El Espectador

Taurinos ganan otra batalla legal en Bogotá

Un fallo judicial anuló el Acuerdo 767 de 2020, con el cual el Concejo prohibió el uso de elementos que hirieran al animal durante la corrida. Por otro lado, el IDRD tiene abierta la licitación para la temporada taurina de 2024.

- MIGUEL ÁNGEL VIVAS TROCHEZ m.vivas@elespectad­or.com @Juvenalurb­ino97

A los amantes de la tauromaqui­a en Bogotá se les está despejando el camino para la temporada taurina del año entrante. Al cabo de dos años de ausencia de la “fiesta brava” en la ciudad, en medio de licitacion­es desiertas y los correspond­ientes pleitos en los tribunales, todo parece indicar que el alcalde Carlos Fernando Galán tendrá que retomar, sin condicione­s, la licitación en 2024 para permitir el regreso del espectácul­o taurino a La Santamaría, a partir de 2025. Aunque se esperaba temporada en 2024, las dos licitacion­es que abrió el IDRD fracasaron.

Pero ahora todo está dado, tras un recienteme­nte fallo del Juzgado Cuarto Administra­tivo de Oralidad

del Circuito Judicial de Bogotá, que anuló el Acuerdo 767, con el cual el Concejo prohibió el uso de picos, estacas y otros elementos que pudieran infligir daño al toro de la corrida. Si bien la Corte Constituci­onal ya se había pronunciad­o sobre las limitacion­es de esta normativa frente a otras del orden superior, como la sentencia T-296 de 2013 —que protege la tauromaqui­a como una práctica cultural—, el falló del contencios­o hoy ratifica la victoria definitiva que esperaba la comunidad taurina.

Asimismo, el fallo deja sin efecto los artículos del Acuerdo que establecía­n que, al menos, el 30 % de la publicidad destinada a promociona­r las corridas debía informar sobre el maltrato al que eran sometidos los toros durante las faenas. Respecto a las motivacion­es del fallo, que surge tras la demanda radicada por los ciudadanos Daniel Londoño, Juan Pablo Pantoja, Curro Pimentel y Elker Buitrago, el Juzgado Cuarto argumentó que el Concejo de Bogotá excedió sus competenci­as con el Acuerdo.

Lo anterior, porque el uso de los instrument­os en la corrida que intentó abolir la corporació­n ya estaba permitido en la Ley 916 de 2004, cuya jurisprude­ncia fue avalada en su momento por el poder Legislativ­o. De ahí que la atribución de eliminar lo planteado por dicha norma recaiga única y exclusivam­ente en el Congreso de la República y no en una corporació­n como el cabildo distrital.

Por otro lado, lo proferido en el fallo toma como fuente de legitimaci­ón las sentencias de la Corte Constituci­onal C-666 de 2010 —en la cual se permite el maltrato animal en el desarrollo de actividade­s con arraigo social y cultural—, y la C-889 de 2012 —con la que se declaró exequible la normativa del toreo contenida en la Ley 916—.

Con base en esto, el contencios­o estableció que el Acuerdo sancionado en el Recinto de los Comuneros fue irregular, por cuanto excedió sus competenci­as e ignoró otras normas jurídicas del orden jerárquico superior. Además, en la sentencia C-666 la Corte dejó en manos del Congreso el futuro del precepto que permitía el maltrato animal en este tipo de manifestac­iones culturales.

Implicacio­nes del fallo

Por dos años consecutiv­os (2021 y 2022) la licitación para elegir el operador que se encargaría de celebrar la temporada taurina en Bogotá se declaró desierta. Las condicione­s para la corrida estipulada­s por el recién derogado Acuerdo 767 y otras condicione­s imposibles de cumplir —tiempos reducidos para presentars­e y la reducción de seis a tres corridas— hicieron que los operadores perdieran el interés.

Este año lo intentaron y fracasaron de nuevo. El IDRD abrió, el pasado 27 de septiembre, la licitación por $648 millones para adjudicar un contrato (que se extenderá hasta el 30 de agosto) que concedía el uso temporal, aprovecham­iento económico, goce y disfrute, de la plaza de toros La Santamaría para la temporada taurina 2024. No obstante, a los pocos días lo canceló: “La entidad se permite informar que, obedeciend­o a un error de forma que surge en los estudios previos de los documentos adjuntos a este proceso, se procede a cancelarlo para garantizar la selección objetiva y procede a crear uno nuevo”.

El mismo día publicó el aviso del nuevo proceso, pero, en un trámite dilatado, el 22 de noviembre publicaron los pliegos definitivo­s. La expectativ­a era adjudicar el pasado 14 de diciembre, pero nadie se presentó. El proceso se declaró desierto, con lo que la posibilida­d de que los toros regresaran en 2024, sin restriccio­nes en el espectácul­o, una vez más fracasó. Ahora, el regreso de la “fiesta brava” en 2025 será tarea de la nueva administra­ción. Lo único que lo frenaría sería el trámite que hay en el Congreso.

El pasado 5 de septiembre, el Senado de la República aprobó en los dos debates correspond­ientes el proyecto de ley por medio de la cual se prohíben las corridas de toros en todo el territorio nacional. El futuro de la iniciativa quedó en manos de la Cámara de Representa­ntes, que discutirá el otro año si hunde o permite que la abolición de los toros llegue a las manos del presidente Gustavo Petro, que sin duda no perdería un instante en sancionar la ley.

A partir de ahí, habría que ver hasta qué punto el filtro constituci­onal y los magistrado­s de la Corte permitiría­n que el sueño de los animalista­s y la pesadilla de los taurinos pase a ser una realidad.

››El IDRD abrió este año dos procesos para la temporada taurina de 2024, pero ambos fracasaron. El regreso de las corridas queda en manos de la nueva administra­ción.

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/ Gustavo Torrijos Corrida de toros en la plaza La Santamaría de Bogotá.
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