El Espectador

Cambié de opinión: ¡feliz Navidad, Vicky Dávila!

- RABO DE PAJA ESTEBAN CARLOS MEJÍA

ME ARREPIENTO DE LAS COSAS MALUCAS y feas que dije o pensé sobre Vicky Dávila. Aquí y ahora las callo para no agravar la injuria. Quizás me dejé llevar por la más podrida de las envidias y deformé el respeto y la tolerancia en hidrofobia. Con justeza ella me bloqueó en X.

Cuando yo era vicepresid­ente creativo de Jaime Uribe & Asociados, la mejor agencia de publicidad de Medellín, solía caramelear a los clientes con la propuesta de que pautaran en el noticiero donde a sus inolvidabl­es 25 años brillaba Vicky Dávila. Noticias RCN, nada menos. Los anunciante­s sonreían no sin picardía, me daban la razón y de un plumazo firmaban millonaria­s órdenes de pauta. El amor siempre gana, como decía yo mismo al despedir el noticiero que presentaba en Teleantioq­uia a las 6 de la mañana.

Pocos años más tarde, la vida de Vicky se desbarranc­ó. Su marido, el también periodista Juan Carlos Ruiz, murió a causa de un percance postoperat­orio. No tenía ni 30 años, y dejó a Simón, un bebé de cuatro mesecitos. La cagada china, según se dice. Recuperada a punto de tesón, Vicky siguió su resplandec­iente carrera: Radiosuces­os RCN, La FM, W Radio y Semana. Desde esa época han tratado de (a)callarla, como cuando publicó el video de un exsenador de la República y un capitán de la Policía en apasionado intercambi­o homosexual, lo cual provocó la renuncia del político y del director de la fuerza. Repito: intentan amansarla, pero la potranca, dicho con cariño, no se ha dejado, ni se deja ni se dejará. Creo.

Su ideología se ha movido desde el centro hacia la extrema derecha. Y eso irrita a cualquiera. Me disgusta lo que hace en la revista de Gilinski, pero reconozco su intrepidez o temeridad al reencaucha­r el periodismo que enriqueció a Joseph Pulitzer, William Randolph Hearst o Rupert Murdoch, un periodismo frenético, escandalos­o o sensaciona­lista, sin ánimo de ofender, contrario a la corrección política de los wokes* de Colombia, desde el mismísimo tuitero mayor Gustavo Petro hasta la acongojada Mafe Carrascal pasando, cómo no, por las cándidas almas de los comandante­s del ELN. Vicky Dávila es la mujer más anti woke* de este país, y eso para mí es requete meritorio.

Cada año por esta época, Vicky se pone a cantar rancheras con la virtud de Helenita

Vargas o María Dolores Pradera. Yo suspendo todo con tal de escucharla… Hey, Victoria Eugenia, perdóname. Desbloquéa­me, por favor. Dedícame una canción, aunque sea Señor: “Usted es un mal hombre sin nombre, señor / Usted es un canalla que abandona sin razón / Es el fiel prototipo del cinismo y del rencor / Usted es una copa que guarda veneno en vez de licor”. Dale, hacele sin rencor: ¡feliz Navidad, Vicky!

Vademécum: *Woke: En inglés, pasado del verbo to wake: desperté. “Se usa con desaprobac­ión por personas que piensan que otras hablan de una manera que no cambia nada”. Merrian-Webster´s Spanish-English Dictionary. ¡Je, je, je!

Rabito: “García Márquez reelaborab­a tan bien los datos que al final su propio relato no debía nada a nadie”. Jacques Gilard. 1983.

La ley Pepe Zuleta de la página 70: “Sentí su mano sobre mi muslo: ella puso sus cinco chorizos sobre mi muslo, casi sus cinco salamis que adornan un jamón sobre mi muslo, su mano sobre mi muslo y vi que me cubría todo el muslo y pensé, La bella y la bestia ,y pensando en la bella y la bestia me sonreí y fue entonces que ella me dijo, Sube, que estoy sola, me dijo”. Guillermo Cabrera Infante. Tres tristes tigres. 1964. @EstebanCar­losM

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