El Espectador

La escisión: una figura sin Dios ni ley

- LA COLUMNA DEL LECTOR ANDERSON STED CARRANZA BARÓN

LA ESCISIÓN SE REFIERE A la división que se da en un partido político, cuando una porción de sus miembros no comparte las mismas líneas programáti­cas e ideológica­s. Por ello, deciden salir para formar una nueva organizaci­ón política. Este concepto aparece en la Ley Estatutari­a 1475 de 2011. Sin embargo, se da un desarrollo general del término, para que posteriorm­ente el Congreso cree las reglas que se deben seguir al usar estos conceptos. Es en este punto donde comienzan los problemas con la escisión.

Desde el momento en que fue aprobada la Ley 1475, se intentó reglamenta­r esta figura por medio del proyecto de ley 012 de 2012, el cual solo estuvo en primer debate en la Cámara de Representa­ntes para luego ser archivado. Después se dio paso a una serie de reformas que discutiero­n el tema, pero no dieron como resultado unas reglas concisas. Básicament­e, se dejó abierta una oportunida­d gigantesca para que políticos de todos los espectros ideológico­s puedan crear movimiento­s que ensalcen su imagen y no promuevan una disciplina partidista.

El proyecto 012 de 2012 proponía establecer un mínimo de miembros que quisieran dejar el partido y formar otro. El porcentaje mínimo para escindirse sería el 25 % de las personas que hacen parte de la organizaci­ón política. Además de esto, se dejaba claro que, al separarse y hacer una nueva colectivid­ad, “esta no puede hacer uso de la denominaci­ón y los símbolos del partido del cual se escindiero­n, así como las sedes correspond­ientes y el derecho a la financiaci­ón estatal” (Instituto de Ciencia Política Hernán Echavarría Olózaga, 2012). Sin embargo, no existió un debate amplio y, como se titula este artículo, esta noción sigue existiendo sin Dios ni ley.

Con las elecciones locales a solo unos meses de desarrolla­rse, ya hay políticos que están utilizando las ventajas que trae esta falta de reglamenta­ción. Tal es el caso de Roy Barreras, quien hace unos meses anunció su salida de la Alianza Democrátic­a Amplia (ADA), partido por el que fue hasta hace poco senador de la República y presidente del Senado. Todo esto, para crear otro partido llamado La Fuerza de la Paz, colectivid­ad que hasta el momento muestra que va a ser una herramient­a para destacar la imagen de Barreras y para objetivos individual­es, en lugar de cumplir con una representa­ción política seria, disciplina­da y plural. La pluralidad cada vez luce más como una opción, no como una prioridad en el sistema político colombiano. Giovanni Sartori decía en su libro Partidos y sistemas de partidos: “La mayor parte de los partidos son —al nivel de la subunidad— amalgamas, combinacio­nes en proporcion­es diferentes de facciones, tendencias, independie­ntes y/o grupos atomizados”. Entonces, si estas organizaci­ones no tienen las combinacio­nes que cita Sartori, estaríamos hablando de agrupacion­es políticas que promueven personalis­mos, que buscan solo el beneficio de su líder, dejando el bien común como un posible resultado, mas no como el objetivo que deberían perseguir.

En conclusión, una tarea hecha a medias resulta ser una problemáti­ca crónica debido a la gran cantidad de partidos que van a ser creados por las ansias de llegar al poder de algunos individuos. Esta clase de omisiones permiten que se vayan formando más personalis­mos y que una verdadera pluralidad en estas organizaci­ones sea prácticame­nte nula. Como es de esperar, pasarán otras elecciones en las que el inconformi­smo, la confusión y la apatía seguirán siendo la regla, en un sistema electoral que parece estar hecho para los políticos, mas no para quienes los eligen.

‘‘La confusión y la apatía seguirán siendo la regla en un sistema electoral que parece estar hecho para los políticos, mas no para quienes los eligen”.

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