El Espectador

La inhabilita­ción a María Corina Machado

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EL RÉGIMEN DE VENEZUELA HA DEcidido inhabilita­r políticame­nte por 15 años a María Corina Machado, la figura más radical de la oposición y, al mismo tiempo, la persona con mayores posibilida­des de ganar en octubre la consulta interna de quienes luchan contra Nicolás Maduro. Esta es otra de las jugadas perversas de un autócrata que busca mantenerse en el poder a como dé lugar. Acude por momentos al mecanismo de aceptar un acercamien­to con la contrapart­e y, al mismo tiempo, manipula el proceso a su antojo con el ventajismo que le da controlar todas las instancias de poder. Aunque Machado se muestra optimista, son muchos los obstáculos a vencer.

La medida adoptada por Maduro, a través de la Contralorí­a General de Venezuela, se escuda, como lo ha hecho en otras situacione­s, en hechos gaseosos y sin mayor sustento jurídico. Se arguye que la líder opositora realizó actos que “atentan contra la ética pública, la moral administra­tiva, el Estado de derecho, la paz y la soberanía de la República Bolivarian­a de Venezuela”, a lo que se le agrega además una supuesta vinculació­n con “la trama de corrupción orquestada por el usurpador Juan Gerardo Guaidó Márquez”. Desde esta perspectiv­a, es obvio que la motivación y los objetivos que se persiguen son eminenteme­nte políticos, sin real sustento jurídico, y el fin inmediato es dejar por fuera de juego a la candidata más opcionada de la oposición para derrotar a Maduro en las elecciones del año entrante.

La reacción internacio­nal fue inmediata. El secretario general de la OEA, Luis Almagro, señaló la decisión como un atentado contra la democracia y el Estado de derecho en Venezuela, pues considera que “vulnera derechos políticos y civiles elementale­s, incluidos los estipulado­s en el artículo 23 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos acerca del derecho a elegir y ser elegido”. Antony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos, calificó la medida como “profundame­nte desafortun­ada”, al igual que la Unión Europea y un grupo de 30 expresiden­tes reunidos en torno a la iniciativa Idea Internacio­nal, entre otros. Una mención especial merece la acertada posición del presidente Gustavo Petro —quien ha intentado mediar en la situación en Venezuela, acercando al Gobierno y la oposición—, al asegurar que “es claro que ninguna autoridad administra­tiva debe quitar derechos políticos a ningún ciudadano”.

Maduro tiene que sentir que en el ámbito internacio­nal hay un cierto grado de tolerancia con respecto a su régimen, pero no para que se perpetúe en el poder, sino para que permita la realizació­n de elecciones libres y abiertas al acompañami­ento internacio­nal. La oposición ha aceptado las condicione­s impuestas, a pesar de los trucos y obstáculos del Gobierno.

María Corina Machado, que en el pasado se mostró reacia a participar en elecciones dado el ventajismo del régimen y el fraude, asume una posición pragmática ante los últimos movimiento­s del oficialism­o. Considera que “el régimen sabe que está derrotado”, como lo demuestran las encuestas. Frente a su situación personal, cree que “aquí quien habilita es el pueblo de Venezuela”, motivo por el cual, si gana en octubre, liderará “un proyecto común que no va a buscar revanchas ni a pasar facturas”.

Como están las cosas en Venezuela, es de esperar mayores obstáculos y la adopción de medidas que impidan cualquier posibilida­d de triunfo de la oposición. Maduro ya lo ha hecho y lo repetirá de nuevo.

‘‘La

dictadura de Nicolás Maduro, una vez más, intenta sabotear la democracia”.

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