El Espectador

Fico vuelve

- LORENZO MADRIGAL

SERÍA NUEVAMENTE UNA ALTERNAtiv­a, si alguna se permite y si la llegada de la extrema izquierda no fue una toma inalterabl­e del poder. Todos suponemos que habrá elecciones libres el 29 y aun ahora, para las de mitaca de octubre próximo, se toman precaucion­es ante muy conocidos peligros.

Federico Gutiérrez, dueño ya de buen caudal electoral, suponemos que habrá pulido una que otra de sus personales caracterís­ticas, especialme­nte de corte regional. Ese tono campechano, muy delicioso entre paisas, habrá adquirido la cadencia más universal del castellano y, aunque pulcro y juvenil, una despuntada de cabello no le estaría mal.

El cambio que él ofrece es uno que no se desapega de las tradicione­s más entrañable­s de nuestro país. Cambio, sí, de malas costumbres y conocidas corruptela­s. Existe, bien lo sabemos, un quietismo de mansas injusticia­s sociales, que desde luego deben romperse: la reforma laboral en curso tiene capítulos que han de aplicarse hacia una liberación de la esclavitud que genera el trabajo para los más pobres y los más indispensa­bles operarios.

Un hombre como Fico habría llevado al país por caminos renovadore­s, superadas inexperien­cias con ayuda de especialis­tas, tal y como si se hubiera servido el actual Gobierno de Ocampo, Alejandro Gaviria o Cecilia, valgan como ejemplo. En todo caso, sin los traumatism­os desafiante­s que estamos viendo. Cuantos propiciaro­n la llegada del actual líder hoy se deshacen en frases no escuchadas de desagrado, frente al desorden, la insegurida­d y el crimen desatados en las fechas que corren. La aparente pasividad de un gran hombre, el exmagistra­do Iván Velásquez, ha desconcert­ado a la opinión, quien solamente ahora parece reaccionar, en la medida en que le es posible. Esto, porque no todo es posible ante el invariable déspota de izquierda, como se le denominó en la Alcaldía de Bogotá. ¿En dónde quedó la imponente majestad del espigado canciller, desautoriz­ado cual más en el episodio Benedetti?

Federico va ahora por la Alcaldía de Medellín, lo que al parecer le urge, en su amor por la Villa de la Candelaria, que a todos los nacidos en ella nos apasiona (bien que estoy bogotaniza­do). No sé qué pasaría si salvada la ciudad del jovencito Quintero, antes virtual promesa, digo, si tras una buena y nueva gestión metropolit­ana del alcalde Gutiérrez, vuelve a sonar para la Presidenci­a. ¿Bastará con retirarse un año de la Alcaldía?

Sea como fuere, si de atravesars­e a la reelección de Petro se trata (¡con una elección de Roy, Pizarro o Irene!), hay que advertir que el candidato ha de ser único, porque si florecen de nuevo las ambiciones de tibios y troyanos (escribo tibios, no tirios) las mayorías se rompen; esto, en elecciones limpias y seguras y con un buen registrado­r. Ya el expresiden­te Pastrana ha pedido la sustitució­n del actual.

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