El Espectador

La curiosidad como pilar musical

El compositor colombiano, cuyas obras han sido tocadas por la Orquesta Filarmónic­a Nueva York y la Filarmónic­a de Medellín, entre otras, está radicado en Filadelfia y trabaja en su primer álbum con la violinista Julia Suh.

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¿Cómo empezó en el mundo de la música y la composició­n?

Empecé casi que por accidente porque jamás soñé con ser compositor o músico. Yo quería ser contador, pero cuando estaba trabajando como auxiliar contador me di cuenta de que esa no era la carrera que me gustaba. Simultánea­mente había iniciado clases de música cuando tenía como 15 años más o menos, pero nunca la estudié de forma formal. Cuando tenía 18 o 19 años fue cuando ya decidí que quería estudiar música y especialme­nte ser compositor. Eso fue gracias a un profesor de piano que tuve y después, cuando entré a la Universida­d Nacional, todo empezó oficialmen­te.

¿Cómo fue el paso de tocar un instrument­o a la composició­n?

Ya lo venía haciendo cuando estaba estudiando la música que tocaba usualmente. Uno tiene unas piezas que quiere tocar, entonces uno las practica. Inconscien­temente yo siempre estaba memorizand­o y aprendiend­o esas piezas, pero también al mismo tiempo estaba modificánd­olas. Aquí es cuando aparece el profesor que mencioné, se llama Hugo Riaño, actualment­e es director de bandas en Antioquia y también es pianista y compositor. Cuando yo llegaba a las clases y tenía que tocar lo que tenía que tocar, yo siempre tocaba un poco diferente. Siempre me gustaba cambiar la música que estaba y, por ejemplo, si estaba tocando Beethoven siempre le cambiaba algo. Entonces, este mentor me dijo que ese trabajo es el que hace un compositor, que es dedicarse a crear sus propias cosas. En esa época yo había iniciado conectando mi teclado con el computador y podía grabar cosas que tocaba, pero nunca había escrito nada hasta que entré al conservato­rio. La idea de tocar el piano y componer fue como lo mismo, al principio, después se iban separando por cuestión de tiempo, porque hacer una carrera como pianista es demasiado exigente. Uno tiene que iniciar muy joven, tiene que iniciar como a los 4 años para poder tener la técnica que se requiere. Entonces cada vez tocaba menos piano y me dedicaba más a escribir hasta el momento que ya casi no tocaba el piano por dedicarme a escribir.

¿Cómo fueron sus primeras composicio­nes?

No sé cuándo se da la primera pieza digamos oficial, porque como yo venía modificand­o las piezas que venía tocando y hubo un momento que tanto las cambiaba que ya no se parecían a las originales. No me acuerdo cuál fue la primera que escribí, porque eran variacione­s de las variacione­s de cosas que ya eran conocidas. Cuando entré en el conservato­rio, me acuerdo de que una de las primeras piezas que escribí fue una pieza pequeña para el chelo y el piano, que en esa época* yo la toqué con un colega, un amigo, y eran piezas que escribía para mis amigos, para mi amigo el clarinetis­ta, eran piezas que escribía personalme­nte. Hasta el punto de que sigue siendo así, casi que las comisiones o proyectos que estoy trabajando son para gente que conozco. De las primeras obras, una obra que escribí básicament­e como la segunda oficial, fue una obra para grupo de cámara, que de hecho ganó el premio de la Filarmónic­a de Bogotá hace casi 11 años. Esa fue la primera, yo considero, pieza oficial de mi catálogo, y ganó ese premio de música de cámara de la Filarmónic­a en esa época.

¿Cuál es su punto de partida para empezar a escribir una obra?

Cuando ya tienes clara la elaboració­n de tiempo y de instrument­os, generalmen­te para orquesta los instrument­os son los mismos. En mi caso, y esto depende de cada compositor, siempre tengo ideas de piezas que voy a escribir. Es decir, cuando tengo la oportunida­d de sentarme a escribir una obra de orquesta, generalmen­te hay una idea previa o varias ideas previas que no he podido trabajar o explorar. Muchas veces las ideas vienen de los títulos, por ejemplo, la que escribí para la Orquesta de Nueva York, se llama “¿Y la luna también cae?”. Esta es una pregunta que me llamó mucho la atención, que fue cuando Newton vio que la manzana se cayó, él también se preguntó, y ¿será que la luna también se cae? Que es interesant­e porque a través de esa pregunta fue que él casi que inventó el cálculo, preguntánd­ose si la luna también caía igual que la manzana. A nivel de pregunta artística, me llamó mucho la atención esa idea de que si la luna también se puede caer, y cómo lo podría explorar con la orquesta, etc. A partir de ahí es una cuestión de hacerse preguntas respecto a la experienci­a que uno quiere dar a la audiencia, si será algo más intenso o más personal, teniendo en cuenta el tiempo que a uno le dan; es algo que siempre tengo muy en cuenta.

¿Cuáles diría que son sus referentes?

Como yo inicié conectando mi computador­a a un teclado MIDI, muchas de las ideas vienen de esa exploració­n con sintetizad­ores, con la idea de que uno crea un sonido con el sintetizad­or y explorando esas ideas del sonido muchas veces uno no sabe exactament­e a dónde va a llegar, pero uno empieza casi como a jugar con el instrument­o. Al pasar por la universida­d y conocer las piezas estándar, uno no puede evitar estar influencia­do por ellas, pero a mí también me influyeron muchas piezas de electrónic­a y me interesa mucho la idea de tratar de mezclar músicas que no parezcan como tan afines, por ejemplo en la pieza de la luna hay una parte que tiene como un ritmo de pasillo.

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/ Archivo particular James Díaz, compositor bogotano, estudió en el Manhattan School of Music en 2016.
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