Dádivas en la Corte
Cada tanto, la Corte Suprema de Estados Unidos enfrenta serios cuestionamientos sobre la ética de sus miembros. Esta vez el detonante fue la revelación de que durante años el magistrado Clarence Thomas recibió costosos regalos y viajes lujosos por parte de un amigo cercano, generoso donante del Partido Republicano.
El magistrado Samuel Alito también ha sido cuestionado por recibir dádivas de un millonario que controlaba un fondo de inversión que tuvo una disputa judicial con el Estado argentino. En la respectiva sentencia, Alito votó a favor del fondo. Años antes el magistrado Antonin Scalia falleció repentinamente en un rancho en Texas propiedad del millonario John Poindexter, quien tenía intereses en varios casos que se tramitaban en la Corte Suprema. Parece haber una sistemática estrategia de muchos empresarios republicanos para favorecer con donaciones a jueces y magistrados.
El carácter vitalicio de los miembros de la Corte Suprema en Estados Unidos permite prever que, tal vez durante las próximas dos décadas, esta tendrá una orientación conservadora, lo cual hace temer que se vengan fallos que restrinjan las libertades civiles, como sucedió con la sentencia que revirtió los efectos del caso Roe vs. Wade sobre el aborto, lo cual implicó un retroceso en los derechos de las mujeres y causó una severa crisis de salud pública que se extenderá por años.
Es lamentable que la Corte Suprema pierda su majestad debido a burdos errores éticos y a la militancia a favor de los intereses de un partido político. Según una encuesta de Gallup del año pasado, esa institución tiene apenas un 25 % de credibilidad entre los ciudadanos. La incertidumbre acerca del rumbo que pueda tomar esa Corte es una de las amenazas más grandes que enfrenta la democracia en ese país.
En contraste, hay que celebrar que la Corte Constitucional en Colombia haya sido inmune a la manipulación política. A pesar de los años más convulsionados de nuestro acontecer histórico, ese tribunal constitucional desde su creación, en 1991, ha sido un efectivo guardián de la institucionalidad y del ejercicio de los derechos fundamentales. Hay que defender a toda costa su independencia e impedir que se vuelva otro campo árido de la polarización.