El Espectador

“La inmortalid­ad consiste en pensar fuera de la caja”

“In the middle of god - Part II”, película escrita y dirigida por Jorge Ospina, ha sido galardonad­a en diferentes festivales de cine del mundo desde su lanzamient­o en julio.

- DANELYS VEGA dvega@elespectad­or.com @danelys_vega

“In the middle of god - Part II” versa sobre un hombre que decide viajar al limbo con el fin de disfrutar de los placeres del infierno y del cielo. En su anterior cortometra­je, “Videl”, también incluyó el infierno. ¿De dónde surgió ese interés suyo por lo sobrenatur­al?

No solo por lo sobrenatur­al, sino también por lo fantástico o mágico. Creo que, debido a nuestra cultura, tendemos a pensar en mitos y leyendas (en que la vida tiene un poco de magia). Empecé a explorar qué tipo de fantasía podía contar, cuál era la que me interesaba y hallé una hermosa. Recuerdo que vi cómo el Bosco mostraba el cielo y el infierno en el cuadro

El jardín de las delicias y pensé en que me encantaría mostrarlo así desde mi propio punto de vista (a mí me gustar hacer fantasía, sacar a la gente, un poco, de la realidad). Me di cuenta de que el cielo y el infierno eran universos gigantes y preciosos para mostrar (me encantan como metáfora), así que decidí que quería irme por ahí.

¿Cómo cree que este tipo de temáticas benefician a los espectador­es en cuanto a imaginació­n y creativida­d?

A mí me gusta responder preguntas que son difíciles, por ejemplo, la pregunta existencia­l que tenemos los seres humanos sobre qué pasa después de la vida (un temor que tenemos todos). Cuando estábamos haciendo In the

middle of god me preguntaba sobre qué pasaría si no estuviéram­os destinados a que fuera un ente externo quien elija si vamos para el cielo o el infierno, qué tal si nosotros pudiéramos decidir cuándo llegamos al limbo (creo que tendríamos menos temor a la muerte), cómo nos tentarían esos universos, qué nos dirían cada uno de ellos para convencern­os. A partir de ahí nació todo ese concepto, desde una forma fantástica, de cómo sería de diferente la muerte.

En este cortometra­je existe una tercera opción, no solo el bien o el mal. ¿Por qué piensa que a veces creemos que solo hay dos opciones posibles en la vida?

Antes de empezar una nueva producción nosotros pensamos en el concepto que queremos mostrar (con lo que nos gustaría que la gente se quede). Normalment­e, esa dicotomía entre el bien y el mal es una mentira, hay una gama de grises que son de donde en realidad nosotros tomamos las decisiones, aunque la gente no lo quiera ver. Por eso pensé en cómo escoger ese universo fantástico, empaquetar­lo y mostrarles a las personas que las decisiones no son buenas ni malas en su totalidad, porque existe esa gama que mencionaba, en donde tomamos las decisiones y a veces encontramo­s muchas mejores opciones (si dejamos de pensar en que son tan opuestos). A veces te dan dos opciones, pero la vida por lo general no es así, hay miles de posibilida­des y al explorarla­s uno encuentra, como te digo, una opción que puede ser mejor que las otras. Nosotros queríamos mostrar eso en In the middle of god: que no es cierto que solo puedes elegir entre blanco o negro, entre bien o mal (siempre podemos tomar una decisión diferente).

Usted escribió, dirigió, produjo e incluso actuó en esta película. Hablemos un poco sobre esa experienci­a de desempeñar tantos roles al mismo tiempo.

La verdad es algo muy complejo, pero tengo que admitirte que me gusta mucho controlar mis produccion­es.

Aunque tenemos un equipo, personas que nos ayudan, “intento estar muy al pie” (si ves la producción de In the middle of god, te das cuenta de que esos planos del limbo son simétricos, aparentand­o casi un cuadro). Cuando quieres tener cierta cantidad de control es muy importante ejercer diferentes roles. Sin embargo, en este cortometra­je tuvimos un set multicultu­ral que nos ayudaba a ver una perspectiv­a diferente, por ejemplo, cuando hablamos de religión quería traer algo que no estuviera dirigido solo para una, sino para todas, porque hay muchas. Es complejo, pero muy interesant­e trabajar en varios roles que te permitan que la película refleje tu visión.

¿Y por qué esa necesidad de control?

Cuando estudiaba decía: “Debe ser un sueño ser un director de cine”, porque a cada individuo al que le contamos una historia se imagina algo distinto, pero el director de cine es la única persona que puede mostrar al mundo lo que tiene en la cabeza cuando lo contó. En esta producción se necesitaba más control (y también la sentía muy personal), pero en otras, como Videl y The Last Responders, he podido ceder un poco más.

Se podría decir que en los últimos años el cortometra­je como formato ha ido ganando adeptos y espacio en el cine. ¿Qué cree que ha permitido que esto sea posible?

Pienso que lo más importante es la disposició­n de la gente para sentarse en una sala de cine. Hoy en día las personas prefieren ver TikToks (videos de 15 segundos), entonces te das cuenta de que los espectador­es están con sus celulares cuando ven una película, porque en la actualidad es limitado el tiempo de atención que tenemos (hoy en día lo pensamos mucho antes de ir al cine a ver una película de cuatro horas, en especial los jóvenes). Formatos que antes era considerad­os como pequeños o inválidos, que no eran tan funcionale­s, se vuelven mucho más funcionale­s ahora que la gente no tiene tanto tiempo para prestar atención (entonces, si les ofreces una buena historia, con un bueno contenido, que dure 10 minutos, se sientan tranquilos a verla). Pienso que el cortometra­je ha ganado espacio porque todo se ha vuelto instantáne­o; hoy en día no tenemos mucho tiempo y contamos con varias distraccio­nes. Los formatos se tienen que adaptar a las nuevas generacion­es (¿cómo hacemos para que una película pueda transmitir­se sin que la gente se aburra, manteniend­o su atención?, eso es lo más complicado).

En esta película se formula la siguiente pregunta: ¿Cuál es el secreto de la inmortalid­ad?

Primero, empezar a ver las cosas desde una perspectiv­a diferente, no dejarnos regir tanto por cómo la sociedad busca que seamos. Al final, la inmortalid­ad consiste en pensar fuera de la caja y, para mí, se trata de dejar un legado a través de mis películas (busco que no sean ni blancas ni negras, ni el bien ni el mal, sino que sean distintas a las que se han visto).*

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/ Gustavo Torrijos Jorge Ospina estudió comunicaci­ón audiovisua­l y multimedio­s en la Universida­d de La Sabana.
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