fideloncito, no sé si en homenaje a su bisabuelo o a él mismo. Creo que a él mismo. Publicaba cuestiones varias, sobre todo de deporte y del Santa Fe, que era el equipo de la casa. Veíamos en él la reencarnación de su bisabuelo, quien llevaba su mismo nombre, fundador de El Espectador. Estando en Medellín se atrevió a fundar un periódico radical para enfrentarse a quienes en la batalla de La Humareda derrotaron los ideales consagrados en la Constitución de 1863. “La Constitución de 1863 ha dejado de existir”, dijo el presidente Núñez.
Vino luego la Ley de los Caballos, que silenció a la prensa, y se inició la ardua batalla de cierres y aperturas de El Espectador, que hoy, afortunadamente, está en las manos de Fidel Cano Correa, en buena hora exaltado por el Premio Simón Bolívar en reconocimiento a la vida y obra de un periodista. Al mismo tiempo, es un reconocimiento a la vida y obra de una estirpe que por más de 136 años ha defendido la tradición de la libertad de prensa, del liberalismo como doctrina y de los postulados de la igualdad. Ha sido una familia de una sola línea, desde Fidel Cano Gutiérrez, Luis Cano, Gabriel Cano y Guillermo Cano, quien sobrevivió a la tenaza financiera impuesta por un reconocido grupo y falleció enfrentado a las balas del narcotráfico cuando los denunció.
Fidel Cano Correa es sangre de los mismos y ha sabido llevar la antorcha de la familia, con el patrocinio de otra, los Santo Domingo. Con independencia, ha dado cabida a los voceros de la nueva Colombia, sin tener en cuenta a qué partido pertenecen.
Merecido el galardón a Fidel Cano Correa. Lo expresa con satisfacción quien llegó a esta casa joven y hoy ya es Cano.